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CiU y PSC: Las razones de la centralidad perdida

Montsé Melià y Anna Comas consideran que Jordi Pujol y Pasqual Maragall fueron determinantes en el éxito electoral de CiU y PSC

Siscu Baiges

“CiU y PSC, la centralidad perdida” (Editorial Gregal) es un libro que pone el dedo en la llaga de las crisis que han sufrido estas dos opciones políticas. Sus autoras, las periodistas Anna Comas y Montse Melià, afirman que no han escrito un tratado de historia o de ciencia política sino un trabajo de divulgación periodística.

Comas analiza porque el PSC ha perdido cuota electoral y dirigentes en los últimos años y Melià la pérdida de votos y la ruptura de la federación de CiU. Todo apunta a que el protagonismo que tuvieron ambas opciones políticas no volverá y que, al menos durante unos cuantos años, la centralidad política no será ocupada por convergentes y socialistas sino que se dirimirá entre independentistas y no independentistas.

¿Por qué CiU y PSC se convirtieron en los partidos centrales en Catalunya?

M.M.- En las primeras elecciones catalanas se venía del triunfo de las izquierdas en las elecciones generales anteriores en Catalunya y todos los partidos hacían un discurso muy social. Jordi Pujol hizo un discurso diferente, de los catalanes, del futuro de Cataluña, y eso le permitió conectar con la gente que le votó siempre. Además, los que no comulgaban con su manera de ver la realidad no iban a votar. Pujol conectó con la clase media, media alta, menestral, y eso lo convirtió en el líder del partido central. Y a los que se abstenían ya les iba bien. En caso contrario, habrían ido a votar. Ahora que no les va bien, lo harán.

A.C.- El PSC ganaba las elecciones generales y las municipales. En este segmento eran centrales. Se les escapaba la Generalitat. Trataron de conseguirla con Pasqual Maragall, en 1999, fuese como fuese; incluso dejándole hacer lo que le diera la gana. No lo consiguieron aquella vez. Ganaban las elecciones municipales y las generales porque las tareas de los municipios eran muy concretas y de gestión y la gente confió en ellos y en las generales porque importaba mandar en España. En Cataluña tuvieron un candidato, Raimon Obiols, que no ganaba elecciones, Jordi Pujol tenía un mensaje interno potente, introdujo el nacionalismo. Los otros eran catalanistas; no eran nacionalistas.

¿Por qué perdieron esta centralidad?

M.M.- Es una cuestión multifactorial. No es sólo un factor. Todo comienza con la mayoría absoluta de José María Aznar en 2000, que empuja a CiU hacia posiciones más soberanistas. Y dentro de Convergencia, pasada la fase de los dirigentes que venían de la época franquista -Pujol, Cullell, Trias Fargas, Alavedra...- las nuevas generaciones -tanto las que vienen de las JNC como las que se apuntaron al ‘Freedom for Catalonia' y a la oposición a los Juegos Olímpicos- apuestan por nuevas formas de hacer política y de conseguir más autogobierno. Aznar le llega a plantear a Pujol que se quede con la marca PP en Cataluña, a cambio de entrar en el gobierno español y hacerse corresponsable de sus políticas. Pujol se niega y entramos en un proceso en el que se acentúa el soberanismo de CiU.

La confesión de Jordi Pujol que había tenido dinero escondido en el extranjero mientras era presidente ¿agrava este proceso?

M.M.- Sí, pero la radicalización soberanista ya viene de antes.

Y el PSC ¿porqué pierde peso en la política catalana?

