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The Guardian en español

Un estudio internacional demuestra el vínculo entre la destrucción del medio ambiente y la violencia contra las mujeres

Hoodo, madre de ocho hijos, recoge el agua después de una entrega de Save the Children en el pueblo de Gaatama, a las afueras de Burao en Somalilandia afectada por la sequía.

Fiona Harvey

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El colapso climático y la degradación del medio ambiente a escala mundial propician un aumento de la violencia contra las mujeres y las niñas. La explotación obstaculiza a su vez los esfuerzos por combatir la crisis, de acuerdo con un informe global publicado recientemente.

Los esfuerzos por reparar el deterioro del medio ambiente y adaptarse a la crisis climática, en particular en los países más empobrecidos, están fracasando, y se están desperdiciando recursos porque no se tienen en cuenta la desigualdad de género y el impacto negativo del cambio climático sobre las mujeres y las niñas.

En este sentido, los activistas reclaman a los Gobiernos y a las instituciones a que aborden la crisis climática desde una perspectiva de género e indican que cualquier estrategia sobre protección del medio ambiente debe tener en cuenta las consecuencias del cambio climático sobre las mujeres y las niñas.

La Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) –integrada por organizaciones ecologistas e instituciones oficiales– ha elaborado el que se considera el estudio más ambicioso y exhaustivo sobre esta cuestión hasta la fecha. Para la investigación, que ha durado dos años, se han consultado más de 1.000 fuentes distintas.

“Del estudio se desprende que la violencia de género es omnipresente, y se constata que el cambio climático intensifica la violencia de género”, señala Cate Owren, una de las principales autoras del informe. “A medida que aumenta la degradación ambiental y la presión sobre los ecosistemas, se generan problemas de escasez y de presión para las personas, y la evidencia muestra que, donde las presiones ambientales aumentan, la violencia de género también aumenta”.

Seis de cada 10 personas que respondieron a una encuesta de la UICN, con más de 300 respuestas de organizaciones de todo el mundo, reconocieron haber constatado episodios de violencia de género contra defensoras de los derechos ambientales, las migrantes y refugiadas ambientales, y en zonas donde se estaban produciendo delitos ambientales y degradación del medio ambiente. La investigación ha dejado al descubierto más de 80 estudios de caso que muestran claramente esos vínculos.

“Es una barrera omnipresente en la lucha climática”

La violencia de género incluye la violencia doméstica, la agresión sexual y la violación, la prostitución forzada, el matrimonio forzado e infantil, así como otras formas de explotación de la mujer. El estudio constata que la trata de personas aumenta en las zonas en que el medio ambiente natural está sometido a tensiones, y que existen vínculos entre la violencia de género y los delitos ambientales, como la caza furtiva de animales salvajes y la extracción ilegal de recursos.

“La violencia de género es una de las barreras más omnipresentes, pero de las que menos se habla, a las que nos enfrentamos en el trabajo de protección del medio ambiente y lucha contra el cambio climático”, señala Owren. “Tenemos que abrir los ojos y prestar una mayor atención a este problema”.

En el transcurso de la investigación, Owren halló abundantes casos que demuestran el estrecho vínculo entre la violencia de género y la explotación de las mujeres y las niñas, y la competencia por los recursos generada por los impactos del calentamiento global y la destrucción del medio ambiente natural por parte del hombre.

Uno de los ejemplos citados es el abuso sexual en la industria pesquera ilegal en el Sudeste asiático y en el África oriental y meridional los pescadores se negaban a vender pescado a las mujeres si no mantenían relaciones sexuales. La tala ilegal y el comercio de carbón vegetal en la República Democrática del Congo están vinculados a la explotación sexual, y en Colombia y Perú las minas ilegales guardan una estrecha relación con el aumento de la trata con fines de explotación sexual.

También se han documentado numerosos ejemplos de violencia por motivos de género dirigida contra las defensoras y activistas del medio ambiente, que tratan de poner fin a la destrucción o degradación de las tierras, los recursos naturales y las comunidades. En este caso, los agresores utilizan la violencia sexual para reprimirlas, socavar su condición dentro de la comunidad y disuadir a otras activistas a levantar la voz.

El informe señala que, pese al estrecho vínculo entre crisis climática y violencia de género, son pocos los proyectos de protección y mejora del medio ambiente que abordan esta cuestión.

