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ENTREVISTA

Dan Lyons, periodista tecnológico: “Dejar las redes sociales es como dejar de fumar: te volverá una persona más sana”

Dan Lyons, autor de 'Cállate, el poder de mantener la boca cerrada en un mundo de ruido.

Sergio Ferrer

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“No hay que discutir en Twitter. No parecéis inteligentes, ingeniosos ni dominantes. No parecéis intelectuales participando en un debate filosófico. Parecéis alguien que va al zoo a pelearse con los monos tirándose caca. No podéis ganar. Os hace parecer tontos y débiles. Marchaos”.

Este provocador consejo es una de las muchas recomendaciones que comparte el periodista Dan Lyons (Estados Unidos, 1960) en su libro Cállate: el poder de mantener la boca cerrada en un mundo de ruido incesante (Capitán Swing, 2023). Un ensayo de divulgación con componentes de autoayuda —en el buen sentido— repleto de consejos para hacer menos Ted Talks durante las reuniones, discutir menos en internet, escuchar más, tener conversaciones de mayor calidad y dejar de interrumpir a los demás.

Lyons es consciente de la ironía que supone escribir un libro sobre la importancia de callarse y luego tener que hablar sobre él sin cesar en entrevistas. Él se considera un “bocazas en recuperación”: no poder controlar su lengua ha llegado a costarle más de un disgusto. Asegura que todavía la “pifia” mucho, con la salvedad de que ahora es consciente de su problema. No pasa nada: una de las conclusiones de Cállate es que cerrar el pico es más difícil de lo que parece, pero que el primer paso es no dejar nunca de intentarlo. Hablamos con él por videoconferencia aprovechando la publicación de su ensayo en castellano (e intentando no interrumpirle demasiado).

Un empresario que entrevisté para el libro recomienda a sus empleados levantarse dos veces al día y pasar media hora caminando en silencio, sin móvil, desconectados de toda electrónica

Estamos más rodeados de ruido que nunca. Quizá por eso es más importante mantener el silencio, pero ¿es más difícil que nunca lograrlo?

Solo hay que mirar las estadísticas, es increíble cuántas cosas se crean en internet cada minuto: tuits, vídeos subidos a YouTube, servicios de streaming... Si miras cuánto contenido hará Netflix este año es impresionante. Un empresario que entrevisté para el libro recomienda a sus empleados levantarse dos veces al día y pasar media hora caminando en silencio, sin móvil, desconectados de toda electrónica. Está convencido de que esto se va a convertir en la gran crisis de salud mental de nuestra época. Que nos dirigimos hacia eso. Y quizá tenga razón.

¿Cómo lo evitamos?

Cada uno solo puede controlarse a sí mismo. Cuida lo que haces y no caigas en la trampa de estar frente a una pantalla todo el rato. Es muy fácil sentarse y mirarlas. Algunos miramos dos al mismo tiempo, porque estás viendo una película y también tu móvil. Es cuestión de disciplinarse.

¿Por dónde debería empezar un bocazas que quiera dejar de serlo?

Lo más importante es alejarse de las redes sociales, reducir su uso, evitarlas o reflexionar sobre por qué las estás usando y qué te están haciendo. Su diseño te fuerza a hablar en internet demasiado, al provocarte mostrándote información que te molestará. Cuando estás online es malo para ti, pero luego esa agitación y malestar te acompañan a tu vida real y hacen mella en tu salud. Mira lo enfadado que está el planeta hoy en comparación con antes de internet. Hay mucha ira y las encuestas muestran que sigue creciendo. Al principio se decía que la gente decía en la red cosas que nunca diría en persona, ¡pero ahora lo hacen también cara a cara!

Cuando compartes algo y recibes me gusta te sientes muy bien, como si te sintieras mejor por el mero hecho de decir algo, pero todo va sobre ti. Estás hablando al vacío

Lo segundo sería encontrar formas de pasar tiempo en silencio, solo o con alguien más. Llegué a la conclusión de que los períodos de silencio son muy terapéuticos. Probé una cosa llamada “baños de bosque” en el que un guía te lleva al bosque a no hacer nada y descubrí que me hacía sentir muy bien.

