La historia de Pocho, el efectivo y valiente perro antidroga al que la Camorra italiana puso precio a su cabeza
Los clanes de la Camorra aplican una lógica sencilla y despiadada. Cualquier elemento que reduzca sus beneficios desaparece del mapa. El castigo no distingue entre personas o animales, y se ejecuta con la misma frialdad con la que se organiza el reparto de los cargamentos de droga. En su jerarquía, un enemigo no necesita portar uniforme ni ostentar rango; basta con que obstaculice un negocio. Esa mentalidad explica por qué un pequeño perro se convirtió, en pleno corazón de Nápoles, en el objetivo de un mundo que castiga la eficacia ajena con la violencia.
Pocho, un jack russell de nueve años en 2018, sirvió durante más de ocho años en la unidad antidroga de la Policía de Nápoles. Su olfato permitió localizar casi dos toneladas de estupefacientes, lo que le valió fama entre los agentes y odio entre los traficantes. La Camorra llegó a poner precio a su cabeza, una decisión que revelaba hasta qué punto aquel perro había afectado al negocio de la droga.
Un perro policía que se ganó la enemistad del narcotráfico
Su incorporación a la Policía se produjo tras un cambio sorprendente en su vida doméstica. Un médico que lo había comprado como mascota tuvo que entregarlo porque su hijo sufría alergia. Aquel cambio llevó al cachorro a las instalaciones policiales, donde empezó un adiestramiento que transformó su energía en disciplina. Su nombre procedía del futbolista argentino Ezequiel Lavezzi, apodado también Pocho, y pronto se convirtió en un símbolo de perseverancia para sus entrenadores.
Los resultados llegaron rápido. Pocho descubrió droga escondida en lugares tan inverosímiles como un biberón o un pastel salado típico de Nápoles, el casatiello. También detectó treinta kilos de cocaína pura en Nocera Inferiore y, en otro registro, localizó marihuana guardada en una bolsa sellada dentro de un garaje cerrado a ocho metros de distancia. Cada intervención reforzaba su reputación dentro del cuerpo policial y aumentaba la obsesión de los narcotraficantes por eliminarlo.
La reacción del crimen organizado no se hizo esperar. Polpette con veneno, carne adulterada y cebos preparados fueron algunos de los métodos empleados para acabar con él. Sin embargo, su entrenamiento incluía una norma estricta: jamás comer nada durante el servicio. También resistía las artimañas de los clanes que intentaban distraerlo con perras en celo colocadas junto a los alijos. Su concentración era absoluta y su respuesta, siempre eficaz.
La relación con su guía, el agente Santo, fue decisiva. Ambos trabajaban y convivían todo el día. El perro se mantenía impasible ante disparos, sirenas o tumultos, atento solo a la orden de búsqueda. Cada hallazgo terminaba con un premio sencillo, un pequeño bizcocho y unas caricias. Esa rutina convirtió el trabajo en un juego, pero un juego que desbarató operaciones millonarias de la Camorra.
Una jubilación tranquila para un héroe de cuatro patas
El centro canino de la Jefatura de Nápoles no contaba solo con Pocho. Once perros especializados cumplían funciones distintas, entre ellos Zorro, destinado al orden público, y Vikie, capaz de localizar personas bajo los escombros. Los labradores Nina y Broke rastreaban explosivos. La llegada de Kira, una pastora alemana en formación, garantizaba el relevo natural de los veteranos, incluido el pequeño héroe de la unidad.
En 2020, durante un operativo ordenado por el jefe de policía Luigi Bonagura, Pocho volvió a demostrar su eficacia al descubrir más de dos kilos y medio de hachís escondidos en un coche. Aquella operación acabó con un detenido en la cárcel de Benevento y confirmó que el perro seguía siendo un recurso esencial contra el narcotráfico.
El tiempo, sin embargo, impuso su lógica. Pocho se retiró hace seis años y, según pudo confirmar Eldiario.es, sigue con vida con 16 años. Su historia quedó como un caso singular dentro del combate cotidiano contra la droga en Nápoles, un ejemplo de eficacia y resistencia frente a una organización que acostumbra a eliminar todo lo que interfiere en sus negocios.
1