El calentamiento global ejerce presión sobre los recursos, ya que las condiciones meteorológicas extremas, incluidas las olas de calor, las sequías, las inundaciones y las tormentas más violentas, son cada vez más frecuentes y devastadoras. En la mayor parte del mundo, las mujeres ya están en desventaja y carecen de derechos sobre la tierra y de otros derechos, por lo que son vulnerables a la explotación. Es por ello que cuando a su situación de vulnerabilidad se suman las tensiones adicionales causadas por las crisis climática, son las primeras en verse afectadas.

Por ejemplo, en algunas comunidades, cuando la familia se enfrenta a dificultades agravadas por el clima, las jóvenes tienden a casarse a muy temprana edad. A nivel mundial, se cree que unos 12 millones más de niñas se han visto obligadas a casarse después de los crecientes desastres naturales, y se ha demostrado que los desastres relacionados con el clima aumentan la trata con fines de explotación sexual entre un 20 y un 30%.

Las mujeres y las niñas también soportan la carga de tareas como extraer agua y encontrar leña, bienes que cada vez son más escasos en muchas zonas debido al impacto ecológico de la lucha del ser humano por los recursos, lo que las expone a un mayor riesgo de violencia.

“La degradación del medio ambiente tiene una serie de consecuencias negativas sobre nuestra vida que es imposible ignorar, ya que afecta desde los alimentos hasta los empleos y la seguridad”, dice Grethel Aguilar, directora general en funciones de la UICN. “Este estudio muestra que el daño que la humanidad está infligiendo a la naturaleza también está alimentando la violencia contra las mujeres en todo el mundo, un vínculo que hasta ahora se ha ignorado”.

Un punto clave en las negociaciones climáticas

En la conferencia de las Naciones Unidas sobre el clima (COP) celebrada en Madrid el pasado mes de diciembre, activistas acusaron a los gobiernos de ignorar la difícil situación de las mujeres y los niños y las amenazas a las que se enfrentan.

Algunos gobiernos están empezando a incluir en sus políticas de protección del medio ambiente y desarrollo medidas de protección a las mujeres y las niñas, y en el transcurso de la conferencia celebrada en Madrid, la ONU presentó un plan de acción de género como parte de las negociaciones sobre el clima. Los activistas y algunos países esperan que se preste aún más atención a esta cuestión en las cruciales conversaciones sobre el clima que se celebrarán en noviembre en Glasgow, Reino Unido.

“El estudio pone de relieve el complejo pero claro vínculo entre los crecientes impactos del cambio climático y la violencia contra las mujeres y las niñas”, afirma Bob Ward, director de política y comunicaciones del Instituto de Investigación Grantham sobre el cambio climático y el medio ambiente de la Escuela de Economía de Londres, que no ha participado en el informe.

Asimismo, destaca el papel que desempeñan las activistas para conseguir sensibilizar a la opinión pública mundial sobre estos problemas. “Ante el liderazgo ejemplar de mujeres activistas como Greta Thunberg, debemos reconocer que las vidas y los medios de vida de las mujeres y las niñas de todo el mundo se ven especialmente amenazados por el cambio climático”, afirma Ward.

“En el proceso de transición hacia sociedades que generen cero emisiones de CO2 y sean resilientes al cambio climático, las mujeres y las niñas deben ser una prioridad de la estrategia que se lleve a cabo, y también debe ser prioritario protegerlas de las consecuencias directas e indirectas del cambio climático”, prosigue.

El estudio también recuerda que “la acción conjunta para abordar las desigualdades de género puede brindar nuevas oportunidades para la lucha contra el cambio climático y el empoderamiento de la mujer”, señala Mary Robinson, presidenta de la organización internacional The Elders y expresidenta de Irlanda.

“Debemos reconocer los efectos desiguales de la crisis climática en las mujeres, pero también que la participación de las mujeres trae consigo soluciones creativas y sostenibles tanto para la emergencia climática como para las injusticias sociales”, indica Robinson. “Las medidas que intenten abordar el cambio climático y la degradación del medio ambiente sin la plena inclusión de las mujeres está condenada al fracaso: la igualdad de género es un prerequisito en el esfuerzo colectivo que se necesita para luchar contra la emergencia climática”.

Traducido por Emma Reverter

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