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La Rioja Baja asume su primera jornada de restricciones con resignación

La Rioja Baja asume su primera jornada de restricciones con resignación
Calahorra (La Rioja) —

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Calahorra (La Rioja), 1 oct (EFE).- La resignación es el sentimiento dominante en Calahorra, Arnedo y Rincón de Soto, las tres localidades de La Rioja Baja en las que han comenzado este jueves las medidas de restricción de la movilidad para tratar de frenar la curva de contagios de la COVID-19, dado que sus tasas de contagio son cercanas a los 1.000 casos por cada 100.000 habitantes.

La vida cotidiana ha continuado en estos tres municipios con una normalidad “reducida” en el interior, con sus propios vecinos, aunque algunos hosteleros y comerciantes han expresado cierta contrariedad; mientras que ha sido más visible la incidencia de las medidas en los accesos, con presencia de un centenar de agentes de la Guardia Civil de La Rioja, Navarra y Argón, que reclamaban a todos los ocupantes de los vehículos las razones de su desplazamiento para acceder o salir de estas localidades.

Pero dado que, por ejemplo, esos desplazamientos se pueden hacer para ir a trabajar, a centros educativos y sanitarios y para comprar productos básicos, el movimiento de vehículos ha sido constante desde que se han iniciado los controles, pero sin apenas incidencias, han explicado a Efe los agentes, que han asumido esta primera jornada como “informativa” en los controles.

A ello se ha unido el hecho de que los controles se han centrado en accesos principales de los municipios y, aunque en otros se han colocado obstáculos de hormigón, sí que en los tres municipios quedaban otros lugares de acceso sin control.

En Calahorra, con unos 24.800 habitantes; y Arnedo, con unos 15.000, los controles han comenzado a primera hora de la mañana; y en este último municipio, uno de los de entrada se ha desplazado en varios momentos al polígono industrial, en el que se concentran decenas de empresas de venta calzado, a las que no se ha dejado acceder para comprar, ante la queja de los comerciantes.

El cumplimiento de estas medidas acordadas por el Gobierno de La Rioja para estos tres municipios, que suman unos 43.500 habitantes, se extenderá durante siete días y entre ellas destaca su cierre perimetral, con el control de sus accesos de entrada y salida, dado que se ha establecido una restricción de la movilidad.

Por ello, están prohibidos los movimientos de entrada y salida de personas en estas localidades, salvo en desplazamientos debidamente justificados, como asistir a un centro sanitario o educativo, por causas laborales o profesionales, para cuidar a una persona vulnerable, regresar al lugar de residencia habitual o por motivos de fuerza mayor.

A ello se suma la suspensión de todas las actividades de los establecimientos de hostelería y restauración, excepto las relativas a la preparación y distribución de comida a domicilio y el servicio de terraza, pero no se podrá entrar al interior de los locales; y se limita a un máximo de diez personas el número de las que pueden asistir a bodas, bautizos, comuniones, velatorios, entierros y celebraciones religiosas en espacios cerrados, pero en entierros al aire libre se amplía a 20.

Estas últimas medidas son las que han provocado que los ciudadanos y profesionales asuman estas restricciones con resignación, pero también contrariados porque “precisamente ahora es cuando están bajando los casos de coronavirus”.

Así lo ha explicado el dueño de un bar de Rincón de Soto, municipios con unos 3.700 habitantes, con el que ha coincidido Rubén, otro hostelero de Calahorra, contrariado porque “se puede entrar a diferentes locales comerciales, de ropa o de alimentación, y se puede comprar un coche, pero no se puede entrar a un bar, aunque es aquí donde hemos tomado medidas de prevención y seguridad”.

En la misma línea, Demetrio Domínguez, dueño de un hotel en Arnedo y presidente de los hoteleros riojanos, ha subrayado que “si hay que tomar medidas de prevención, se toman y lo hemos hecho”, pero “estas restricciones no tienen sentido en este momento y nos hacen mucho daño” porque “vemos que se permite a cualquier persona ir a su trabajo, salvo que seas recepcionista o personal de un hotel”.

Una de las comerciantes calagurritanas, Margarita, ha señalado que, “aunque se ve movimiento en la calle, no es lo de un día normal, sobre todo porque aquí viene mucha gente de la ribera de Navarra y a esas personas es a las que realmente se les ha restringido el movimiento porque venían a pasear, tomar un café y hacer unas compras, y eso no se permite”.

También ha explicado la gerente de la Asociación de Comerciantes y Hosteleros de Arnedo, Ana Quiñones, que “esta situación se ha hecho de tal manera que castiga a la hostelería, el comercio y el turismo”, que han tenido un comportamiento “ejemplar” desde que se inicio la pandemia para primar la salud ante todo.

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