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Los rusos se están saltando el bloqueo de Telegram (y el intento de Putin de controlar la red)

Telegram

Carlos del Castillo

El pasado viernes se hizo efectivo el bloqueo de Telegram ordenado por un tribunal ruso. Pavel Dúrov, su fundador, se había negado a aceptar la exigencia de las agencias de seguridad rusas, herederas del antiguo KGB, de entregar los códigos para decodificar las conversaciones de los usuarios, que la compañía encripta por defecto. Tras un juicio de 18 minutos en el que los abogados de la compañía no comparecieron por el deseo de Dúrov de no participar en un proceso que calificó de “farsa”, Telegram quedó proscrito en Rusia.

Una ley para combatir el terrorismo (el mismo motivo en el que se basan parte de las leyes mordaza en España) fue la que dio base legal al veto judicial. “Telegram defenderá la privacidad y la libertad”, aseveró desafiante Dúrov. La app no se iba a dejar bloquear tan fácilmente.

Telegram consiguió saltarse el veto de las autoridades rusas el fin de semana, usando para ello los servicios de alojamiento en la nube de Google y Amazon. Este lunes, el Kremlin contraatacó: a Vladimir Putin no le ha temblado la mano para censurar toda la red que haga falta con tal de impedir el uso de Telegram a los usuarios rusos. El regulador estatal de las comunicaciones, el Roskomnadzor, cargó contra cualquier servicio que estuviera usando Telegram para sortear el bloqueo y ya va por las 16 millones de IPs censuradas, y contando.

El recorte está siendo de tal magnitud que está afectando a servicios que nada tienen que ver con Telegram. El bloqueo de IPs generó problemas a usuarios de videojuegos online, criptomonedas y otras apps. Ramil Akhmetgaliev, abogado de la compañía, ha explicado que el gobierno ruso “no negocia”: “O nos das todo o te bloqueamos. No hay más”, declaró. Parece que Putin está dispuesto a llevarlo hasta las últimas consecuencias. El Roskomnadzor ha pedido incluso a Google y Apple que eliminen la app de sus plataformas de descarga.

No obstante, Dúrov ha comunicado que ni siquiera esta censura masiva ha impedido que los usuarios sigan buscando formas de acceder al servicio: “A pesar de la prohibición, hasta ahora no hemos visto una caída significativa en el compromiso de los usuarios, ya que los rusos tienden a eludir la prohibición con VPN y proxies. También confiamos en que los servicios en la nube de terceros permanezcan parcialmente disponibles para nuestros usuarios allí”.

Además, anunció que recompensará con bitcoins a los usuarios y empresas que faciliten herramientas para saltarse el bloqueo con proxies y VPN, que permiten ocultar la ubicación real del equipo y simular que la petición para acceder al servicio llega desde fuera de Rusia: “Me complace donar millones de dólares este año a esta causa, y espero que otras personas la continúen. Por eso llamo a esta Resistencia Digital: un movimiento descentralizado que defienda las libertades digitales y el progreso a nivel mundial”.

Dúrov se ha ganado halagos en todo el mundo por esta posición de rebeldía ante el intento de censura del Gobierno ruso. Puede permitírsela. Siendo estudiante de filosofía en la Universidad de San Petersburgo fundó VK, la principal red social rusa, y se hizo millonario antes de que fuera nacionalizada. Creó Telegram basándose en su experiencia en cómo los gobiernos ansían controlar Internet, y dice no estar dispuesto a venderla a ningún precio.

Dúrov tampoco tiene pensado rendir la llave para decodificar los mensajes de los usuarios de Telegram aunque, como han avisado algunos, si no existiera esa llave, tampoco existiría el problema.

Uno de los que ha mostrado su apoyo a Dúrov ha sido Edward Snowden, desafiando el discurso de aquellos que lo consideran un agente del Kremlin por haberse refugiado en territorio ruso. El ex analista de la NSA no ha dudado en condenar “el intento de censura técnica y moralmente ignorante” del Roskomnadzor y ha mandado un aviso a navegantes: si Google o Amazon ceden a las peticiones de eliminar Telegram o denegarle el uso de sus servicios en la nube “serán colaboradores de la campaña de censura, no víctimas de ella”.

Las palabras de Snowden vienen a recordar que estas empresas ya tuvieron un papel central en el intento de censura de la red por parte de un gobierno. En 2010, cuando EEUU llamó al bloqueo internacional contra Wikileaks, Amazon, junto a Visa, Paypal, MasterCard o Facebook cedieron a las presiones. En 2018, cabe esperar que su posición a favor de las libertades en la red contra la decisión de Putin sea mucho más rotunda.

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