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“Todo el mundo debería tener unos mínimos económicos y no hacer cola para que le den arroz o aceite”

Àngels Guiteras presindenta de la Taula del Tercer Sector / ENRIC CATALÀ

Siscu Baiges / Enric Català (fotos)

Barcelona —

Àngels Guiteras deja la presidencia de la Taula d’Entitats del Tercer Sector Social de Catalunya. Ha ocupado el cargo durante los últimos seis años (dos mandatos de tres años) coincidiendo con un período en el que la crisis económica ha marcado nuestra sociedad y, especialmente, la atención y los servicios sociales. Ha combinado la gestión de la Taula y la gerencia de la Asociación Bienestar y Desarrollo (ABD), dedicada a ayudar a las personas y comunidades en situación de vulnerabilidad. Nacida en 2003, la Taula del Tercer Sector Social representa a unas 3.000 asociaciones, fundaciones, cooperativas y empresas de inserción social.

 

Seis años al frente de la Taula. ¿Cuál es su balance?

Hay dos niveles. El nivel del trabajo y el nivel personal. Mi valoración es muy positiva. Ha sido un momento de crisis social que aún continúa y se está incrementando. Comenzó hace siete años y, a pesar de que los indicadores económicos dicen que la crisis económica se está remontando desde el año pasado y que en 2015 habrá un crecimiento superior al 3%, la crisis social continúa. Tenemos que ver si esto es así pero no nos tranquiliza porque se ha comprobado muchas veces que el crecimiento económico no tiene porque ir ligado necesariamente a mejores condiciones en la vida de las personas.

Seis años de plena crisis social, económica y financiera que han sido difíciles pero alentadores porque nos hemos tenido que implicar más que nunca. Las entidades sociales, contrariamente a otras organizaciones, en vez de tener menos trabajo hemos tenido mucho más y en peores condiciones. La atención a las personas se ha multiplicado y hemos tenido que pensar cómo hacerlo para dar servicio a la gente con menos recursos.

Hace 12 años que nos constituimos como Taula para defender mejor los derechos sociales como derechos humanos. Y eso ha cogido más relevancia en estos últimos años. Ha sido la oportunidad de poner en valor la tarea de las entidades sociales, el capital social que aporta la sociedad civil organizada. El tercer sector social es anterior a la crisis y será posterior a ella. Hemos tenido que estar muy pendientes de las dificultades de las personas, de las entidades, de sus problemas de financiación, de llegar a los políticos para hacer frente a esta situación...

 

También es una mala suerte llegar a la presidencia de la Taula justo cuando la crisis golpeaba con más dureza a las entidades que la formaban.Taula

La crisis venía de antes, de finales de 2008. Trabajo en una entidad de base y éramos conscientes de lo que estaba pasando. No esperábamos, sin embargo, que fuera tan larga, tan fuerte, con tanta factura social. No se había vivido en muchos años una crisis de tanta duración. En 2010, algunos ya veían 'brotes verdes'. Nosotros, sin embargo, lo veíamos todo muy árido.

Que la crisis fuera tan larga ha hecho que el sector se fortaleciera, al ver la necesidad de crear herramientas como 'Finan3', una cooperativa que ayuda a la financiación de las entidades, o 'Hàbitat3', la fundación que hemos creado para potenciar la vivienda social.

Nosotros hablábamos siempre de 'prevención' e 'inclusión'. Entonces estaba muy mal visto hablar de pobreza. Y en 2009 decidimos llamar a las cosas de su nombre. Había pobreza y pobreza severa. La Taula fue la primera organización que dijo que uno de cada cinco catalanes era pobre. Y uno de cada cuatro niños.

Una palabra -'pobreza'- que molesta mucho a los gobernantes.

En ese momento gobernaba el Tripartito y no les gustaba, no. Es un gran error. ¿Cómo puedes dirigir tus políticas adecuadamente si no pones sobre la mesa lo que está pasando y compartes el diagnóstico? Como presidenta he hecho incidencia política exigiendo que no se ocultara nada y se ha asumido bastante la realidad.

