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El cierre de Canal 9: diferencias y semejanzas con la televisión pública griega

Última imagen de Canal 9 antes de su fundido en negro.

Merche Negro

Lo ocurrido hace unas horas en los servicios centrales de Canal 9 en Burjassot no suena demasiado lejano. La suma de acontecimientos y argumentos que ha terminado con el fundido a negro a las 12.19 de este viernes tiene un espejo en que mirarse. El pasado 12 de junio, la cadena pública griega, ERT, dejaba de emitir tras 47 años de vida, lo que provocó una fuerte movilización de sus empleados en el edificio, de miles de ciudadanos fuera y gran oposición política.

La semejanza de estos dos clips, correspondientes a los últimos cuatro minutos de emisión en directo de ambos canales, habla por sí sola:

La cadena estatal griega cerraba por no poder asumir el Ejecutivo el mantenimiento de sus altos costes de producción, según su planteamiento y en un contexto económico de profunda crisis. 2.500 trabajadores (algunas fuentes citan 2.700) perdieron sus puestos de trabajo. Un grupo se mantuvo en el edificio, atrincherándose en platós y centros de producción desde los que siguieron emitiendo vía web y por satélite con los equipos de Eurovisión, que no cortó entonces la señal.

El 16 de junio, sin embargo, el Consejo de Estado griego dictaminó la reapertura inmediata del canal público, como mínimo hasta que se asegurara una emisión estable. Dicho y hecho, pero distinto: el Gobierno de Samarás se negó a restablecer la ERT y lanzó el 10 de julio un nuevo canal. Nacía EDT (Televisión Pública Helena, sus siglas en griego), presentada como la nueva televisión pública del país.

No disponían de las sedes centrales, que seguían ocupadas, y contrataron platós privados y el equipo indispensable –de hecho, a la cadena MEGA–. La franja de emisión era mínima (dos horas al día), con poca o ninguna producción propia: básicamente, se programan películas antiguas griegas en blanco y negro.

“En realidad, no hemos vuelto a saber de ellos”, explica al teléfono Oscar Fontao, trabajador del departamento de audiovisuales del Parlamento Europeo en Bruselas. “Antes del cierre de emisiones en junio, la ERT utilizaba nuestros platós y servicios como cualquier otro canal estatal. Desde entonces, no hemos vuelto a tener contactos con ningún periodista o técnico de una estación pública griega. Nada de la EDT”. El Gobierno heleno anunció que 500 profesionales habían sido contratados por un periodo eventual de dos meses para desarrollar esta nueva etapa.

Eurovisión no pudo, sin embargo, obviar este movimiento del Ejecutivo griego y decidió, ahora sí, cortar la señal que seguía produciéndose en la sede de la ya exigua ERT a finales de agosto. El organismo internacional reconoció entonces haber soportado 8,5 millones de conexiones en streaming por un total de 4,4 millones de horas acumuladas emitidas para 2,5 millones de visitantes únicos desde el momento del cese de sus emisiones.

Es decir: la demanda de la población helena no se había reducido ni un ápice. Eurovisión comunicó el corte de la emisión por satélite autogestionada y advirtió gravemente al Gobierno heleno con una “consistente petición para la restitución de un medio de servicio público en Grecia, lo cual es vital para la cultura, la democracia y la sociedad en sí misma”. Ni Europa ni la sociedad griega confiaban mucho en la nueva EDT, pero había llegado para quedarse.

Durante varios meses, no obstante, los ciudadanos de Grecia han sido testigos de cómo dos canales emitían identificándose a sí mismos como la “televisión pública de Grecia”: la EDT oficial y la alternativa de los extrabajadores, ERT Open, ya solo por internet.

Hasta el 7 de noviembre, cuando el Gobierno de Antonis Samarás ordenó el desalojo de los que aún resistían –y transmitían en directo– dentro de las instalaciones de la antigua ERT. La actuación de los antidisturbios, que incluyó el uso de gases lacrimógenos contra ciudadanos manifestantes en el exterior y trabajadores en el interior, y que no esperó a tener una orden judicial sino que obedeció una orden gubernamental directa, fue muy polémica y rebatida en los medios y con manifestaciones en las calles.

En el contexto político, esta decisión provocó un nuevo movimiento de tierra en la tan herida Grecia: la oposición al Gobierno de Nueva Democracia (ND), centralizada en los diputados de Syriza, presentó una moción de censura que se debatió tres días después. “Usted es un peligro para el país”, fue la frase con la que Panos Lafazanis, representante del grupo de izquierda, justificó promover esta figura parlamentaria.

La moción no prosperó: los 155 diputados que suman ND y los socialistas del PASOK (socios de Gobierno), en un hemiciclo de 300, garantizaron la victoria al Ejecutivo actual, a pesar de que en la votación a favor de la moción se unieran Syriza, los comunistas del KKE, la derecha Griegos Independientes e incluso los xenófobos de Aurora Dorada.

Las declaraciones del Ejecutivo griego durante todo este tiempo han asegurado a la población del país que en breve volverá a haber una televisión pública de estándares aceptables, ahora que han recuperado los edificios.

El proyecto tiene un nuevo nombre: NERIT (siglas en griego de Nueva Radio, Televisión e Internet Helénica). Al parecer, se van tomando decisiones para conseguirlo y cumplir así con el que, según las últimas informaciones, es la razón principal para volver a emitir: que Grecia participe en el Festival de Eurovisión de 2014.

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