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Opinión - ¿Y ahora qué? Por Marco Schwartz

El Vaticano inicia un debate histórico sobre mujeres y homosexualidad pese a la presión de los cardenales ultras

El Sínodo, en el que votarán las mujeres, se inicia con críticas del sector conservador.

Jesús Bastante

en religiondigital.com —

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“No creo que se debatan cuestiones como el celibato, la ordenación de mujeres o cosas por el estilo”. El flamante nuevo prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, Víctor Manuel Fernández, trata de poner realismo a las expectativas generadas en torno al Sínodo de la Sinodalidad, cuya fase mundial arranca este miércoles en el Vaticano, en una asamblea en la que, por primera vez, 54 mujeres (aunque apenas alcanzan el 15% del total, supone un hito histórico) tendrán voz y voto a la hora de tomar decisiones que podrían afectar al futuro de la Iglesia católica.

Un Sínodo que tendrá continuidad el año que viene –cuando, seguramente, se tomen decisiones efectivas, aunque las reuniones de este mes marcarán el camino y las propuestas a seguir– y abordará cuestiones polémicas, desde las bendiciones a parejas homosexuales al sacerdocio, pasando por una progresiva democratización de la institución y un mayor protagonismo de laicos y mujeres frente a una estructura corroída, en palabras del Papa, por el clericalismo y la corrupción. Y que, antes de dar comienzo, ha intentado ser torpedeado por los sectores más ultraconservadores, capitaneados por un grupo de cinco cardenales que quisieron obligar a Francisco a contestar con un ‘Sí’ o un ‘No’ a cuestiones que habrán de ser abordadas sinodalmente.

“No podemos ser jueces que solo niegan”

Por primera vez en mucho tiempo, la decisión del Papa –a través del dicasterio presidido por Fernández– no ha sido la de obviar las críticas, sino salir al paso y contestarlas, taponando así cualquier conato de boicot a la asamblea sinodal. “No podemos ser jueces que solo niegan”. Así respondía Francisco a los cinco cardenales (el estadounidense Raymond Leo Burke, el alemán Walter Brandmüller, el mexicano Juan Sandoval Íñiguez, el guineano Robert Sarah y el chino Joseph Zen Ze-kiun), que filtraron las preguntas a medios rigoristas de España, Italia y Estados Unidos, exigiendo condenas a las parejas gays o el papel de la mujer en la Iglesia.

En una de sus dudas, los cardenales se preguntaban si la Iglesia podría aceptar como “un bien posible situaciones objetivamente pecaminosas como las uniones entre personas del mismo sexo”. En su respuesta, el Papa, que confirma que para la Iglesia solo se puede hablar de matrimonio en el caso de la unión hombre-mujer, pide “prudencia pastoral” para “discernir adecuadamente si hay formas de bendición, solicitadas por una o por varias personas, que no transmitan una concepción equivocada del matrimonio” porque cuando se pide una bendición “se está expresando un pedido de auxilio a Dios”. Así, el Papa “exige no tratar sin más de 'pecadoras' a otras personas cuya culpabilidad o responsabilidad pueden estar atenuadas por diversos factores que influyen en la imputabilidad subjetiva”.

El Papa “exige no tratar sin más de 'pecadores' a otras personas cuya culpabilidad o responsabilidad pueden estar atenuadas por diversos factores que influyen en la imputabilidad subjetiva”

Respecto a otro de los puntos que surgirán en este Sínodo, la ordenación de mujeres, declarada “imposible” de “modo definitivo” por Juan Pablo II, Bergoglio recuerda que “el Derecho canónico no debe ni puede abarcarlo todo” y que “la vida de la Iglesia corre por muchos cauces además de los normativos” y advierte a los cardenales que si no pueden entender esto “será difícil aceptar que el sacerdocio esté reservado solo a los varones y no podremos reconocer los derechos de las mujeres o la necesidad de que participen, de diversas maneras, en la conducción de la Iglesia”.

Al tiempo, el Papa expresa la paradoja incluida en la exigencia de los cardenales, que se han mostrado rotundamente en contra de la sinodalidad en la Iglesia y, sin embargo, reclaman al Papa ser contestados. “Estos dubia manifiestan su necesidad de participar, de opinar libremente y de colaborar, y así están reclamando alguna forma de ‘sinodalidad’ en el ejercicio de mi ministerio”, señala, con cierta sorna, Bergoglio.

Pero, en realidad, ¿qué puede cambiar en estos días? El prefecto Fernández es claro al respecto. “Vamos a decidir qué tipo de Iglesia queremos, qué necesita de nosotros el mundo de hoy, cuál es la Iglesia que hoy quiere el Señor para iluminar el mundo en que vivimos”, apunta en una reflexión, aunque matiza que “el problema es que el Sínodo de este año no se propone tratar cuatro o cinco cuestiones discutidas. Eso podría ocurrir el año que viene, pero no ahora”. De hecho, no se espera que salga documento alguno tras la celebración de la primera parte del Sínodo, prevista entre el 4 y el 29 de octubre.

Lo que sí resulta histórico, añade el prefecto, es la constatación de que, por primera vez en la historia de la Iglesia, “con su voto, varias decenas de mujeres y varones laicos pueden llegar a cambiar el curso de una votación. Pensemos que a veces algo no sigue adelante por una diferencia de pocos votos”.

Sobre qué se hablará en el Sínodo

Como ya adelantó elDiario.es, por primera vez, el Sínodo del Vaticano debatirá sobre preguntas expresas acerca del celibato opcional, el acceso de la mujer al diaconado (el documento de trabajo aprobado no se atrevió a sugerir explícitamente el sacerdocio femenino), la acogida de divorciados o el colectivo LGTBIQ+ en la institución o cambios profundos en la estructura jerárquica, que afectarían incluso al mandato del Papa de Roma.

“¿Qué medidas concretas son necesarias para llegar a las personas que se sienten excluidas de la Iglesia a causa de su afectividad y sexualidad (por ejemplo, divorciados vueltos a casar, personas en matrimonios polígamos, personas LGBTQ+, etc.)?”, se cuestionarán los padres y madres sinodales, que se encontrarán con propuestas como la de “crear espacios en los que aquellos que se sienten heridos por la Iglesia y rechazados por la comunidad puedan sentirse reconocidos, acogidos, no juzgados y libres para hacer preguntas”.

En cuanto a la mujer, el Instrumentum Laboris que se debatirá en el Sínodo apuesta a que “se considere de nuevo la cuestión del acceso de las mujeres al diaconado. ¿Es posible plantearlo y en qué modo?”. De momento, no está previsto que se rompa el techo de cristal del sacerdocio.

Sí que se plantea que “los laicos puedan asumir el papel de responsables de la comunidad” o “la posibilidad de revisar, al menos en algunos ámbitos, la disciplina de acceso al presbiterado por parte de hombres casados”. También, dirigiéndose al propio Papa, el documento se pregunta: “¿Cómo debe evolucionar el papel del Obispo de Roma y el ejercicio del primado en una Iglesia sinodal?”.

En su relación con la sociedad, y tras admitir “formas de discriminación racial, tribal, étnica, de clase o de casta” en personas que se topan con “una pluralidad de barreras, desde las prácticas hasta los prejuicios culturales,”, que “generan formas de exclusión en la comunidad”, el Sínodo aboga por “dar pasos concretos para ofrecer justicia a las víctimas y supervivientes de abusos sexuales, espirituales, económicos, de poder y de conciencia por parte de personas que estaban desempeñando un ministerio o una misión eclesial”.

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