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La precariedad laboral entre los jóvenes investigadores se ha convertido en la norma

El físico Iván Agulló, que emigró y ahora trabaja en la universidad de Louisiana

Teguayco Pinto

“Trabajo en el extranjero porque el sistema español no tiene lugar para mí”. El físico Iván Agulló es uno de los muchos jóvenes investigadores españoles que han tenido que emigrar para labrarse un futuro en el mundo científico. Casos como el de Agulló o el del biólogo español que ha sido contratado en Princeton, tras haberle sido denegadas becas en España hasta en 10 ocasiones, no son puntuales, sino que son un reflejo de la precariedad laboral del sistema de I+D español.

El caso de Agulló, que se marchó de España al inicio de la crisis, es especialmente llamativo, ya que tan solo dos años después de haber emigrado se convirtió en el primer español en recibir el prestigioso premio de la Gravity Research Foundation. Un galardón que han recibido grandes nombres de la física como Stephen Hawking, Roger Penrose o el premio Nobel George Smoot. Además, el mes pasado recibió el premio CAREER de la National Science Foundation y hace tan solo unos días, la Sociedad Internacional de Relatividad General y Gravitación anunció que concedía a este físico el premio a joven investigador de 2016.

El mito de la movilidad

Sin embargo, para sorpresa algunos e indignación de muchos, el argumento del gobierno de Mariano Rajoy ante la pérdida de científicos jóvenes ha sido negar la mayor, asegurando que no existe fuga de cerebros sino “movilidad”. El propio exministro de Educación Wert se refería a esta situación asegurando que “el hecho de que haya jóvenes con capacidad y voluntad de movilidad” y “que quieran ensanchar sus horizontes profesionales, nunca puede considerarse un fenómeno negativo”.

El propio Agulló reconoce que se fue con la idea de adquirir experiencia internacional, “pero al poco de irme se me cerraron las puertas y, como muchos otros, me quedé fuera”. Además, este investigador destaca que, a pesar de que le gustaría volver, las condiciones laborales y los recursos para investigar que tiene en su actual puesto de trabajo en la Universidad Estatal de Louisiana “no las conseguiría en España” y que le “sería mucho más complicado ser competitivo al mismo nivel que ahora”.

Precariedad laboral y falta de oportunidades

El problema, tal y como señala Agulló, no se encuentra solo en los que se van por falta de oportunidades o en busca de experiencia internacional, sino también en la precariedad laboral a la que se enfrentan los que están en España o que han intentado regresar.

“Yo me fui a Brasil con una beca de investigación y cuando se me terminó me ofrecieron quedarme allí y seguir trabajando, pero por problemas personales decidí volver a España”, cuenta a eldiario.es Marta Medina. Sin embargo, esta ingeniera de 31 años tuvo que abandonar la carrera investigadora ya que “actualmente no veo oportunidades para retomarla”.

Para ponerle cifras a esta situación de precariedad laboral, la Confederación de Sociedades Científicas de España (Cosce) realizó un informe el pasado mes de enero en el que se asegura que el envejecimiento de plantillas y la falta de inversión en recursos humanos “están llevando al sistema de ciencia a un debilitamiento del que será difícil recuperarlo”. 

Igualmente, el sindicato CCOO ha realizado varios informes que indican que el CSIC perdió más de 4.000 trabajadores solo entre 2011 y 2013 y que el parque de investigadores ha caído un 10% respecto a 2010. Desde el sindicato también se alerta de que se ha producido una “reducción masiva de las plantillas de jóvenes investigadores”, lo que conlleva que haya “plantillas envejecidas mientras los jóvenes emigran”.

El trabajo gratis, una lacra del sistema de I+D español

Además, entre las características más “llamativas” del sistema de I+D español en lo que respecta a los jóvenes investigadores, Javier Sánchez Perona, portavoz del colectivo Ciencia con Futuro, destaca el hecho de que “es muy habitual que haya personas que estén trabajando sin cobrar”. Según cuenta a eldiario.es este científico titular del CSIC, “es tan habitual que por ahí hemos pasado todos, ya que en algún momento de nuestra carrera hemos estado trabajando gratis”.

Sánchez reconoce que “esta situación no es nueva”, pero que “es peor que hace cinco años”, ya que los recortes han afectado al número de contratos que los investigadores principales de los proyectos pueden convocar. “Al haber menos proyectos, hay menos contratos y hay una mayor tendencia a que se admita a personas que trabajan sin cobrar”, concluye este investigador.

La situación puede llegar a extremos como el de Medina, quien asegura que trabajó gratis en los cuatro proyectos en los que participó en España y afirma que “el único lugar donde me han pagado por investigar ha sido en Brasil”.

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