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Opinión - Vivir sobre un polvorín. Por Rosa María Artal

Hay PAH después del escrache

Rosario (centro) habitante del nuevo edificio ocupado por la PAH, canta durante la última ocupación del Banco Popular en apoyo a José Antonio (detrás) / Edu Bayer

João França

Barcelona —

“Es una lástima que ya no se hagan escraches”, dice Rosario. Para esta afectada participar en las acciones de la Plataforma de Afectados por la Hipoteca es básico para su estado de ánimo. “Sacas toda la energía, y eso te beneficia”, explica. Los escraches le gustaban especialmente porque creía importante decir a los diputados cuál era la situación que estaban viviendo.

Aunque la PAH haya abandonado este tipo de acciones, Rosario sigue yendo a todas las que hacen. El pasado viernes, cuando ocuparon unas oficinas del Banco Popular en apoyo a un compañero, volvía a casa después de ser desalojada por la policía, pasadas las dos de la madrugada, acompañada por Nuria. Desde hace unas semanas son vecinas al edificio ocupado por la Obra Social de la PAH en Barcelona hace tres semanas.

Con la Obra Social y las acciones colectivas de presión a las entidades financieras, especialmente intensas durante el último mes, la PAH muestra que mantiene su fuerza a pesar de haber perdido parte del protagonismo mediático alcanzado con la Iniciativa Legislativa Popular para la paralización de los desahucios, la dación en pago y el alquiler social y la campaña de escraches que llevaron a cabo para intentar conseguir su aprobación.

Un empujón a la obra social

Potenciar la Obra Social –la ocupación de edificios que son propiedad de los bancos para realojar familias– fue una apuesta que la PAH tuvo muy clara una vez el Congreso aprobó un texto que no contemplaba ninguna de las tres medidas que reclamaba la ILP. El pasado 9 de julio presentaron un manual de la Obra Social elaborado por activistas de las plataformas de Sabadell y Terrassa, las más experientes en la materia, para que las PAHs de todo el Estado pudieran llevar a cabo iniciativas como esta.

Hasta entonces, la PAH ya había ocupado 12 edificios y realojado más de 600 familias. Una vez presentado el manual, la PAH de Barcelona tardó poco en ponerlo en práctica y ese viernes ocupó un edifcio en el barrio del Raval para dar techo a cuatro familias. La ocupación en la capital catalana es un hito simbólico para la Plataforma, pero los activistas explican que han esperado hasta ahora porque es cuando han tenido la necesidad: casos de personas que estaban a punto de quedarse en la calle.

El empleo pretende ser, además de una solución a un problema concreto, una medida de presión hacia el gobierno, al que exige soluciones habitacionales, y hacia las entidades financieras. Nuria y Rosario consideran que lo ideal para ellas sería conseguir un piso de alquiler social y pagar una cantidad razonable. En Terrassa, la PAH ya consiguió que CatalunyaCaixa realojara en pisos de alquiler social las personas que ocupaban un bloque que era de su propiedad.

La presión en las sucursales

Las personas afectadas se agrupan en grupos de trabajo según la entidad con la que tienen contratada la hipoteca y a través de estos grupos la PAH organiza la negociación colectiva con los bancos. Para conseguir que se abran esta negociación la plataforma lleva a cabo acciones de presión a las entidades.

Según Carlos Macías, activista de la PAH de Barcelona que trabaja con personas afectadas de BBVA, estas acciones se han intensificado en el último mes “porque hemos visto que no avanzaban las negociaciones”, explica. En las últimas semanas la PAH ha llevado a cabo acciones en sucursales del BBVA, CatalunyaCaixa, Nova Caixa Galicia, el Santander y el Banco Popular.

“En general estas acciones han funcionado”, explica Macías. En el caso de una ocupación reciente de Catalunya Caixa, los cerca de 700 afectados salieron de la oficina habiendo conseguido una dación en pago y un alquiler social para una familia de Sabadell, además del compromiso de seguir negociando los demás casos vinculados a la entidad. Otras ocupaciones más pequeñas han buscado soluciones para algunos casos concretos, como una ocupación de la PAH de L'Hospitalet que consiguió ayer paralizar cuatro desahucios de Catalunya Caixa.

Desalojados por la policía

El caso más sonado, sin embargo, ha sido el de José Antonio, que aún no ha alcanzado un acuerdo con la entidad. Los activistas de la PAH han ocupado dos veces en el último mes sucursales del Banco Popular para pedir la dación en pago para este afectado, que contrató una hipoteca multidivisa, que consideran abusiva. La segunda vez la acción se preparó previamente de forma coordinada en varios puntos del Estado.

La estrategia de la PAH es negarse a irse hasta que no tenga una solución. Por eso las dos ocupaciones del Banco Popular en Barcelona fueron desalojadas por la policía. José Antonio y sus compañeros, sin embargo, no desfallecen, y en las dos ocasiones salieron del banco convencidos de que lograrán su objetivo. Mientras, siguen apoyando a otros compañeros, como en la ocupación de ayer en el banco Santander, donde consiguieron iniciar la negociación colectiva con la entidad.

A pesar de la quiebra de la ILP, la PAH no deja de buscar nuevas fórmulas para encontrar soluciones a las personas que sufren el drama cotidiano de vivir con la amenaza de quedarse en la calle. Si los bancos terminan apostando para responder a las acciones de presión con desalojos policiales, la PAH ya está pensando acciones alternativas. Y advierten que tampoco se han olvidado de las administraciones, de las que esperan nuevas soluciones al drama hipotecario. En cualquier caso, seguirán porque, como explicaba Ada Colau a este diario, consideran que su lucha no es opcional y si no tiran la toalla es porque no se lo pueden permitir.

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