Estas son las 5 bibliotecas más grandes del mundo dignas de visitar
En una época en la que la información cabe en un bolsillo, hay lugares que siguen recordándonos la grandeza del conocimiento impreso. Las bibliotecas más grandes del mundo no solo custodian millones de libros: conservan la historia, la ciencia y el arte de siglos de civilización. Son auténticas catedrales del saber, espacios donde el silencio tiene peso y cada estante encierra una historia.
A continuación, repasamos las cinco bibliotecas más grandes del planeta, según datos recopilados por la Agencia Anadolu y la Unesco, instituciones que cada año actualizan sus registros sobre patrimonio cultural y archivos públicos.
1. Biblioteca del Congreso (Washington D. C., Estados Unidos)
Con más de 164 millones de obras registradas, la Biblioteca del Congreso es, sin discusión, la más grande del mundo. Fundada en 1800, su expansión ha sido tan vertiginosa que hoy ocupa varios edificios entre Washington, Maryland y Virginia.
Allí descansan 38 millones de libros, 70 millones de manuscritos, 14 millones de fotografías, 5,5 millones de mapas y 8 millones de grabaciones musicales. Cada día ingresan unos 14.000 nuevos documentos, lo que la convierte en una memoria viva de la humanidad.
Más allá de los números, su arquitectura neoclásica —con cúpulas doradas, murales y escalinatas de mármol— la convierte en una visita imprescindible para cualquier amante de la cultura.
2. Biblioteca Británica (Londres, Reino Unido)
Situada junto a la estación de St. Pancras, la Biblioteca Británica conserva más de 150 millones de piezas. Nació en 1753 como parte del Museo Británico y se independizó en 1972, convirtiéndose en uno de los centros bibliográficos más importantes del planeta.
Entre sus joyas destacan la Magna Carta, los cuadernos de Leonardo da Vinci y el Sutra del Diamante, considerado el libro impreso más antiguo del mundo. Su colección incluye, además, mapas, periódicos, patentes, grabaciones de sonido y más de 8 millones de sellos postales.
No es solo un archivo: es un lugar donde se siente la historia de la humanidad condensada en papel.
3. Biblioteca y Archivos Nacionales de Canadá (Ottawa, Canadá)
Nacida de la unión entre los Archivos Nacionales y la Biblioteca Nacional en 2004, la Biblioteca y Archivos Nacionales de Canadá custodia más de 54 millones de documentos, desde manuscritos coloniales hasta discos de vinilo.
Su misión oficial, según el Gobierno canadiense, es “preservar el patrimonio documental de Canadá para las generaciones presentes y futuras”. Entre sus colecciones destacan los registros de los pueblos indígenas y los archivos de figuras históricas como Pierre Trudeau o Margaret Atwood.
Además de su función institucional, su arquitectura moderna y su carácter inclusivo la han convertido en uno de los espacios culturales más visitados de Ottawa.
4. Biblioteca Pública de Nueva York (EE. UU.)
Probablemente la más cinematográfica de todas, la Biblioteca Pública de Nueva York, en la Quinta Avenida, abrió sus puertas en 1911 sobre lo que antes fue un depósito de agua. Hoy alberga más de 50 millones de libros y documentos digitales, lo que la sitúa entre las cuatro más grandes del mundo.
Sus salas de lectura, con techos de 16 metros de altura y frescos que parecen salidos del Renacimiento, la han convertido en un emblema arquitectónico de la ciudad. Cada año la visitan más de 18 millones de personas, lo que la convierte también en la biblioteca más visitada de Estados Unidos.
Entrar en su Sala Rose es sentir que los libros respiran: un silencio casi religioso en medio del caos neoyorquino.
5. Biblioteca Estatal Rusa (Moscú, Rusia)
Conocida popularmente como Leninka, la Biblioteca Estatal Rusa fue inaugurada en 1862 y hoy alberga más de 43 millones de ejemplares en 247 idiomas distintos.
Entre sus fondos se encuentran mapas únicos, grabaciones históricas y una impresionante colección de tesis científicas. Es el “archivo nacional” de Rusia y, según el Ministerio de Cultura del país, uno de los mayores repositorios de conocimiento de Europa del Este.
Su imponente edificio de granito y mármol, junto a la Plaza del Kremlin, simboliza la ambición soviética de hacer del conocimiento un patrimonio del pueblo.
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