El tratado que redefinió el mapa de Europa: el día que España perdió Gibraltar y Menorca
El 11 de abril de 1713 se firmó el primero de los acuerdos que conformarían el Tratado de Utrecht que se conoce también como la Paz de Utrecht, por poner fin a la Guerra de Sucesión española. Este confirmaba a Felipe V como rey de España, conformando así la dinastía Borbón en el trono, pero también supuso la pérdida de varios territorios unidos a la corona, algunos de ellos que nunca se volvieron a recuperar, como Gibraltar.
El tratado de Utrecht puso fin a la Guerra de Secesión
El fallecimiento de Carlos II sin descendencia originó un conflicto bélico entre el sucesor que había designado en su testamento, Felipe de Anjou, quien más tarde sería Felipe V, y el archiduque Carlos de Austria, pretendiente de la misma dinastía de los Habsburgo. La Guerra de Sucesión tuvo lugar al apoyar diferentes potencias como Inglaterra, Austria, Portugal o Prusia al austríaco por temor a que se unieran las coronas de Francia y España.
Este conflicto, que tuvo algunas batallas relevantes dentro y fuera de la Península Ibérica, se acabó resolviendo entre 1713 y 1715 con Gran Bretaña como la gran beneficiada en el Tratado de Utrecht al recibir varios territorios en Europa y en el continente americano a cambio de reconocer a Felipe V en la corona española.
Y es que en la firma de la Paz de Utrecht cada potencia expuso sus propios intereses, que mientras en Francia iban directamente relacionados a mantener la corona de Felipe V en España, para Inglaterra suponía más una oportunidad para expandir su influencia comercial y territorial.
Cuando se perdieron los territorios de Menorca y Gibraltar
Así fue como a cambio de reconocer a Felipe V como rey de España, después de que este renunciara a sus derechos dinásticos en Francia, Inglaterra acabó con lograr los territorios de Gibraltar, la isla de Menorca, territorios en Nueva Escocia, Terranova y la bahía de Hudson, además de recibir el monopolio del comercio de esclavos con las colonias españolas en América durante 30 años.
Estas no fueron las únicas cesiones de la corona española, que también perdería las posesiones en Sicilia para el ducado de Saboya y el Milanesado, Flandes, Nápoles y Cerdeña para Austria, pero a cambio se redefinió el mapa de Europa para estabilizar la situación política con un balance de poder mayor sin que ninguna pudiera dominar sobre otra.
Menorca sería recuperada tras varios años de dominio británico entre 1781 y 1782 gracias a la ayuda francesa y se reintegraría en el territorio español en 1802 en el Tratado de Amiens. Sin embargo, a pesar de varios intentos, la corona nunca recuperó Gibraltar.
España intentó la vuelta de Gibraltar al territorio en tres ocasiones de especial relevancia: durante la Guerra de Sucesión de Austria (1739-1748), la Guerra de los Siete Años (1756-1763) o en el contexto de la Guerra de la Independencia de los Estados Unidos, con un asedio fallido entre 1779 y 1783.
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