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“Nos han engañado”: científicos atraídos a España por unas ayudas públicas renuncian por la falta de perspectivas

Investigadores nacionales y extranjeros vinieron a España atraídos por una ayuda que acabó no dando lo que prometía.

Raúl Novoa

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Tras casi diez años en el extranjero, Beatriz de Diego vio una oportunidad de retorno en la convocatoria de las ayudas Margarita Salas y María Zambrano, unas ayudas creadas por el Ministerio de Universidades en plena pandemia para recualificar a los científicos españoles y atraer talento investigador, tanto nacional como extranjero. Dada su experiencia, De Diego obtuvo una Zambrano, una ayuda que prometía un salario de 4.000 euros brutos al mes. Pero había letra pequeña, y ante la poca perspectiva de estabilización a futuro –los contratos duran tres años y por el momento no hay perspectiva de renovarlos– o que la universidad descuente de su salario los costes empresariales de la Seguridad Social —unos mil euros menos cada mes—, renunció a su plaza tras apenas medio año.

“Aunque ganase menos que en Estados Unidos, la Zambrano parecía un buen puente para volverme a España”, explica la científica de desarrollo del lenguaje en niños en la Universitat Autónoma de Barcelona. Pero no contaba con que iba a ganar tanto menos. “Cuando firmé el contrato mi nómina era de 1.000 euros menos de lo prometido en el BOE. Acepté porque tenía que quedarme. Lo que no imaginaba era la incertidumbre en la que te ves en España con estas ayudas; desvalorizan nuestra experiencia”. Ahora esta científica segoviana trabaja con una plaza pública de profesora ayudante doctor en la Universidad de Valladolid, un puesto “muy por debajo” de la experiencia que ella tiene, asegura. Aunque cobra “más o menos” como con la Zambrano, recibe en su cuenta hasta cinco veces menos de lo que ingresaba en Arizona.

De Diego lo dejó, pero muchos beneficiarios de una ayuda María Zambrano o Margarita Salas se han quedado. Y están en pie de guerra. Aprovechando que el ministerio redactó una convocatoria ambigua, que daba libertad a las universidades para establecer la relación laboral que quisieran con sus investigadores, la mayoría de los centros les hicieron contratos por los que pagan las cuotas empresariales a la Seguridad Social, el dinero que habitualmente pone el empleador, con los fondos de la convocatoria. Con el dinero que Manuel Castells, el ministro que puso en marcha los programas, anunció como parte de las nóminas. Los científicos creen que es ilegal y el caso está en los juzgados. Con un resultado desigual por el momento.

La Justicia de Castilla y León y la Inspección de Trabajo en Valencia han decretado que es ilegal extraer del salario de los trabajadores los costes de la cuota patronal. Según este razonamiento, solo cuatro universidades lo hacen bien y están pagando la totalidad de las ayudas que prometió el Ministerio de Universidades. Pero los rectorados también tienen una sentencia estimatoria: el TSJ de Murcia falló en su favor. El caso apunta al Supremo, que tendrá que unificar doctrina. La CRUE, que aglutina a las universidades públicas, emitió un comunicado este jueves en el que recuerda que el ministerio permitía a las universidades detraer la cuota patronal de los fondos de los investigadores y defiende esta práctica a la vez que dice que las universidades “apuestan por el desarrollo de la carrera del personal investigador en las mejores condiciones”.

Estos contratos para investigadores posdoctorales contaban con una inversión de la UE de 387,15 millones de euros para el período 2021-2023. Según indica el Ministerio, se repartieron en las universidades públicas españolas un total de 3.914 plazas: 1.218 de María Zambrano —las más prestigiosas, exigen más experiencia— y 2.696 plazas de Margarita Salas.

“Es un parche sin planificación de futuro”

Como Beatriz de Diego, Miguel Moreno llevaba un tiempo fuera y quería volver. Este paleontólogo acumulaba seis años en la Universidade Nova de Lisboa, en Portugal, cuando consiguió una María Zambrano en la Universidad de Zaragoza. Duró poco: en cuanto llegó una oferta con mayor proyección de futuro canceló la ayuda del ministerio. Aunque ahora cobra menos, recibe la ayuda Ramón y Cajal en el mismo centro y esta ayuda “tiene más garantías de consolidación y facilidades para obtener una plaza de profesor. Cobro unos 300 euros menos al mes, que se compensa con tener 14 pagas en vez de 12, aunque en el cómputo total sigo perdiendo dinero”.

Con más perspectiva, este investigador, opina que “son unas ayudas parche, sin planificación de futuro”. Además de retraer de su salario los costes empresariales de la Seguridad Social, “tampoco se paga la antigüedad, no se pueden solicitar doctorandos o liderar proyectos”. Aún así, los investigadores beneficiarios de las Zambrano consultados coinciden en que los Margarita Salas, que cobran entre 1.200 y 500 euros menos según la modalidad, son los que están teniendo más problemas económicos, sobre todo en el extranjero.