Eliminar o incluso reducir las redes sociales suena a misión imposible para la mayoría.

¿Sabes qué descubrí? Cuando dejé de hablar en internet a nadie le importó. Nadie me dijo “oye, ¿qué te ha pasado? ¿Por qué no tuiteas?”. Me hizo pensar en por qué lo hacía si nadie prestaba atención. Cuando compartes algo y recibes me gusta te sientes muy bien, como si te sintieras mejor por el mero hecho de decir algo, pero todo va sobre ti. Estás hablando al vacío. A veces veo cosas en Twitter que me hacen pensar en por qué la gente tiene la necesidad de compartir ciertas cosas con todo el mundo. Además, digas lo que digas, la gente encontrará una forma de discutir y decirte que eres imbécil.

Compara estas empresas tecnológicas con las tabacaleras por su capacidad de dañar nuestra salud. ¿Habría que tomar medidas similares?

No sé si sería posible, pero creo que sí. Usar las redes sociales nos hace menos saludables y dejarlas te volverá una persona más sana, como dejar de fumar. Son más adictivas que fumar porque son gratis y siempre están a tu disposición, sin tener que bajar al estanco. Es una droga muy poderosa, pero no sé cómo se regula para evitar que la gente las use. Además hay matices, porque tienen muchas cosas buenas, ayudan a la gente y son útiles. ¿Cómo haces para tener eso sin la parte mala? Es complicado.

Entonces, ¿considera hablar de una adicción?

Quizá sea demasiado decir eso porque desprecia a la gente que tiene adicciones reales, pero creo que existen similitudes. El libro es, en cierto modo, la historia de mi propio viaje intentando recuperarme de algo parecido a una adicción. Como con el alcoholismo, es algo que no controlas y que sabes que te está haciendo daño, pero en este caso es más como una compulsión. A menudo se trata simplemente de ansiedad. Crees que hablar más te ayudará, pero en realidad lo estás empeorando. Lo más interesante es que al forzarte a ser consciente y hablar menos puedes calmarla. 

Una de las conclusiones del libro es que no basta con callarse: también hay que escuchar.

No hablar está muy bien, pero si no escuchas entonces solo estás ignorando a la gente y eso no es bueno. No hablar te ayuda a dejar de cometer errores dañinos por hablar demasiado y también puede hacerte un mejor negociador, más exitoso en el trabajo, más sano, más feliz. Pero son cosas, entre comillas, egoístas. Descubrir que si escuchas a la gente y no les hablas tanto puedes mejorar sus vidas fue como un regalo: ya no iba todo sobre mí y sobre conseguir cosas. Escuchar es como dar.

Lo que tuitea Elon Musk ha generado un culto a su alrededor, pero tuitear constantemente no le hace más poderoso sino que lo debilita. Una vez te das cuenta de que dice muchas cosas realmente estúpidas ves que igual no era tan listo como todos creíamos

¿Cómo ser mejores escuchando?

Se puede enseñar y practicar. Una forma es teniendo conversaciones difíciles, ya sea con alguien con el que te cuesta hablar o con quien nunca has conectado. Ve y habla con ellos, pero prometiéndote antes que los escucharás. Pregúntate cómo fue, qué recuerdas, si cambió cómo ves a esa persona. Tiene que ser intencional, tienes que ir con la intención de escuchar, de escuchar más de lo que hablas. Y escuchar de verdad, porque el otro problema es que no escuchamos, solo esperamos a que la otra persona deje de hablar.

¿Se puede tener éxito hoy callándose? En el libro pone el ejemplo de Tim Cook y asegura que su discreción es estratégica, pero luego tenemos a gente como Elon Musk.