Ahora veo que estamos, otra vez, en un momento en que se quiere disimular un poco. Quizás es porque hay elecciones e interesa destacar los indicadores positivos. Pero la pobreza se ha cronificado, los índices de pobreza adulta e infantil son muy altos. Pasarán muchos años antes de que veamos otra cara de esta realidad tan dura.

 

Cruz Roja acaba de anunciar que repartirá 2 millones de kilos de alimentos a 120.000 personas este verano, en Catalunya.

A los gobernantes no les gusta que se hable de estas cuestiones. Y a las entidades no nos gusta repartir comida. Queremos que la gente tenga dinero para comprarla. Se ha reconocido que la protección social no tiene la cobertura necesaria pero sin esta protección en lugar de estar en un 20% de índice de pobreza estaríamos en un 44%. Hay muchas necesidades pero las entidades no quieren repartir alimentos sino dar una tarjeta alimentaria para que la gente elija. Es muy duro hacer cola para que te den arroz o aceite.

La gente debería tener unos mínimos económicos para que eso no ocurra.

 

La Renta Mínima de Inserción se ha mostrado insuficiente

Han caído derechos. La Renta Mínima de Inserción era para todo aquel que la necesitaba. Funcionó unos años pero cuando aumentó mucho la gente que se podía beneficiar de ella dejó de ser un derecho subjetivo y pasó a depender de si había presupuesto suficiente o no. En 2011 vino la reforma del consejero Francesc Xavier Mena en el primer gobierno de Artur Mas, que hizo mucho daño, junto con la poca delicadeza de acusar a algunos beneficiarios de engañar a la Administración.

Fue una reforma muy dura. Ahora tenemos la promesa de una reforma pendiente. Este año se ha incrementado la Renta Mínima pero no alcanza a todo el mundo a quien tiene que llegar.

Hemos hecho una estimación de que hay 34.000 familias con hijos a su cargo que no tienen ningún tipo de ingreso. Tanto nos da si se llama Renta Mínima o de otra manera, pero esto no puede pasar. Es una situación de emergencia social que hay que priorizar.

Está pendiente la reforma de esta protección social. Deberían ponerse de acuerdo todas las entidades y partidos políticos, pero no se hará en este mandato.

 

La Renta Garantizada de Ciudadanía que se debate ahora en el Parlamento a raíz de una iniciativa legislativa popular ¿es posible económicamente? Desde el gobierno se dice que es pedir la luna.

Está en el Estatuto. En algún momento se pensó que era perfectamente viable. No estamos hablando de una renta básica sino de unos mínimos para las personas que no tienen ningún tipo de ingreso. Debemos ir hacia ahí. En la Taula del Tercer Sector Social estamos diciendo que, sin renunciar a este objetivo, prioricemos una renta mínima de inserción que cubra a todo el mundo que tenga una situación de vulnerabilidad.

Se trata de redistribuir. No puede ser que haya una parte de la población que tenga mucho y otra parte, mucho más grande, que no tenga nada. Las políticas se deben hacer de otra manera y sin asistencialismo.

 

¿Cómo han vivido las entidades estos años de crisis, de reducción de ingresos, de subvenciones que no se pagan? Han tenido que cerrar la puerta muchas de estas entidades?

Por diferentes motivos, han resistido bastante bien. Pero hemos perdido algunas también. No todas las entidades tenían diversificadas sus fuentes de ingresos. Entidades que dependían de una subvención, trabajaban en un solo ámbito y con una sola administración han desaparecido. Hay subvenciones que se deben desde el 2010. Si estás en una organización que no tiene otros ingresos que una subvención para dar una contraprestación y no la cobras, no tienes salida.

Ha habido muchos problemas de financiación. Los créditos se han parado. Antes trabajar para la administración pública era una garantía por los bancos. Ahora no es ningún aval. Había entidades con poca solvencia económica. Por eso hemos perdido algunas de ellas.