Los extranjeros que vienen a España

Las ayudas María Zambrano también se usaron con el argumento de atraer talento internacional, no solo de las personas españolas emigradas en el pasado. La brasileña Amalia Pérez era catedrática e investigadora en la Universidad de Brasilia, pero tiene raíces españolas y ya había hecho una estancia internacional en Valencia. Estas ayudas le parecieron una oportunidad para trasladarse a España junto a su familia. Obtuvo una plaza en la Universidad de Zaragoza. Sin embargo, asegura que se sintió engañada cuando vio la primera nómina: “Sabía que la oferta hablaba de euros en bruto, pero no es lo mismo esperar recibir más de 3.000 euros netos que 2.300, más aún cuando vienes con hijos”. “Vine cobrando menos que en Brasil y allí ya teníamos una casa en propiedad. Que te traten así, sumado a toda la burocracia que hay, hasta duele”, lamenta la investigadora en psicología de entornos laborales.

Te planteas si esto merece la pena. Haces un esfuerzo y mueves a tu familia para estar con el agua al cuello.Tiene un coste psicológico muy duro

Amalia Pérez Investigadora brasileña beneficiaria de una María Zambrano

“Se me va casi todo el sueldo en el alquiler. De no ser porque mi marido trabaja no sé que sería de nosotros”, señala Pérez y espera que con la última sentencia judicial, favorable, “esto se arregle pronto”. En su opinión, lo peor “es que parece que no interesa que nos quedemos, solo ocurre si lo ofrecen desde el departamento”. “Me encanta lo que hago y soy consciente de la falta de financiación de las universidades, pero las instituciones deberían arreglarlo”, demanda. “Te planteas mucho si esto merece la pena. Haces un esfuerzo y mueves a tu familia y tu vida para estar con el agua al cuello en otro país. Cambias todo para no tener ninguna certeza. Tiene un coste humano y psicológico muy duro”.

Al peruano Renzo Espinosa, investigador de energías renovables en simulaciones con departamentos eléctricos, también le pareció una buena oportunidad trabajar en España con una de estas ayudas. “El proyecto de la Universidad Politécnica de Catalunya me interesaba mucho. Dejé mi trabajo y me mudé”, detalla Espinosa que, igual que Amalia Pérez, se marchó con su familia desde Brasil. Él se enteró de que iba a cobrar menos poco antes de venir a España: “Ya tenía los billetes comprados y habíamos vendido el coche. Cuando te enteras piensas: 'Podré con esto'”.

Preguntado por la convocatoria, dice no sentirse engañado, pero que “cuando uno es de fuera y planea las cosas no conoce los pormenores de la ley como para que te avisen a un mes de venir”. “En Brasil cobraba más y tenía un trabajo fijo. Duele apostar todo por venirte y acabar haciendo malabares con el dinero”, reflexiona e insiste en destacar que le encanta su trabajo y el departamento, pero que al darse cuenta de que “las convocatorias tenían negligencias y que te pagan menos uno no puede ser completamente feliz”.

Otros científicos han encontrado diferentes ayudas para quedarse en España. Le ha sucedido al italiano Neri Marsili, investigador de filosofía de la comunicación. Explica que una vez vio estas ayudas le pareció una buena idea trasladarse a España. Él, relata, se enteró de que le descontarían la cuota patronal poco antes de llegar, por lo que decidió buscar alternativas. “Cuando me lo dijeron no me lo creía y pensé que era ridículo y que nos engañaban”, señala el investigador, que también ha trabajado en Inglaterra.

Marsili comenzó el contrato en la UB, pero a los pocos meses lo dejó por otra de un plan de atracción de talento de la Comunidad de Madrid en la UNED, donde cobra más y tiene una duración de cinco años. “Quitando los gastos empresariales de la Seguridad Social del salario, si se compara con con otras ayudas de otros países no es competitiva. Me parece muy hipócrita que pongan estas letras pequeñas”, lamenta.

¿Calidad o cantidad?

Una crítica generalizada de las fuentes consultadas es la falta de estabilización de estas ayudas para el científico que viene del extranjero. “Han apostado más por la cantidad de oferta de plazas y no tanto por las buenas condiciones económicas, laborales y con perspectivas de futuro”, opina Beatriz de Diego, para quien la responsabilidad “es tanto del Ministerio por no ser claro como de las universidades por no ejecutar correctamente sus pagos”.

“Las María Zambrano cobran menos de lo que se les prometió, pero más que casi todos los contratos equivalentes”, subraya por su parte Miguel Moreno. Este científico opina sobre el Ministerio que como es una inyección de dinero puntual, “probablemente no se repita y no quieren ser el Gobierno que subió los salarios un año para bajarlos al año siguiente”. “Si la idea atraer a gente que tuviese un recorrido en la investigación no lo han hecho bien. Desilusiona estar así”, añade por su parte Amalia Pérez.

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