A.C.- Viene de lejos. Yo reconstruyo la historia desde el Congreso del PSC de Sitges en 1994 hasta el apoyo al artículo 155 del PP. El debate está en cuántas almas tiene el PSC. Dos o muchas más. Las divergencias, las desavenencias en el seno del PSC no vienen sólo del Congreso de Sitges entre un aparato dirigido por los conocidos como “capitanes” y un grupo de talante más catalanista o burgués que tenía el poder institucional. Los desencuentros son permanentes y empiezan a estallar con el Estatuto. Este tema no le sale bien a Pasqual Maragall. José Luis Rodríguez Zapatero se echa atrás en muchísimos puntos. En 2003, el partido no deja que Maragall lleve a su manera la campaña de las elecciones a la presidencia de la Generalitat. Montilla hace otro tripartito aunque Zapatero había pactado con Artur Mas que la presidencia fuese para el partido más votado. Comienza la división interna. Maragall sale de escena pero los catalanistas maragallistas chocan con una dirección que se escora cada vez más hacia el PSOE. Cuando Pere Navarro es primer secretario se ponen en evidencia las corrientes internas. Hay un duodécimo congreso donde se aprecian muchas fisuras.

El PSC empieza a perder votos en el 2003, aunque aún son suficientes para que Montilla llegue a presidente con el segundo tripartito. A partir de entonces hay una sangría porque una parte del electorado deja de sentirse identificado con el PSC. Cuando Maragall, que había conseguido una cierta transversalidad, desaparece del mapa el PSC va perdiendo votantes elección tras elección.

La marcha de Maragall es, por tanto, determinante en la pérdida de centralidad del PSC. ¿Pasa lo mismo con Jordi Pujol y CiU?

M.M.- Sí. Pujol es muy pragmático. Cuando en 1999 tiene que pactar con alguien ya que no tiene mayoría absoluta en el Parlamento opta por el PP, aunque una parte del partido, dirigido por Pere Esteve, presiona para que lo haga con ERC. Tiene un papel capital en mantener esta centralidad.

A.C.- En el PSC, el eje vertebrador que era Pasqual Maragall, que atraía simpatías de diversos sectores de fuera del partido pese a que dentro caía mal, se pierde, se diluye. Lo explica muy bien Joaquim Nadal, que dice que se sintió huérfano, incómodo, y que tuvo que irse junto con otros dirigentes que participaron en la creación del PSC. Y muchos ciudadanos de la clase media catalanista que lo habían votado durante muchos años dejan de hacerlo.

Artur Mas, Carles Puigdemont, Pere Navarro,... ¿no tienen el carisma y la capacidad de Pujol y Maragall para mantener el apoyo popular que lograron ellos?

M.M.- Probablemente no la han tenido pero los tiempos también son diferentes. Desde Unión Democrática dicen que a Mas le dio un ataque de cuernos. Por un lado, al considerar que los socialistas le traicionaron cuando le prometieron que harían presidente de la Generalitat al líder de la lista más votada. Por otro, para que Mariano Rajoy se lo quitó de encima cuando le propuso el pacto fiscal. Algunos dirigentes de Unión me aseguran que esto hace que Mas optase por la revancha.

Algunos analistas políticos consideran que PSC y CiU pactaron el reparto del poder, que hubo un cierto acuerdo de no agresión.

M.M.- Al votante ya le iba bien esta situación

A.C.- Había gente a la que ya le iba bien que los socialistas mandaran en los ayuntamientos y los convergentes en la Generalitat. Dentro del PSC siempre ha habido quien pensaba que la solución para Catalunya era la 'sociovergencia'. Nadal era uno de ellos, pero el aparato siempre se negó.

M.M.- Cuando un partido central está de bajón es muy difícil detener esta dinámica. Cuando empiezas a perder lo haces por todos los lados. Convergencia ha perdido el votante del perfil de empresario a quien le iban bien las políticas que hacía, pero que con la independencia ya no comulgan con el partido. Y al mismo tiempo también ha perdido votos hacia ERC. Al PSC también le ha pasado. Ha perdido votos hacia Ciudadanos en el área metropolitana.

A.C.- También ha perdido votos catalanistas hacia ERC. Y otros se fueron hacia los 'comunes'. El PSC sufre una sangría hacia todas partes.

Los socialistas también se encuentran con que la socialdemocracia pierde apoyos en la mayoría de países europeos.

A.C.- Miquel Iceta lo reconoce en el libro. Hace una larga explicación coherente sobre este tema. Dice que la socialdemocracia está perdiendo 'fuelle' en todas partes, no ha sabido dar respuesta a las necesidades más primarias de la gente, se ha hecho más liberal y la gente ha dejado de votarla. Las políticas de izquierda de los años setenta y ochenta de los socialistas han pasado a mejor vida. Ahora intentan recuperarlas un tanto.

