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Un estudio señala que comer nueces mejora la atención de los adolescentes

Imagen de archivo de una cesta de nueces

David Noriega

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Comer nueces de forma habitual está relacionado con una mejora en la capacidad de atención de los adolescentes, su desarrollo cognitivo y su maduración psicológica. Es lo que señala un estudio que ha analizado el comportamiento de 700 jóvenes de entre 11 y 16 años de 12 institutos de Barcelona y que ha sido publicado en la revista eClinicalMedicine, editada por The Lancet Discovery Science.

El trabajo, que ha sido capitaneado por el Institut d'Invertigació Sanitària Pere Virgil (IISPV) y en él han colaborado Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal) y el Instituto Hospital del Mar de Investigaciones Médicas (IMIM), ha medido el impacto del consumo de nueces en el desarrollo cognitivo de los y las adolescentes, muestra que aquellos jóvenes que comen nueces de forma regular, bien diariamente o hasta tres veces por semana, aumentan su capacidad de atención. Según los responsables del estudio, la mejora se hace evidente también entre aquellos estudiantes que presentaban síntomas de trastorno de déficit de atención e hiperactividad.

Según indica el centro en un comunicado, la clave está en el ácido graso alfa-linolénico, presente en estos frutos secos. “La adolescencia es un momento de grandes cambios biológicos: se produce una transformación hormonal que, a su vez, es la responsable de estimular el crecimiento sináptico del lóbulo frontal. Esta parte de nuestro cerebro es la que posibilita la maduración neuropsicológica, es decir, de las capacidades emocionales y cognitivas más complejas. Las neuronas bien alimentadas con este tipo de ácidos grasos podrán crecer y crear nuevas sinapsis, que serán más fuertes”, explica el investigador principal y coordinador del Grupo de Investigación NeuroÉpia del IISPV, Jordi Julvez.

El experimento consistió en una intervención dietética sencilla. Los investigadores dividieron a los 700 participantes en dos grupos: uno de control, sin modificación de sus conductas, y otro experimental, al que entregaron paquetes de nueces peladas de 30 gramos, que podían tomar todos o algunos días durante seis meses. La mejora en la atención se apreció en aquellos que consumieron las nueces al menos 100 días.

También mejoró la inteligencia fluida, que se refiere a la capacidad de un individuo para adaptarse a situaciones novedosas. En este caso, los investigadores utilizaron test cada vez más complicados. “En su conjunto, no se encontraron diferencias significativas en el grupo de intervención con relación al grupo control, pero si se considera el factor adherencia, entonces sí se observan resultados positivos. Los y las participantes que más se ajustaron a las pautas, en cuanto a las dosis recomendadas de nueces y al número de días de consumo, mostraron mejoras en las funciones neuropsicológicas evaluadas”, indica Julvez.

En la misma nota, la primera autora del estudio, Ariadna Pinar, señala que “si los chicos y las chicas hicieran caso a estas recomendaciones y comieran un puñado de nueces al día, o al menos 3 veces a la semana, verían muchas mejoras sustanciales en las capacidades cognitivas, y les ayudaría a afrontar los retos que implica la etapa de la adolescencia y la entrada a la adultez. La adolescencia es un período de gran desarrollo cerebral y de comportamientos complejos que requiere una cantidad importante de energía y nutrientes”.

El estudio ha contado con la financiación del Instituto de Salud Carlos III, dependiente del Ministerio de Ciencia e Innovación, y con la colaboración de la California Walnut Commission. Esta agencia, financiada por los productores de nueces de California, Estados Unidos, se dedica a la investigación en salud y a actividades de desarrollo del mercado de exportación. En este trabajo han facilitado los paquetes de nueces que se ofrecían a los y las jóvenes del grupo experimental.

Aunque los autores señalan que se trata de una investigación “inédita”, puesto que nunca se había analizado el impacto del consumo de nueces en la adolescencia, ha habido otros estudios que señalan los beneficios de comer frutos secos en otras etapas de la vida. Precisamente, un trabajo del ISGlobal publicado en 2019 en la revista Journal of Epidemiology ya asociaba una dieta rica en frutos secos durante los primeros tres meses de embarazo con una mejor función cognitiva, atención y memoria a largo plazo en los hijos, tras realizar test a niños y niñas al año y medio, los cinco y los ocho años de su nacimiento.

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