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Sobre este blog

El Ojo izquierdo nació en El País en 2010 y prolongó su vida durante diez años en la cadena SER, con vivienda propia en el Programa Hoy por Hoy, primero con Carles Francino, después con Pepa Bueno y finalmente con Àngels Barceló.

Ahora se instala con comodidad en elDiario.es, donde es de esperar que se mantenga incólume la aviesa mirada de su autor, José María Izquierdo.

Silencio en la noche, ya todo está en calma

José María Izquierdo

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El Ojo izquierdo nació en El País en 2010 y prolongó su vida durante diez años en la cadena SER, con vivienda propia en el Programa Hoy por Hoy, primero con Carles Francino, después con Pepa Bueno y finalmente con Àngels Barceló.

Ahora se instala con comodidad en elDiario.es, donde es de esperar que se mantenga incólume la aviesa mirada de su autor, José María Izquierdo.

Pues ya está resuelto el primero de los enredos que teníamos previstos para este trimestre. Allá, en el País Vasco, las cosas son como son y los sondeos aciertan. Empate en escaños entre el PNV y Bildu, con victoria a los votos para el partido de Pradales, ese señor tan serio. Y como todos suponíamos si se daban estos datos, el PNV y el PSE podrán formar gobierno con tranquilidad, que la subida de dos escaños de los socialistas ha compensado la bajada de los nacionalistas para alcanzar –y superar– la cifra mágica de los 38 diputados, mayoría en el Parlamento. El análisis, a vuelapluma, parece sencillo. El PNV es una roca pero la formación de Otxandiano crece de manera espectacular en su transversalidad, además de haber barrido todo lo que había a la izquierda de los socialistas y se sitúa, como muchos observadores sugieren, en la posición que anhelaba: aliento en la nuca durante cuatro años al PNV mientras se clarifican algunas cosas, se potencian los cuadros dirigentes y se da tiempo, además, para que en algún momento, quién sabe cuándo, Otegi tire del tapón y veamos cómo fluye la asunción de responsabilidades por el terrorismo de ETA, e incluso la petición de perdón a las víctimas. El empate de ambos en la primera posición trae, como añadido, el importante subidón de los nacionalistas: entre ambas formaciones suman casi el 68% de los votos. Cierto que, según las encuestas, los independentistas bajan, pero ahí está ese dato. 

Decíamos que el PSE ha subido de 10 a 12 y se hace imprescindible al PNV para gobernar. Muy buen resultado. Sumar salva de alguna manera los muebles, un escuálido escaño en su estreno en el País Vasco, y Podemos pierde los seis de 2020, que en 2016 habían sido 11. Mal, muy mal día para los morados. ¿Seguirán encantados unos y otros en morir separados, mejor que seguir viviendo juntos? Tampoco el PP, de 6 a 7, obtiene un resultado para tirar cohetes, nada representa para la insignificancia de Feijóo, y Vox mantiene su exigua y marginal representación. Un buen respiro para Pedro Sánchez, que dormirá a pierna suelta. El PNV tiene las manos libres para continuar con su política de respaldo en Madrid, y el PSOE dispone de un arma más para asegurarse ese apoyo, a cambio de sostener el gobierno de los nacionalistas en el País Vasco. Bildu tampoco encontrará graves motivos para que sus seis diputados sigan sumando votos al Gobierno de coalición. Por ahí nada espectacular ha sucedido, sólo un refuerzo para Sánchez, aunque Sumar deberá, lógicamente, repensarse qué hacer y cómo hacerlo. En cuanto al nuevo Gobierno de Ajuria Enea, será interesante ver cómo asimila que la sociedad vasca se ha ido unos pasos más a la izquierda, los votos así lo dicen y listos como son, tomarán buena nota para reforzar sus políticas de mayor contenido social, ayudados por el PSE, bandera que han de arrebatar a Bildu.   

Aurresku, pues, para el vencedor de las elecciones vascas. Habrá que pasar por el sofoco de la derecha y sus medios, encolerizada de ver cómo ETA ha ganado votos, pero lo resistiremos. Y ya, hoy, esta misma noche, que mañana es tarde, nos vamos corriendo a las elecciones catalanas, que esto es un sinvivir. Lean ustedes los sondeos, les ahorro en este texto la repetición de tanto número, y verán que tenemos por delante, hasta el 12 de mayo, un tiempo de quinielas imposibles, de sumas y restas que no conducen a nada hasta que las urnas no nos confirmen los escaños de Salvador Illa, el presunto ganador; de Pere Aragonés, el segundo clasificado; del inefable Carles Puigdemont -si no gobierno, me retiro- el tercero, más la pléyade de los menores, desde En Comú Podem a Vox, una larga retahíla. Obtener la cifra mágica de 68 diputados es el tesoro por conseguir, cierto, pero no sólo. Porque hay que tener un ojo en el Palau de la Generalitat, pero otro en los apoyos en Madrid al Gobierno central. Platos chinos o mazas al aire, cuestión de artistas de circo, cuidado que no se nos caiga ninguno.