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Batalla municipal contra el uso de los petardos sin control

Unos petardos, en el suelo, a punto de explosionar.

Fermín Cabanillas

Cuando llegan las fiestas navideñas, en casa de Victoria E.R., en la localidad onubense de Lepe, la dinámica empieza a ser agotadora. Cuando llega la noche llega el momento de la “diversión” para algunos jóvenes, que parecen tener en hacer ruido con petardos la única forma de divertirse. Cuando el ruido es inminente, hay que tirar de auriculares, televisión a todo volumen o lo que sea para distraer a su hijo de 9 años, que tiene autismo. Los efectos del ruido fuerte e inesperado en un niño con este problema con impredecibles e incontrolables.

“Cuando mi hijo escucha un petardo o cohete lo primero que hace es temblar de miedo y echarse las manos a los oídos. Luego corre hacia un lugar cerrado”, explica. El uso indiscriminado de estos elementos pirotécnicos tiene desesperada a Victoria y su marido, aunque algunos ayuntamientos parecen haberse puesto manos a la obra para controlar esta asociación fiestas-ruido.

Málaga o Córdoba han emitido bandos en los que recuerdan las normas a cumplir a la hora de tirar petardos en la calle, aunque el municipio sevillano de Brenes ha dado un paso más, y sus vecinos no pueden lanzar petardos durante estas fiestas navideñas si no cuentan con un permiso expreso de la Policía Local, con lo que el Ayuntamiento ha querido atajar las quejas de los ciudadanos por el ruido que provocan estos artefactos.

El alcalde, Marcelino Contreras, firma un bando municipal en el que expresa textualmente que “Toda persona física o jurídica que pretenda lanzar cohetes o artefactos pirotécnicos deberá obligatoriamente ponerlo en conocimiento del Ayuntamiento y solicitar una autorización en el registro municipal”, permiso que, eso sí, no se concederá de forma instantánea.

El mismo texto, de hecho, refleja que tendrá que ser la Policía Local la que autorice a los 12.000 vecinos del municipio a los lanzamientos de los petardos, con la premisa de que, para ello, tendrá que aportar incluso un seguro de responsabilidad civil que garantice que se cubren los posibles problemas que puedan producirse.

El Ayuntamiento recuerda, por último, que esta premisa se extiende a cualquier lugar del municipio donde se vayan a emplear elementos pirotécnicos, ya sea en una fiesta privada o en un acto público.

“Media hora tirado bajo la cama”

En Lepe, Victoria ha conseguido un compromiso de la hermandad de La Bella, cuyas procesiones y fiestas las acompañan decenas de cohetes, para que la avisen cuando se vayan a lanzar, pero no es suficiente. “Mi hijo, y yo con él, ha estado durante media hora tirado debajo de la cama con la tele a todo volumen y las ventanas y puertas cerradas, esperando a que terminen los cohetes. Luego no quiere salir a la calle, y por fechas señaladas como romería o ahora en Navidad no quiere ir al centro del pueblo, porque para él es el origen de los cohetes”.

“Le encanta la romería, lo que es el camino, ir con la gente, cantar... pero nos es imposible ir”, explica. En diciembre pasado, Victoria explica que el año pasado, el 15 de diciembre, “entregué en el Ayuntamiento un escrito al alcalde, aportando dos escritos más de Autismo Huelva Ansares y Aspandle Lepe (asociación local de personas con discapacidad) pidiendo que prohibiera la tirada de cohetes en el municipio”. Asegura que no ha tenido respuesta.

Si complicado es para un niño con autismo, para los animales es una tortura, Olga Diana Pastor, del refugio de animales 'El Amparo del Sur' de Marchena (Sevilla), dice a eldiario.es/andalucia que “algunos perros tienen auténtico pánico al ruido de los petardos”, y aboga para que, “igual que en Italia, algunos espectáculos pirotécnicos se hagan sin sonido. Los perros tienen el oído mucho más sensible y, claro, al no saber qué está ocurriendo lo pasan muy mal, algunos incluso vomitan”, explica.

Cuando escuchan un ruido fuerte “Todos tienden a esconderse, babean, están alterados. Es peligroso también cuando estás paseando con ellos y oyen los petardos, pueden huir. En estas fechas se pierden muchos perros por culpa de los petardos”, lamenta Olga.

“Que se cumpla con la Ley”

Sin embargo, muchos de estos problemas se evitarían si se cumpliesen las normas que regulan estos elementos, como recuerdan desde la Pirotecnia Virgen de Las Nieves de la localidad sevillana de Benacazón. Desde esta empresa aseguran que “hay que ceñirse a lo que dice el reglamento de explosivos, que señala claramente que la venta está solo permitida para mayores de 12, 16 y 18 años, según el tipo de artículos que se vendan, y ya hay que esperar que las personas mayores sean responsables, porque darle un petardo a un menor es como poner un niño sentado al lado del volante sin cinturón. Las personas mayores tienen que ser responsables de lo que los menores hacen”.

Se trata, además, de un producto “que se vende durante todo el año, aunque hay un fuerte repunte ahora, en Navidad”, y que además tiene una serie de instrucciones en el envoltorio que, si se cumplen, una buena parte de las molestias que provocan serían controladas.

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