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Los profesores siembran dudas sobre la viabilidad de dar clases de refuerzo a algunos alumnos como prevé la fase 2

Los profesores envejecen

Daniel Sánchez Caballero

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“Vemos con mucha preocupación el plan de desescalada propuesto. Consideramos que se debería poner la salud de nuestras comunidades educativas por encima de cualquier otra consideración. La realidad sanitaria que nos encontramos ahora mismo en Madrid no hace en absoluto recomendable que se vuelva a las aulas a finales de mayo”.

Esta nota del Consejo de Directores de Madrid pone el foco sobre la inquietud de muchos docentes –trabajen o no en Madrid– ante la posible vuelta a la actividad presencial de algunos alumnos durante la fase 2 –a partir de finales de mayo– del plan de salida del confinamiento elaborado por el Gobierno.

La mayoría de los sindicatos docentes, al menos a nivel nacional, se suman a la preocupación del Consejo de Directores de Madrid, y añaden una crítica al Gobierno que es recurrente estos días: “Nadie nos ha consultado nada, la vuelta debería ser negociada con las organizaciones de representación del profesorado”, afirman.

También apuntan otra cuestión. “Si las clases son voluntarias tendré alumnos en el instituto y alumnos en su casa. ¿Cómo voy a dar clase presencial y a la vez a distancia?”, se preguntaba un profesor al poco de que el presidente, Pedro Sánchez, explicara sus planes.

Las posturas expresadas por los sindicatos también apuntan a un posible choque entre las confederaciones de AMPAs, las familias, y las organizaciones de docentes. Los padres no entienden que los centros se abran solo para menores de seis años; los sindicatos reiteran que los colegios no son aparcaniños y que si no es para dar clase, no es su función cuidar a los estudiantes (y no debe darse clase en las actuales circunstancias).

La desescalada

El proyecto de desescalada en la educación que ha dibujado el Gobierno prevé el retorno de algunos alumnos a las aulas cuando se entre en la fase 2, siempre con carácter voluntario para los estudiantes. En concreto, se habilitarán centros para que los niños de hasta seis años cuyos padres tengan que reincorporarse a sus puestos de trabajo puedan llevarlos.

Para los más mayores, los centros organizarán docencia presencial para los alumnos de Secundaria de los llamados cursos terminales, aquellos que otorgan un título y/o acceso una etapa superior: 4º de la ESO, 2º de Bachillerato, último curso de los ciclos formativos de Formación Profesional y las Enseñanzas de régimen especial. Solo en 4º de la ESO hay 420.000 matriculados este curso y en 2º de Bachillerato otros 300.000.

También habrá clases de refuerzo para aquellos alumnos del resto de etapas que presenten necesidades educativas especiales o que tengan un retraso académico con el resto. En este caso, la idea del Ministerio de Educación es que sean los centros, como conocedores de las realidades socioeconómicas y educativas de los estudiantes, los que decidan qué alumnos pueden atenderlas.

Preocupación sanitaria entre los sindicatos

“Desde el Consejo de Directores reclamamos a las autoridades competentes que no se exija a ningún docente, en esta situación, la asistencia a los centros educativos”, pide el Consejo de Directores de Madrid.

La preocupación es la pauta. “Es enorme pensando en la posibilidad de que colegios e institutos se conviertan en focos de infección, y docentes, personal de administración y servicios y alumnado, en vectores de transmisión de enfermedad”, alertan desde el sindicato Stes.

Las organizaciones de docentes exigen al Gobierno que les provea de los equipos sanitarios necesarios si pretende que vuelvan a los centros. “Estas medidas solo serán posibles si se desinfectan a diario todas las dependencias de los centros, se provee de equipos de protección individual tanto a alumnado como a profesorado y personal de administración y se toman todas las medidas organizativas necesarias –ratios, distintos horarios de incorporación y salida, pantallas de separación, etcétera– para asegurar el distanciamiento social”, añaden.

También piden pruebas diagnósticas a docentes y estudiantes. “ANPE exige que ningún profesor ni alumno vuelva al aula sin las medidas de seguridad e higiene, especialmente (...): test generalizados, mascarillas, geles desinfectantes y guantes”, suministro que en estos momentos “dista mucho de estar asegurado”, dice el sindicato que preside Nicolás Fernández.

De ubicuidad y asistencialismo

Este profesor no ve cómo un docente va a poder atender a una clase presencial (quizá dos, si las tiene que desdoblar) y a la vez al resto de alumnos que no acudan al centro. “El profesorado ya está teletrabajando hasta junio, realizando los procesos de desarrollo de la programación, con sus dificultades. Y ahora quieren que vaya a clase también. El profesor no es el hombre orquesta”, razona.

La duda es recurrente entre profesores y organizaciones. “Organizativamente, vemos imposible conjugar, con las actuales plantillas docentes, seguir atendiendo mediante el teletrabajo a la mayoría del alumnado y a la vez acudir a los centros para atender presencialmente al resto”, coinciden desde Stes.

En este sentido, el presidente de ANPE insta a la administración educativa también “a que valore si contrata profesores para estos desdobles”, petición a la que se suma Stes. Esta idea parece más un canto al viento que una posible realidad, toda vez que la postura generalizada de las Consejerías de Educación desde que se suspendió la actividad presencial está siendo la de ni siquiera cubrir las bajas entre el profesorado. Alguna administración, como la aragonesa, ha llegado a argumentar para ello que no está habiendo clase, para indignación de los profesores.

Por último, las organizaciones de docentes y directores no comparten el tratamiento que está realizando el Gobierno de la etapa 0-6 y los planteamientos para la desescalada. “Total indignación”, dice el Consejo de Directores de Madrid, “con la falta de respeto con que se trata a la Educación Infantil, esta etapa tiene una importancia esencial para los estudiantes y reducirla a un valor puramente asistencial no es acorde con el valor pedagógico que debe dársele”.

En la misma línea se manifiestan desde CCOO. “Además, puede poner en peligro la salud de profesorado, alumnado y personal de apoyo, ya que en esta etapa resultará especialmente complicado garantizar las medidas de protección para evitar el contagio”, añaden.

Disienten en este punto profesores de padres. Tanto la Ceapa, la confederación estatal de AMPAs de la escuela pública, como Concapa, su homóloga con más presencia en la concertada y privada, creen que los centros deberían abrir para que los alumnos de todas las edades puedan acudir –voluntariamente–. Y lo hacen en ambos casos aludiendo directamente a la posibilidad de que los progenitores regresen al trabajo mientras los menores tengan que seguir en casa. A las asociaciones de familias, al menos en estos tiempos excepcionales, parece preocuparles más la conciliación que las cuestiones pedagógicas.

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