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“Memorizo datos que olvido a los dos días”: los alumnos no tienen métodos de estudio efectivos, según docentes

Un alumno, estudiando con un rotulador.

Paula del Toro

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Héctor tiene 24 años y es estudiante de posgrado en el Máster Universitario en Ingeniería Estructural de Construcciones Industriales de la Universidad Carlos III de Madrid. Cuenta que, desde el instituto, los profesores le decían que tenía que cambiar su método de estudio porque no retenía la materia, solo la memorizaba a corto plazo: “Había conceptos que aprendía para un examen y, cuando a los seis meses tenía una asignatura similar, tenía que volver a prepararme esos conceptos y ejercicios de la materia anterior porque realmente no me lo había aprendido, solo había preparado un examen. Es algo frustrante”, relata.

A Carlos, opositor a bombero para el Ayuntamiento de Madrid, le ocurre algo parecido y cree que el problema lo arrastra desde su etapa en la educación primaria: “Nunca he tenido una orientación a la hora de estudiar, realmente no recuerdo nada de muchos exámenes en los que tuve que memorizar datos que olvidé a los dos días por falta de uso”, recuerda. Ahora que estudia un temario determinado cada día y se organiza su tiempo de manera efectiva, ha notado un cambio en sus resultados: “Yo no he tenido la sensación de estudiar en serio hasta que empecé con la oposición. No sé si es por la motivación que me supone o porque me lo tomo más en serio al saber que un temario tan denso es imposible estudiarlo el día de antes. Creo que el sistema educativo está diseñado para aprender por repetición y a corto plazo”. 

Estudiar buscando resultados rápidos y olvidar los conceptos de forma inmediata y permanente tras el examen parece ser una práctica común de los alumnos españoles, según Mariano Castagneto, docente en su propia academia de métodos de estudio. Desde 2001 ayuda cada año a alumnos y alumnas como Héctor y Carlos, tanto de España como de Latinoamérica, impartiendo un curso intensivo en el que enseña su método llamado “Expertamente”. Se trata de una metodología que aprendió de sus abuelos: de Ricardo, psicólogo y docente en la universidad de Buenos Aires, y Olga, profesora de letras. Juntos se dieron cuenta de que los estudiantes, cuando se encuentran ante un libro o unos apuntes, solamente utilizan la memoria y se olvidan de que existen otras herramientas posibles para crearse sus propios métodos: “Nuestro modelo de estudio está basado en la mentalidad positiva, la organización de los tiempos y una técnica adaptada a cada alumno. La primera parte es fundamental, ya que las cuestiones personales y emocionales se dejan de lado en muchas ocasiones por parte de los centros o el profesorado y, la mayoría de veces, es el problema principal”, señala Castagneto. 

El profesor ha detectado que el “no reconocerse como personas capaces de estudiar” es una característica general en todos los alumnos que han acudido a su academia: “Su nivel de exigencia es tan grande que, si no llegan a los resultados esperados comparándolos con el tiempo dedicado, les baja la autoestima y aún les cuesta más estudiar. La ansiedad de tener un resultado inmediato junto a la cantidad de materia que ven que se les viene encima, sobre todo después de la ESO, hace que necesiten una disposición de cambio de mentalidad y ver sus fortalezas y debilidades antes de aprender una técnica como tal”, sostiene el docente.

Cuando trato de centrarme en una materia que no me resulta atractiva, mi capacidad de concentración es bastante mala. Tantas horas mirando el mismo papel... Llega un momento en que el temario se me sale por las orejas pero siento que no he aprendido nada

Carlos Estudiante

Este patrón es algo es común en las clases de toda España, según José Antonio Lucero, profesor de Historia en un instituto de Cádiz: “En mi asignatura, por ejemplo, el temario es muy amplio y noto que mis alumnos de cuarto de la ESO y Bachillerato sienten muchas veces ansiedad por la cantidad de contenido que tienen que estudiar. Los profesores debemos resumir y condensar esos temas para poner el foco en lo importante y llevando a cabo prácticas educativas variadas. Así sentirán que están saliendo de la monotonía de los exámenes ordinarios, se les hará más llevadero y sus ánimos cambiarán”.