También hemos recuperado otras. Se perdieron entidades de inserción de presos porque quitaron todas las subvenciones. Conseguimos, al cabo de un tiempo, que volvieran las subvenciones y algunas de estas entidades vuelven a funcionar.

Ha habido muchos problemas de liquidez, de impagos. Ha sido necesario cambiar los modos de gestionar las entidades. Necesitamos herramientas propias. En el sector tenemos entidades pequeñas, medianas y grandes. Una entidad que tenía un problema de liquidez de 15.000 euros que un banco no les dejaba quizás conseguía que se los dejara otra entidad del sector. Por eso hemos creado ‘Finan3’, que da avales propios.

Que las entidades sociales no repartan ganancias debe influir en esta problemática

Es una cuestión positiva. Esta expectativa no existe. Son entidades que surgen de la nada, con la voluntad de dar respuesta a una realidad determinada, en cualquier sector: niños, violencia de género, discapacidad, drogodependencia,... Se pone a ello gente sin recursos pero con ganas de ayudar y muchas de sus acciones acaban siendo asumidas por las administraciones en su cartera de servicios.

Esto facilita que, en tiempos de crisis, se resista mejor porque se lleva en el ADN de los que se dedican a esto. Hay un tejido asociativo con gran peso del voluntariado, las donaciones,...

 

Hay dos discursos actualmente. Uno dice que los recortes y limitaciones se deben a una financiación injusta desde el gobierno español y apuesta por que la independencia resuelva todas estas carencias y otro que acusa al gobierno de la Generalitat de aplicar esas reformas por motivos ideológicos. ¿De cuál de los dos discursos se siente más cerca?

La independencia, por sí sola, no es garantía de que resuelva nada. Hay que ver con qué programa fiscal, si se priorizan o no las políticas sociales y contra la pobreza. Hay que ver más cosas si queremos saber si la independencia resolvería la situación que tenemos ahora de pobreza y desigualdad tan grandes.

En cuanto a la relación con España es muy mejorable en muchos temas. Hoy por hoy estamos en un Estado de las autonomías. Y hay cuestiones que chirrían mucho en competencias transferidas a las comunidades autónomas.

 

Una de sus quejas clásicas es el reparto del dinero de 0,7% de la casilla del IRPF. Cree que las entidades sociales catalanas salen perjudicadas en ese reparto.

No hemos conseguido ponerlo a debate ni con gobiernos del PSOE ni con gobiernos del PP y repercute muy negativamente en Catalunya. Pasa lo mismo con la aplicación de la Ley de Promoción de la Autonomía y de la Dependencia. Es una ley muy necesaria, que nace en un momento de 'bonanza' pero que siempre hemos dicho que no estaba bien ligada presupuestariamente. Tendría que haberse incluido en la Seguridad Social, a 25 o 30 años vista. Parecen muchos años pero los derechos de la salud no se han desarrollado en dos o tres días.

Cuando empecé a atender drogodependientes había personas que no se podían hacer análisis de sangre. Teníamos que buscar la forma para conseguirlo. Y esto se ha ido corrigiendo con el paso del tiempo.

Es evidente que la Ley de Promoción de la Autonomía y la Dependencia se debe dotar presupuestariamente y eso es una prioridad. Hay que hacer un buen plan para que no decaigan los derechos. Aprobamos un derecho hoy y mañana lo quitamos. Se tuvo que cambiar la Ley porque el compromiso de atender a las personas con dependencia moderada no se podía cumplir. Por otra parte, es cierto que España no cumple sus compromisos de gasto en Catalunya. En esta época de crisis se ha ido recortando para cumplir las exigencias de las políticas europeas, los bancos y los mercados y esto ha afectado a los derechos sociales.

 

¿Cuál de los sectores que tratan en la Taula reclama una atención más urgente?Taula

Todos. La pobreza infantil es muy grave. Está casi en un 25%. Detrás de la pobreza infantil está la de las familias. La mirada en el tercer sector es muy diversa. No puede ser que haya una sola persona discapacitada que además tenga problemas de salud mental y que no esté cubierta por completo. ¿O es que hay que esperar a que lo sufra el hijo de un gobernante? En un país como el nuestro, si no queremos que sea un ‘pobre país', hay una serie de situaciones que deben estar cubiertas. Vivir es difícil para todos pero para algunas personas lo es aún más.