Al PSC lo han abandonado muchos dirigentes. Algunos han formado partidos nuevos.

A.C.- A partir de 2014 comienza lo que yo llamo 'diáspora'.

En cambio, en CDC esto no ha pasado.

M.M.- Quién se marchó fue Pere Esteve y montó una agrupación que terminó en ERC. CDC ha cambiado de nombre y lo que ha pasado es que mucha gente que era militante no se ha apuntado al PDeCAT.

¿Volverá la centralidad perdida? ¿Veremos una nueva Convergencia autonomista, nacionalista, y un PSC reanimado recuperar este espacio?

A.C.- El PSC podría recuperarse no para volver a ser central pero sí para dar una cierta guerra en el Parlamento.

M.M.- La realidad española ha cambiado. Entonces, ellos estaban inscritos en una realidad diferente. El Tribunal Constitucional no estaba tan politizado. Ahora parece que actúe al dictado del gobierno central. En CDC dicen que ha sido la gente quien les ha hecho cambiar. Pero también ha influido la trayectoria y, evidentemente, la corrupción. He ido a reuniones del PDeCAT en Sarrià o Nou Barris y he visto como recriminan a sus dirigentes que se echaran atrás cuando proclamaron la República y no los llamaran a defenderla.

La futura centralidad ¿será protagonizada por ERC y Ciudadanos?

A.C.- ERC hace tiempo que lo busca.

M.M.- Y Ciudadanos también.

A.C.- Esquerra lo viene trabajando desde hace tiempo. Se centraron al crear 'Junts pel Sí' con Convergencia. Renunciaron a la 'E' de Esquerra aceptando hablar sólo de independencia. Oriol Junqueras ha centrado el partido para ganar alcaldías, hacerse con la Catalunya interior, dejando de lado las áreas metropolitanas de Barcelona y Tarragona.

M.M.- Ciudadanos lo tiene más difícil. Les vota mucha gente en las poblaciones metropolitanas pero cuando vengan las elecciones generales el discurso de Albert Ribera será muy de derechas y eso les alejará de la centralidad.

La nueva centralidad ¿será o es, pues, ya, independentistas-no independentistas, en vez de nacionalismo conservador-socialismo moderado?

A.C.- No está claro qué partidos podrían representar a los dos bloques. No veo a Ciudadanos haciéndolo. Quizás el PSC podría remontar pero tampoco lo acabo de ver. Si ERC fuera capaz de deshacerse de la radicalidad independentista -que no lo hará- sí que podría convertirse en un partido central, pero debería renunciar a sus esencias de 82 años de historia.

M.M.- Ningún partido hace eso. El PP también puede cambiar. Si después de las elecciones ve que su voto se ha ido hacia Ciudadanos, tal vez cambie de estrategia.

A.C.- Ahora parece que Carles Puigdemont y el PDeCAT son más radicales que la CUP.

El debate izquierda-derecha, el tema social ¿dejará definitivamente de estar presente en el debate político catalán?

M.M.- Hasta cierto punto es normal en la situación en que nos encontramos ahora.

A.C.- Por otro lado, los que se fueron del PSC no han sabido crear partidos que arrastraran mucha gente. Se han ido a ERC. Por eso el libro no hablo de 'rotura' del PSC. Digo que se quiebra. El PSC no se ha roto. Se ha deshilachado. Los que se fueron a ERC encontraron allí una acogida que no sé cuánto durará.

M.M.- Puigdemont plantea una opción como la de Macron en Francia. Por eso tiene tan enfadada a la gente del PDeCAT.

¿Cuánto tiempo tendréis que esperar para escribir un libro que analice la nueva centralidad política catalana?

M.M.- Eso tardará mucho.

A.C.- Dependerá de España. Si el PP pierde el gobierno y hay un cambio que permita un gobierno más abierto a las reivindicaciones catalanas, aquí los partidos deberían reposicionarse.

¿Dos años, cinco años, diez años...?

M.M.- Chi lo sa!

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