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Opinión - Ir al grano. Por Rosa María Artal

“Si nos hemos creído la denuncia de este chico es porque las agresiones suceden todos los días”

En julio el asesinato a golpes de Samuel en A Coruña sacó a la calle a miles de personas en toda España para clamar contra la violencia al colectivo LGTBI. Desde entonces, el goteo de agresiones ha sido constante. Esta semana un joven trans de Valencia y otro de Velada, Toledo, denunciaron haber sido agredidos por su identidad o su orientación sexual. Pero fue la denuncia de un joven de 20 años el pasado domingo lo que impulsó la convocatoria de varias concentraciones en ciudades como Madrid o Barcelona. El hombre denunció inicialmente haber sido agredido por un grupo de ocho encapuchados que, en el portal de su casa, le grabaron en el glúteo con una navaja la palabra 'maricón'. Este miércoles, horas antes de las primeras manifestaciones, ha confesado que mintió y que esas lesiones, ha asegurado a la policía, fueron consentidas. El Movimiento Marika de Madrid decidió seguir adelante con la concentración.

“Si nos hemos creído la denuncia de este chico y nos hemos movilizado es porque las agresiones suceden todos los días”, defiende Marta, de 26 años, en la Puerta del Sol de Madrid. “A lo mejor esta agresión no ha sido tal, pero todas las que se reproducen son innegables. La homofobia está ahí”. La joven piensa que este caso puede perjudicar la lucha del movimiento, aunque puntualiza que “ciertos sectores no necesitaban este pretexto para poner en duda las homofobias y las agresiones”.

Iván se emociona hablando. Ha leído una frase que aplica a esta situación: “Un árbol no puede eclipsar el bosque”. Y es que, “puedes pensar lo que quieras de esta última noticia, pero no puedes negar lo que ha pasado anteriormente”, explica el manifestante, de 23 años. También habla del “miedo que puede llegar a pasar” su madre por que él forme parte del colectivo LGBT y que esté solo en el centro a estas horas. Por eso está hoy “con todas esas personas que han sufrido” y todo lo que no quieren “que vuelvan a sufrir”. Iván está seguro de que ciertos grupos podrán utilizar el argumento de la falsa denuncia, pero también piensa que “pueden utilizar cualquier cosa para eclipsar. Hasta que te tropieces por la calle”, asegura.

Un grupo de asistentes tienen claro que deben estar aquí hoy. En concreto, Mery, de 32 años, habla de las “agresiones del día a día que sufren las personas del colectivo y del discurso de odio que está creciendo día a día”, de manera independiente a que “la denuncia sea falsa o no”. Ella le diría a una persona que pueda sentir miedo ante las noticias de agresiones que “se apoye en su red afectiva, que busque apoyo y asociaciones. Aunque haya miedo, hay mucho movimiento bonito y hay que vivir el día a día”, finaliza Mery con los aplausos de fondo de sus amigas.

Carmen cree que aunque la denuncia de la agresión en el barrio de Malasaña se haya desmentido, no impide que se sigan manifestando: “A pesar de que no sean 723 abusos, aunque sean 722”, afirma la joven de 24 años. También reflexiona sobre el papel de los discursos de extrema derecha, que cree que dan “alas” a ciertas personas para cometer “barbaridades”.

Raffaella, una mujer trans de 58 años, se muestra indignada, cree que sobran los motivos para salir a manifestarse: “Estamos tan cansadas de tanta violencia que nos sobran motivos. Tenemos motivos durante todo el año.Yo salgo a la calle como mujer trans y sufro violencia desde el minuto uno hasta que llegó a mi casa. Este Estado no nos protege”, expresa.

Doscientos setenta y siete. Es el número de delitos e incidentes de odio por orientación sexual e identidad de género registrados por las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad en España en 2020. Sin embargo, denuncian los expertos, muchas no trascienden.

Pasadas las 21:00 horas, los manifestantes intentaron dirigirse al ministerio de Justicia para proseguir con la protesta, pero fueron frenados por los cuerpos de seguridad, momento en el que realizaron una sentada en la céntrica plaza de la capital madrileña.

“Maricón no es la última palabra que deberías escuchar antes de morir”, se lee en una pancarta que porta una joven, ya a punto de finalizar la manifestación sobre las 22:00 con una de las reclamas más escuchadas: “No estamos todes, falta Samuel”.

El Movimiento Marika de Madrid decidió mantener la convocatoria en pie “porque también estos últimos días ha habido agresiones en Toledo, Melilla, Castellón y Vitoria. Porque a Samuel lo mataron por ser maricón. Porque todes les que estáis leyendo esto habéis tenido que sufrir la violencia, el acoso, el miedo y el peligro de muerte. Porque muchas ya no están aquí”. Otras localidades que se sumaban a las concentraciones de este miércoles eran Barcelona, Palencia y Salamanca.