Los jóvenes son el futuro. Tenemos que invertir más en educación, en capacitación, pero los parados de larga duración me hacen sufrir mucho. En estos siete años ha caído mucha gente que no recuperaremos. Está desahuciada. Algunos han ido a casa de sus padres, porque tienen la hipoteca pagada y cobran pensión. Esta gente, de 45 o 50 años, sin ingresos, cuando llegue a la jubilación no tendrá ni piso ni la pensión adecuada.

He visto gente muy desesperada. Cuando las cosas empiezan a caer, la gente sufre mucho. Tienes 45 o 50 años y tus hijos ven que no puedes hacer nada, que cada día vas a menos. Se esconden bajo el sofá, como digo yo. Hay mucha gente en esta situación.

 

¿Y donde hay que buscar la esperanza en que esta situación se dé la vuelta? ¿En la mejora de la situación económica?

No me lo parece. Debemos empujar todos para que se apliquen políticas sociales y de lucha contra la pobreza que nos ayuden a recuperar la economía, pero no la economía que mejora la exportación o la venta de viviendas de segunda mano. Debemos hacer más políticas de inversión social, de empleo, de capacitación, de inversión en educación porque todo esto nos ayudará a mejorar la economía pero sobre todo nos ayudará a tener menos desigualdad. El crecimiento económico solo no nos asegura nada.

Si se pone en marcha la Renta Garantizada de Ciudadanía, la persona que se beneficie de ella saldrá de debajo del sofá y se sentará en una silla, se gastará el dinero que le den, consumirá. Si das 500 euros a una persona, no se los guardan en ninguna parte, no les ahorran. Se los gastan. Y vuelven a entrar en el circuito económico.

Debemos exigir que los presupuestos vayan en esta línea. Ser valientes.

 

¿Hay alguna razón para creer que los políticos harán ahora lo que no han hecho antes, o no lo han hecho suficientemente?

Me preguntan si estoy contenta con el nuevo Ayuntamiento de Barcelona. Habrá que verlo. Si cuentan con el tercer sector social, trabajando de forma más colaborativa, con un modelo más comprometido con las personas, perfecto. Si no va por ahí, lo diremos, claro.

 

¿Qué consejo le dará al nuevo presidente de la Mesa, Oriol Illa?

Le recomendaré que ponga mucha ilusión y pasión y que vele por que el tercer sector social continúe avanzando unido. Nuestra fuerza es la unidad, sumar-sumar, nuestra pluralidad. Los retos que tenemos son muchos: la financiación, trabajar colaborando al máximo con las administraciones, tener una actitud pro-activa, ...

 

¿Y Àngels Guiteras qué hará?

Àngels Guiteras trabaja. Lo ha hecho siempre y continuará haciéndolo en una entidad social. Ayudaré en lo que pueda contribuir. Tengo la intención de organizar la experiencia de estos seis años y dejar escrita la parte discursiva del tercer sector social. Aprovecharé que el teléfono sonará menos para escribir un poco; un libro, tal vez. Tengo que escuchar, saber dónde puedo seguir siendo útil, en temas que me atraigan.

Somos personas que ayudamos a personas y eso hace que en realidad no vayas a trabajar. Es duro pero recompensa mucho. Estos seis años he seguido trabajando en ABD pero no hacía visitas personales. Ahora podré volver a hacerlas.

 

¿Se meterá en política?

Hago política apartidista cada día. Puedo hacer alguna actuación en el ámbito público pero nunca en un partido político. Mi opción siempre ha sido el tercer sector social, un sector que hace política diariamente porque las entidades quieren transformar la sociedad. Esto es una manera de hacer política. No toda la política la hacen los partidos. No debemos esperar que nos lo hagan todo. Tenemos que recuperar la idea de que hacer política juntos es positivo. Y me ha gustado mucho hacer política desde la Taula.

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