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Entrevista | Haidi Giuliani

“A mi hijo lo asesinaron y a otros los meten en prisión; todo, para callarlos”

Haidi Giuliani en el Saló del Tinell de Barcelona

João França

Haidi Giuliani es imparable a pesar de sus 72 años. Su guerra es la de la justicia por las personas que sufren la represión. Es la madre del tristemente famoso Carlo Giuliani, activista antiglobalización asesinado hace 16 años por la policía en Génova durante las manifestaciones contra la cumbre del G8. La jueza archivó el caso tras considerar que el policía que le disparó durante un enfrentamiento con los manifestantes había actuado en legitima defensa. El vehículo en el que iba el carabiniere atropelló a Giuliani dos veces tras el disparo.

Su caso tiene mucho en común, a pesar de las diferencias, con los de otras familias que se encontraron en Barcelona con motivo de la primera Jornada Internacional de Familiares de Personas Represaliadas. Giuliani tiene claro que no son casos aislados, y considera que la represión cumple su función. “Es un error hablar de manzanas podridas, porque las fuerzas del orden son lo que tienen que ser: perros guardianes del poder”, dijo en su intervención en el Saló del Tinell.

Martín Ernesto Mozé, cuyo padre fue asesinado en la dictadura argentina, destacó que consiguieron una condena para los policías que lo secuestraron, pero también otras formas de reparación. HIJOS impulsó los escraches para que los verdugos de la dictadura que no condenará la justicia tampoco puedan vivir en paz. Mariana Huidobro, madre de Rodrigo Lanza, destacó la importancia de la reparación social, que sobre el caso 4F llegó con la emisión del documental Ciutat Morta en TV3, que agrietó el discurso oficial. Sin embargo, recordó que su hijo sigue sufriendo consecuencias de su condena. “Si la justicia no responde seguimos sufriendo la represión”, aseguró Huidobro. Hablamos de esto con Giuliani.

Hace 16 años de la muerte de Carlo. ¿Ha habido algún tipo de reparación en todo este tiempo?

¿De parte de quién? De parte de las personas que han comprendido y sienten nuestro dolor y nuestro deseo de justicia sí ha habido mucha solidaridad. De parte de las instituciones, absolutamente nada.

¿Confía en que la justicia pueda servir para algo?

El caso de Carlo fue archivado. Esto significa que una jueza decidió que se trataba de un caso de legítima defensa por parte de un policía. Nosotros no estamos ni siquiera seguros de que fuera ese policía quien disparó porque tenemos muchas dudas. Este archivo ha afectado también las cosas sucesivas que hemos hecho, los recursos al Tribunal Europeo de Derechos Humanos y también la causa civil, porque lo que no se quiere hacer es volver a retomar los hechos, porque resultaría que las cosas no pasaron como dijeron.

Considera que la represión cumple una función dentro del sistema establecido. 

Quiere impedir que las personas piensen con sus propias cabezas, y si alguno intenta hacerlo, hay que encerrarlo.

El movimiento antiglobalización se desactivó después de la fuerte represión en Génova.

El movimiento No Global se acabó poco tiempo después. Todavía en Italia hubo una gran marcha por la paz dos años después, en el 2003, y luego todo se acabó. Siguieron las luchas en diversos territorios y sobre todo los intentos de transformar la manera de vivir, de recuperar una atención a la Tierra, a la belleza, a la naturaleza. Esto es lo que ha quedado del movimiento.

¿Cómo se explica el final del movimiento?

La represión ha hecho mucho. Yo soy vieja y he visto que en mi país todas las veces que las fuerzas católicas y las fuerzas comunistas se han unido por un cambio, la represión lo ha parado. Esto sucedió en los años 60 y 70, cuando hubo grandes masacres e incluso entonces se intentó un gobierno de comunistas y católicos juntos. En 2001 pasaba prácticamente lo mismo. La mejor parte de la Iglesia se unió al área antiglobalización, que comprendía desde los anarquistas a los ambientalistas o los comunistas. Se unieron para decir que este mundo tal como está no nos gusta, y que queríamos otro mundo, que era posible tener un mundo mejor. Sin embargo, en estos 16 años he visto que el hambre ha aumentado, las guerras han aumentado, poblaciones enteras sufren tragedias inmensas… Te aseguro que a veces me da reparo hablar de mi pequeño muerto ante tantas muertes que hay en el mundo.

En las jornadas han estado presentes desde la hermana de Salvador Puig Antich, asesinado en la dictadura franquista, a la madre de Alfon, que se encuentra actualmente en prisión, o la de Rodrigo Lanza, que pasó cinco años encarcelado. ¿Qué tiene en común su caso con los demás?

Cualquier tipo de represión depende del hecho que no se quiere permitir, como he dicho, que las personas piensen con sus propias cabezas. Después los resultados son diversos. A mi hijo lo asesinaron y a otros los meten en prisión, pero todo son maneras para callarlos.

¿Es importante crear redes como se ha hecho entre familias en la jornada?

Sí, absolutamente, es muy importante. Y sinceramente, yo también he intentado ayudar a unir a familiares de las víctimas de estado, pero estos esfuerzos fueron frustrados por la personalización de algunos casos. Algunos emergieron a la arena mediática de las televisiones y taparon a todos los demás, cancelaron todos los demás casos.

Usted se presentó a las elecciones en Italia por Rifondazione Comunista y fue senadora. ¿Cree que es útil la lucha desde la institución?

Cuando acepté ser candidata e ir al senado había llegado al gobierno un programa que comprendía muchos puntos importantes para la justicia. Ninguno de esos puntos fue después realizado. Yo estuve en el parlamento por un año y medio, y sin embargo, al cabo de pocos meses, ya me di cuenta de que era absolutamente inútil estar ahí. No había fuerza suficiente para obtener las cosas que se habían escrito en el programa. Si tu estás en el parlamento, pero no hay una ciudadanía activa en el país, no está la fuerza que sostiene estas demandas, aunque estés en el parlamento tienes las manos atadas.

¿Qué ha hecho mal la izquierda para no contar con estas alianzas en las calles?

Se ha olvidado de ser la izquierda. Ha empezado a hacer las cosas que debe hacer la derecha, y así ha habido una desilusión general en el país. Italia era un país dónde la participación electoral era muy alta, hasta el 80% o 85%. En las últimas dos elecciones no llegamos ni al 50%. Hay un abandono de cualquier esperanza de poder cambiar las cosas por parte de la ciudadanía.

¿Cómo vive esa desilusión?

Yo no creo que sea justo abandonar la esperanza, yo siempre he luchado, aunque sin fuerza, aún aplastada por la tristeza, siempre he pensado que hay que luchar, que no se puede renunciar.

¿Y qué se puede hacer para recuperar la ilusión e intentar cambiar las cosas?

Sobre todo crear vínculos entre las personas. Esta jornada ha sido buena para eso.

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