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Sobre este blog

El Ojo izquierdo nació en El País en 2010 y prolongó su vida durante diez años en la cadena SER, con vivienda propia en el Programa Hoy por Hoy, primero con Carles Francino, después con Pepa Bueno y finalmente con Àngels Barceló.

Ahora se instala con comodidad en elDiario.es, donde es de esperar que se mantenga incólume la aviesa mirada de su autor, José María Izquierdo.

PP, prensa y jueces juntos. Miedo, no: pavor

Miguel Ángel Rodríguez y José María Aznar, en 2007.

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Los más antiguos del lugar recordamos muy bien aquellos primeros años de la década de los noventa. Un joven y frenético Aznar, azuzado por la barbarie del bravío Miguel Ángel Rodríguez, encendió todas las mechas de cualquier sector que se prestara al febril juego de los incendiarios. Desaforado, encontró en la prensa de la caverna, aquel sindicato del crimen, su aguerrido escuadrón de la muerte. Algunos de ellos, Pedro J. Ramírez o Federico Jiménez Losantos, los más conocidos, todavía siguen activos y coleando, con igual nivel de insidia, apego a la mentira y la desvergüenza. Como se vería de nuevo, el cartero siempre llama dos veces, y tres, y cuatro, en la trama conspiranoica que los mismos insignes periodistas montaron tras los salvajes atentados del 11M en Madrid. Y hoy, de nuevo, contra Sánchez. 

Uno de aquellos partícipes del ominoso asedio de los primeros años noventa, y muy principal, Luis María Anson, director de un entonces importante Abc, hoy tan poquita cosa, reconoció años después la venenosa actuación del sindicato en aquella guerra atómica. “Había que terminar con Felipe González, ésa era la cuestión. Al subir el listón de la crítica se llegó a tal extremo que en muchos momentos se rozó la estabilidad del propio Estado. Eso es verdad. Tenía razón González cuando denunció ese peligro, pero era la única forma de sacarlo de ahí”, reconoció el interfecto. El PP aglutinaba y alimentaba aquella canallesca, enfervorizados con el ¡Váyase, señor González! Todo valía, cualquier arma destructiva servía para la sagrada causa. Incluso pactar con el PNV y con Pujol, como tan ricamente hizo José María Aznar, el gran falsario. Y olvidemos en este memorial, requeriría el caso mayores explicaciones, sus acuerdos con Julio Anguita. 

La misma fetidez, la misma ponzoña, se respira hoy en el ámbito político. También entonces hubo casos gigantescos y asquerosos de corrupción, quedémonos con Luis Roldán. El caso Koldo rezuma grasa de bocadillo de tocino o torrezno mal frito. El Gobierno actuó con rapidez y acierto en echar a Ábalos, llore lo que llore, pero todavía debe dar pasos importantes y de manera urgente. Por lo pronto, olvidarse del y tú más, recurso repugnante que sólo envilece a quien lo practica. Y en segundo lugar, debe mostrar los miles y miles de folios, documentos oficiales, actas de cualquier tipo, inspecciones de todos los organismos supervisores que se refieran a los casos denunciados. Francina Armengol debe hablar, el ministro Torres debe hablar, Marlaska debe hablar y Salvador Illa debe hablar, en una comisión fulgurante o por separado, pero esta semana mejor que la siguiente. ¿Y los papeles de Air Europa también? Por supuesto. Esos por delante. 

Decimos de la prensa canalla. Ya saben ustedes que quien esto escribe es muy amigo –la cosa viene de antiguo– de El Catavenenos, que ya ejerció esa dura labor en la era Zapatero. Escribió entonces un libro, 'Las mil frases más feroces de la derecha de la caverna', recogiendo textos literales de la fiel infantería. Literatura infantil comparada con la ferocidad actual. Lo mismo ocurre con los portavoces del PP. ¿Era duro Álvarez Cascos? Pues resultaba casi decente cuando uno lo compara con la fiera corrupia de Tellado, qué es eso de la educación o, simplemente, de la decencia y un mínimo respeto a personas, animales o cosas. Fetidez, decimos. Esta virulencia del partido de Núñez Feijóo, dejemos por un momento de lado a sus amigos y aliados de Vox, chuscos patanes, por no hablar de la brutalidad chabacana del “hijo de puta” de Isabel Díaz Ayuso, niña consentida y amamantada por el mismo Miguel Ángel Rodríguez que ponía las banderillas de fuego a su maestro Aznar para que embistiera con más ardor, este PP, decimos, actúa en perfecta consonancia y armonía con esos numerosos medios de comunicación envilecidos, empeñados en ser más reaccionario y bocachancla que el rival, y que hoy, además, cuentan con la inestimable ayuda de unas redes sociales corrompidas y execrables, siempre dispuestas a repetir ad náuseam cualquier bazofia que les llegue por tierra, mar o aire. 