Y Trump, que en cierto modo me revienta la tesis. Pero creo que al final su lengua los meterá en problemas. Trump ahora está diciendo cosas ridículas en internet que le hacen daño legalmente; sus abogados intentan que se calle, pero no puede evitarlo. A Musk también le pasó: dijo que iba a vender la empresa y tenía un comprador para Tesla y luego no era cierto y se metió en problemas con la Comisión de Bolsa y Valores, aunque siempre se vaya de rositas. Es gracioso con Musk, porque lo que tuitea ha generado un culto a su alrededor, pero tuitear constantemente no le hace más poderoso sino que lo debilita. Una vez te das cuenta de que dice muchas cosas realmente estúpidas ves que igual no era tan listo como todos creíamos. Estaría mejor si fuera más misterioso.

Dedica un capítulo entero al mansplainning y a la necesidad de que las mujeres “aprendan a interrumpir”. ¿Debemos callarnos todos por igual?

Los hombres deberían callarse y dejar espacio para que las mujeres hablen, y todo empieza por ser conscientes de que tendemos a hablar más que ellas en una reunión. No significa que seamos malos, nos han condicionado así desde chicos y ni nos damos cuenta de que estamos interrumpiendo. 

Lo retorcido de esto es que los hombres han creado el estereotipo de que son las mujeres las que hablan todo el tiempo y son bocazas, cuando no es verdad

Lo retorcido de esto es que los hombres han creado el estereotipo de que son las mujeres las que hablan todo el tiempo y son bocazas, cuando no es verdad. Es otra forma que tienen los hombres de que las mujeres no hablen. Ya pasaba en la Edad Media, cuando la gente era castigada por “pecados de la lengua” y el 90% de las veces eran mujeres. Entrevisté a una medievalista que me dijo que normalmente no es que la mujer hablara demasiado, sino que decía algo que a la gente no le gustaba.

Las mujeres realmente deben hablar alto. Cuando se publicó el libro una mujer me dijo en LinkedIn: “Genial, otro hombre blanco diciéndonos a las mujeres que nos callemos la puta boca, esto son gilipolleces”. No había leído el libro pero había visto el titular, cuando lo que realmente dice es que los hombres deben callarse para que las mujeres puedan hablar más.

¿Cómo pueden hombres y mujeres cambiar esto?

Puedes llevarte una libreta a una reunión y llevar la cuenta de cada vez que hay una interrupción: si lo haces, verás que hay una gran disparidad. Entonces puedes tomar cartas en el asunto y trabajar en ello. Los hombres, una vez son conscientes de esto, deberían señalarlo cuando lo ven y reprenderlo: “Espera, esta persona no había terminado de hablar, por favor sigue”. También puedes pedir ideas de mujeres en reuniones. Las mujeres deberían hablar más en las reuniones. Deberían aprender a interrumpir si lo necesitan, o a evitar que las interrumpan a ellas.

¿Cuándo sí deberíamos hablar?

A veces necesitas hablar, pero se trata de tener intención, preguntarse por qué y para qué vas a hacerlo. ¿Estoy hablando solo porque me apetece que me escuchen o porque tengo algo que compartir que aportará valor a la conversación en algo sobre lo que tengo experiencia? Entonces sí que deberías hablar.

Asegura que callarse es una forma de terapia. ¿Lo es?

No creo que sea una varita mágica ni que alguien que necesite psicoterapia deba hacer esto en su lugar, pero a mí me ayudó mucho. Descubrí que pensar sobre si hablas demasiado y por qué quizá te ayude a entender cosas sobre ti mismo, cambiar cómo hablas y así ayudarte a solucionar algunos problemas de tu vida, ser más feliz, llevarte mejor con la gente o tener menos ansiedad.

Una de las cosas más asombrosas que aprendí es que cómo hablas y de qué hablas puede afectar a tu salud. Por ejemplo, hay estudios que muestran que quienes usan más palabras en conversaciones buenas, sustanciosas y con significado eran más felices. ¿Cómo tener este tipo de conversaciones? Una de las palabras que usaba mucho el investigador con el que hablé era “autenticidad”. Tener conversaciones en las que realmente eres tu auténtico yo. No estás creando un personaje. Tener una conversación real en la que vas más allá del “¿qué tal?” para preguntar “¿cómo estás?, pero de verdad, ¿cómo estás?”.

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