Como Navarra y como Catalunya, Euskadi cierra todos sus bares y restaurantes. Las discotecas, las lonjas juveniles y los 'txokos' ya estaban cerrados desde fases anteriores, en algunos casos desde agosto. La alta incidencia de la pandemia ha obligado al Gobierno de Iñigo Urkullu a dar una nueva vuelta de tuerca a las restricciones, aunque sin recurrir a la petición de confinamiento general.
Esta decisión se ha adoptado en la mesa de crisis de la emergencia sanitaria, un organismo llamado LABI por sus siglas en euskera. Presidido por el lehendakari, que es también el mando único delegado por el Gobierno de España para la gestión del estado de alarma en Euskadi, el LABI sienta a varios consejeros del Gobierno vasco, entre ellos los de Salud, Educación o Turismo, Comercio y Consumo, a los diputados generales de Álava, Bizkaia y Gipuzkoa, a los alcaldes de las tres capitales y al delegado del Ejecutivo central, Denis Itxaso. La reunión ha durado varias horas por la tarde. Antes, por la mañana, se había reunido la mesa técnica del LABI.
Según han confirmado fuentes conocedoras de las conversaciones a este periódico, el LABI ha discutido hasta última hora si optar por una restricción más suave para la hostelería, con cierre a las 20.00 horas, o por la clausura total. Urkullu siempre ha apelado durante toda la pandemia al necesario “equilibrio” entre la salud y la economía y el sector ya ha alzado la voz ante su situación debilitada. Un tercer escenario de cierre de los interiores y autorización de terrazas se ha descartado con más claridad.
Lo cuenta Iker Rioja Andueza.