También coincide con Castagneto en que existe una tendencia general a intentar memorizar todo el temario de cada asignatura y propone que “se fomente el desarrollo de proyectos que pongan en juego habilidades como la expresión oral, la creatividad y la capacidad de cooperación” incluso en el examen de Selectividad: “Aunque la LOMLOE y nuestras clases ya están encaminadas a estas prácticas competenciales, todavía hay que sobrepasar un techo importante como es la EVAU. Realizar prácticas en clase y después presionar a los alumnos por una nota que se basa en el desarrollo de un tema es una contradicción”, reflexiona Lucero.

La lectura recreativa y la imaginación, claves para un estudio efectivo

Los estudiantes Héctor y Carlos confiesan en conversación con elDiario.es que, a pesar de que su método de estudio habitual no es el mejor para mejorar sus resultados, no han pensado nunca en cómo cambiarlo. Su forma de ponerse a estudiar hace que pierdan tiempo por falta de concentración: “Cuando se trata de centrarme en una materia que no me resulta demasiado atractiva, mi capacidad de concentración es bastante mala. Además, tantas horas seguidas sentado en una silla mirando el mismo papel hacen que me resulte aún más difícil aprovechar el tiempo que dedico. Llega un momento en el que el temario se me sale por las orejas, pero siento que no he aprendido nada”, cuenta Carlos. 

Héctor asegura haberse librado de distracciones, pero no piensa en otras metodologías: “Lo que a mí personalmente me ha venido mejor es apagar el móvil y hacer descansos controlados. En mi opinión, las bibliotecas son muy efectivas solo si acudes con una persona que tenga mayor concentración, porque si no al final te distraes y te engañas a ti mismo haciéndote creer que estudias, pero en realidad solo pierdes el tiempo”.

Mariano Castagneto asegura que los estudiantes llegan con muchas carencias, pero que la más común es la falta de comprensión lectora: “Las nuevas generaciones no leen de forma recreativa, lo que hace que no vean lo que es importante en un texto. Esto les lleva a subrayar todo y querer memorizarlo porque entienden que es la única manera para sacarlo adelante”. Señala que esas prácticas competenciales de las que hablaba el docente Lucero son claves para reciclar un método de estudio y que este resulte efectivo: “Nuestra técnica se basa en dejar a un lado la memorización y utilizar la imaginación, la observación y la memoria visual. Les recomendamos que personalicen su estudio haciendo un trabajo intelectual apartado del texto. Es decir, que se hagan pósters, audios contando el tema, dibujos o que utilicen colores para desarrollar memoria visual… algo adaptado a sus capacidades de retención en lo que plasmen el temario de manera diferente y les saque de la propia hoja que están leyendo”, explica. 

Las ratios escolares: una piedra en el camino de la orientación

En las clases de los colegios e institutos de España hay entre 25 y 30 estudiantes por clase. En la universidad pública esta cifra se dispara llegando a ser, en ocasiones, hasta 90 jóvenes con un solo profesor. El problema de las ratios sigue siendo uno de los grandes retos que tiene por delante el sistema educativo español y se ha convertido en una pieza clave en la lucha de los profesionales educativos para mejorarlo. Según el profesor Lucero, cada vez cuesta más llegar a las necesidades de cada alumno: “Me gusta tener un grupo grande de alumnos, pero con 30 por clase mi capacidad para llegar a todos está cada día más limitada. El sistema hace recaer en los profesores cada vez más responsabilidad porque, por ejemplo, nos estamos viendo obligados a atender más a su salud mental pero lo seguimos haciendo con el mismo número de alumnos. Falta personal especializado en orientación y psicología, un trabajo para el que los profesores no contamos con las competencias necesarias”, defiende el docente. 

Mariano Castagneto coincide en esta idea y lo señala como el principal problema para que los alumnos puedan resolver su formación de manera óptima: “Los ratios no permiten al profesorado dedicar el tiempo necesario a cada alumno y personalizar su estudio a sus necesidades emocionales y cognitivas. Además, pienso que es necesario un cambio de forma en la educación porque los programas están anticuados. Sabemos que cambiar algo tan grande es muy difícil, pero es necesario adaptar el contenido y su forma a los cambios que se presentan en el futuro con recursos como YouTube o TikTok”, concluye.

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