La nube ácida ha tenido mucha suerte, además, con la aparición del caso Koldo, para ellos el caso Sánchez o el caso Begoña Gómez, o de ambos, aun mejor, cacería vergonzosa mediante, porque el tema de la amnistía se les escapaba por entre los dedos. Seguramente habrá acuerdo con Junts, ya veremos cómo y hasta dónde han cedido unos y otros, aunque nos gustaría ver que el Gobierno de Sánchez ha mantenido la firmeza necesaria. Hay incluso quien aventura desde fuentes cercanas a Junts, y así lo ha filtrado a algunos medios, que Puigdemont habría asumido que quizá, sólo quizá, tendría que hacer alguna importante renuncia personal. En cualquier caso, la Comisión de Venecia ha dicho lo que ha dicho, tiren para adelante esa amnistía, y la movilización callejera, tras la oferta de indultos de Núñez Feijóo a los separatistas catalanes, se vino abajo cual fallido castell, perdonen la atrevida comparación. O sea, que necesitaban otro hueso que roer y ahí, en todo su esplendor, se nos aparece el aizkolari presuntamente trincón. Gracias, señor, que siempre nos das en el momento oportuno el alimento salvador, cual maná en el desierto abrasador.   

Pero a toda esta numerosa tropa, en perfecta formación de tortuga, como las legiones romanas, se ha sumado un nuevo aliado de fuerza descomunal: el mundo sacrosanto de la judicatura, secundado por una fiscalía subalterna y perruna. No pasó lo mismo en los noventa, ni siquiera se atrevieron las togas a tanto en la época de Zapatero, aunque algunas escaramuzas ya protagonizaron y aún hoy, tantos años después, nos alcanzan sus perniciosos efectos, verbigracia el Estatuto catalán. Pero ahora su presencia, y su aportación a la causa de la derecha es, sencillamente descomunal. 

El último auto sobre Puigdemont del Tribunal Supremo del gran Manuel Marchena, el único, el auténtico, el genuino, el jefe de todos los jefes, ha sido una demostración más, y ésta de desfachatez también suprema, permitan el chiste, de que la alta judicatura ha decidido entrar en política y actuar en contra del actual Gobierno, de frente y sin caretas. ¿Terrorista? Claro. Y cuidado, que todavía nos queda, por ejemplo, probar que era pirómano. O pedófilo, si me apuran. Ocurre que queremos acabar con los socialistas y con Pedro Sánchez, el psicópata de La Moncloa, a como haya lugar. ¿Que nos desnudamos en público y resulta pornográficamente obvio y notorio que acompasamos nuestros autos a la actividad política? Pues se hace, porque este país es nuestro y nada se mueve sin que estos birretes y estas puñetas den su permiso. Ustedes no saben con quién están hablando. ¿Tejero, Milans del Bosch? Más finos, hombre, hay que ser más finos.  

Así que aquí tenemos, como en las películas del Oeste, la gran manada que aparece por el horizonte, ¿oyen los cascos?, y que avanzan, ciegos de ira, contra la llamada mayoría de progreso. Ésta es la alineación de astros que amenaza la legislatura, sostenida por unos alambres más bien esmirriados: un PP echado al monte, unos medios de comunicación encanallados y unos jueces decididos a gobernar el país cuando nadie les ha elegido para tal misión. El combate es a cuchillo. 

Les iremos narrando, cual afanosos locutores deportivos, el desarrollo del partido. 

Adenda. Cuesta escribir artículos sin mencionar los muertos palestinos intentando conseguir un puñado de harina para sobrevivir. Difícil saber cuántos cayeron víctimas de disparos de los soldados israelís y cuántos por aplastamiento de la muchedumbre. Pero sí está claro quiénes son los culpables de la hambruna que lleva a la desesperación a todo un pueblo y que ya han causado más de 25.000 civiles muertos, entre ellos un número escandaloso de víctimas infantiles: Netanyahu, sus aliados internos y externos, entre ellos y en lugar preeminente Estados Unidos. Tampoco olvidemos a Ucrania. Y a Putin. Amenaza el dictador ruso con utilizar armas nucleares. ¿Hay que hacerle caso? Poco. Pero nunca despreciemos cuánta maldad cabe en un ser humano enloquecido. 

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El Ojo izquierdo nació en El País en 2010 y prolongó su vida durante diez años en la cadena SER, con vivienda propia en el Programa Hoy por Hoy, primero con Carles Francino, después con Pepa Bueno y finalmente con Àngels Barceló.

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