La otra red: cibervoluntarios para que WhatsApp también sea un asunto de mayores

“Yo no sé cómo meter fotos”. “A veces me sale que no tengo conexión a la red”. “¿Sabéis lo que es un hashtag?” Móvil y libreta en mano, una quincena de personas de entre sesenta y muchos y ochenta y pocos ha asistido a un taller sobre aplicaciones en Pedrezuela, municipio madrileño de algo más de 5.700 habitantes. Lo que más les ha interesado ha sido cómo instalar la aplicación de la tarjeta sanitaria de la Comunidad de Madrid o cómo poder guardar las fotos del móvil por si este se rompe.

Al comienzo de la pandemia, Ángeles Núñez se hizo cibervoluntaria, explica con voz tranquila mientras se sientan los participantes. Después de muchos años trabajando en banca, pensó en apuntarse a esta actividad. Este año ha impartido cuatro talleres y contesta paciente a todas las dudas y preguntas. “¿Si ves una película que dura dos horas qué haces con la batería del teléfono?” “¿Se pueden bajar aplicaciones en el ordenador?” Algunos ya utilizan Netflix.

“La gente mayor es muy receptiva y lo agradecen muchísimo porque ellos tienen una cosa que no tenemos los demás: tiempo. Disponen de tiempo, pero les falta esa ayuda para aprender”, dice Núñez antes de comenzar el taller de dos horas de la Fundación Cibervoluntarios. “Les permite estar comunicados con sus familiares. Sentirse más cercanos a la gente”, durante la pandemia, comenta, poner en marcha todo esto ha sido un reto, pero algo muy importante en zonas rurales, porque muchas personas mayores estuvieron muy solas en sus casas. Algunos tenían un móvil de última generación, pero no sabían cómo hacer una videollamada o cómo realizar una compra on line. La voluntaria cuenta divertida que, una vez que aprenden, no hay quien les haga soltar el móvil.

Todos toman notas atentos y hacen pruebas con sus móviles. En el taller, que ya tuvo una primera sesión por videollamada, van a aprender a descargar aplicaciones de ocio, sanitarias y de banca. Algunos comentan que ya tienen Facebook, aunque no lo utilizan mucho. Instagram les interesa menos. “Yo tengo Facebook y WhatsApp y del Instagram paso olímpicamente”, comenta Carmen, una de las alumnas. “Tengo Twitter, pero no lo uso. Tengo en mi casa la contraseña. El Facebook lo utilizo para ver noticias y para poner algo cuando no me gusta alguna cosa”. A Susi lo que más le ha interesado del taller es “lo del banco y la cita médica”. “Lo he anotado para poder hacerlo sin ayuda”, dice señalando su libreta.

“Ha sido muy curioso, sobre cosas que yo no sabía. No las he cogido todas, pero se me han quedado algunas”, añade Isabel, que está muy interesada en saber cómo gestionar sus fotos. “Cómo poder guardarlas, cómo poder bajármelas, cómo poder ponerlas donde yo quiera. Ahora las veo en la tele y en el móvil”, añade.

María quiere aprender a utilizar su móvil para hablar con sus familiares en Brasil y Venezuela. “Me enviaron un mensaje con la actividad. Lo interesante es aprender cómo se utiliza el móvil. Yo solo lo usaba para llamar y tiene el Facebook y otras cosas. Ahora estoy enterándome”, dice sonriente. “Me hacen videollamadas de fuera de España con familia que tengo en Brasil y Venezuela. Lo que más me interesa es eso. Comunicarme”.

“En la pandemia vimos que teníamos un montón de gente que, normalmente tiene mucha actividad social, pero que de repente estaban metidos en casa y no podían asistir a actividades”, explica Rocío Horcajada, concejala de Servicios Sociales de Pedrezuela. Desde el Consistorio, ya se había planteado introducir las nuevas tecnologías para la gente mayor, pero la pandemia lo aceleró. “Ahora era básico para poder relacionarse con el mundo exterior”.

Aunque al principio pueden tener la sensación “de que son incapaces o de que no lo van a conseguir”, dice Horcajada, “la realidad es que taller tras taller vemos que se conectan mejor y que van haciendo más videollamadas con sus familiares. Empiezan a ser autónomos”. “Siempre que cibervoluntarios tiene un taller nuevo, lo solicitamos”.

La Fundación Cibervoluntarios lleva 20 años acercando la tecnología a la gente que no lo tiene fácil. Cuenta con 1.800 voluntarios repartidos por toda España, que imparten talleres de diversas temáticas. El objetivo de la fundación es ayudar a subsanar la brecha digital. En el año 2020, y espoleados por la pandemia, 63.000 personas participaron en alguno de sus talleres on line. El 20% de sus actividades están enfocadas en el mundo rural. Lo único que hay que hacer para solicitar que se imparta uno de estos cursos es ponerse en contacto con la fundación y ellos mandan a los cibervoluntarios que estén más próximos. Hoy Ángeles viene de Paracuellos.

Isidoro, con 81 años, sabe utilizar WhatsApp perfectamente, pero reconoce que hay otros asuntos que le dan bastantes problemas. “Tego mis claves, las cambio, pero con esto de que te lo mandan por seguridad. Cada vez que quieres entrar en el banco o en el móvil, te mandan clave de acceso”, protesta. También quiere aprender a pasar las fotos al ordenador, porque tiene el móvil lleno de las imágenes que se manda con sus hijas.

Hacia el final del taller la profesora les habla de algunas aplicaciones de salud que pueden interesarles, como una que mide lo que han caminado a lo largo del día y otra que les avisa de que se tienen que tomar algún medicamento. “¡Pues va a estar todo el día pitando!”, bromea Luis divertido, al que hoy le ha servido el taller para recordar algunas cosas que ya sabía hacer.

“He recordado hacer cosas, que como no haces todos los días, a nuestra edad pues se olvidan”, Luis tiene 81 años. “El banco que lo uso mucho, pues no se me olvida. Pero contraseñas, abrir una aplicación… como no la abras todos los días, no sabes dónde la tienes”, algo tan sencillo como organizar sus aplicaciones en la página de inicio les ayuda mucho. “Hemos llegado ya un poco tarde a estas cositas. En casa uso mucho Internet, las fotos, los vídeos. Pero se nos olvidan muchas cosas”, dice sonriente antes de despedirse.