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Poblenou y Poble Sec, dos modelos de presión y construcción vecinal al alza en Barcelona

Carrer Blai, Pla Paral·lel / Enric Català

Jordi Molina

Barcelona —

Satisfacción, aunque moderada, en dos de los barrios que están liderando la alternativa al modelo de ciudad que plantea el Ayuntamiento de Barcelona. Después de meses, y en el caso del Poblenou, de años de lucha, el consistorio ha suspendido la tramitación de licencias de actividad de concurrencia pública en los barrios del Poble Sec (Sants-Montjuïc) y en el ámbito de la Rambla del Poblenou (San Martí). Con esta suspensión el Ayuntamiento se ha comprometido a iniciar la redacción de un Plan de Usos, que en el caso de Poble Sec era inexistente, y en el del Poblenou, insuficiente. Los dos barrios esperan que, a partir de ahora, tengan más herramientas para defender su identidad y la calidad de vida de sus vecinos en un momento en que los bares y restaurantes –y sus respectivas terrazas– han invadido buena parte del espacio público por el que habían luchado.

Desde la Plataforma Som Paral·lel –que hasta ahora se autodenominaba Aturem el Pla Paral·lel– valoran la suspensión como una “pequeña victoria”, aunque lamentan que se trate de una medida que llega tarde, con alcance limitado y que resulta insuficiente. Así lo explica el sociólogo Marc Serra, uno de los portavoces de la iniciativa, que pone el ejemplo de la calle Blai, punto neurálgico del Poble Sec, donde en los últimos tres años se han dado licencias “sin ninguna planificación ni previsión del impacto que supone para el vecindario”. De hecho, este eje peatonal hoy suma 60 bares y una cuarentena de terrazas en menos de 150 metros. “La inacción del Ayuntamiento ha generado graves problemas de convivencia y ha puesto en peligro la supervivencia del comercio tradicional y de proximidad”, explica. Como nota curiosa -tal y como se aprecia en la foto-, hay sitios donde la terraza ocupa literalmente el mobiliariano urbano.

Una de las principales preocupaciones de la plataforma, que también reúne entidades de La Satalia, San Antoni y el Raval, es que la avenida del Paralelo, en plena transformación, acabe convirtiéndose en la nueva Rambla de Barcelona. Un temor que se fundamenta, sobre todo, por la proximidad al Puerto, donde cada año desembarcan más cruceristas. De hecho, esta suspensión de licencias excluye el Paralelo, lo que confirma, a juicio de la plataforma, que el Ayuntamiento quiere convertir la avenida en un nuevo eje turístico. “Es un grave error no intervenir de forma preventiva en el Paralelo, hay reenfocar inmediatamente la reforma pensando en las necesidades de los barrios”, sentencia Serra.

A diferencia del Poble Sec, que nunca ha tenido un Plan de Usos capaz de regular la proliferación de terrazas que hoy tanto preocupa en el barrio, el Poblenou se rige por un redactado de 2006, con efecto a todo el distrito de San Martí. Un documento, sin embargo, que no ha servido para regular el aumento de terrazas en la Rambla de este barrio. “Mucha gente tenemos la sensación de que las sandalias con calcetines y las espaldas quemadas empiezan a ocupar demasiado espacio y que no es sencillo avanzar entre tantas terrazas”, explica Pere Nieto, miembro de Fem Rambla, que insiste en que hay que encontrar el equilibrio entre el uso público y la actividad comercial. El colectivo, de momento, ha conseguido que se remodele todo el tramo entre la calle Taulat y Paseo Calvell y que se haga según los criterios de la gente que participó.

Tal y como nos explica la arquitecta Karmele Rekondo, implicada en el colectivo Fem Rambla, en los últimos años se ha multiplicado el número de quejas de los vecinos por molestias producidas por clientes de los locales que se encuentran en la Rambla. “La suspensión es un paso adelante, pero no lo vivimos todavía como una victoria, de hecho nos hemos enterado por la prensa, pero no tenemos ninguna comunicación del Distrito al respecto”. Desde el Distrito de Sant Martí aseguran, sin embargo, que la suspensión de licencias y la admisión de comunicados para el ejercicio de nuevas actividades de concurrencia pública ya es un hehco.

Participación ciudadana real

Poble Sec y Poblenou son dos casos paralelos, pero con puntos en común. Uno de los principales es la necesidad de superar el modelo de participación municipal, después de muchos años comprobando que se trata de convocatorias consultivas o informativas, más que participativas. El otro, la capacidad de aglutinar sensibilidades diversas. Desde los movimientos vecinales históricos, pasando por el tejido asociativo de los barrios, hasta asambleas de barrio surgidas del 15-M. Una confluencia entre diferentes actores sociales que ha sido capaz de encontrar mecanismos de colaboración gracias, en parte, a la implicación de colectivos profesionals de urbanistas y arquitectos; como es el caso de Raones Públiques, en el Poble Sec, y UrbanIN+, en el Poblenou.

“Estos procesos vecinales son muy potentes y transformadores, pero siempre han sido despreciados por la administración”, explica Karmele, del de UrbananIN+, que concluye: “Nosotros nos implicamos con el proceso de Fem Rambla, precisamente, para dotar de mecanismos técnicos el proceso participativo y legitimar la iniciativa a ojos del consistorio”. Exactamente lo mismo hizo Raons Públiques en el Poble Sec, que puso en contacto organizaciones vecinales de diferentes raíces, como la Coordinadora de Entidades del Poble Sec, la Unión de Vecinos del Poble Sec y la Asamblea de Barrio del Pueblo Sec. Una experimento que resultó en un primer momento y que fue el embrión de la plataforma Som Paral·lel, que hoy lidera la crítica urbanística en el barrio.

La suspensión de licencias abre la puerta a la redacción de un futuro Plan de Usos para el Poble Sec y al ámbito de la Rambla del Poblenou. En este sentido, ambos barrios tienen claro que no quieren caer en un “Plan de Abusos” como ocurrió en Ciutat Vella, donde CiU y PP introdujeron esta legislatura cambios nucleares en el Plan anterior, de 2011, liderado por la concejala Itziar González, que había logrado cierto consenso social y político. “No vamos a permitir que se vuelva a repetir la redacción de un Plan sin la intervención del vecindario”, reclama Serra, de Som Paral·lel: “exigimos un proceso participativo que nazca desde el territorio, que reconozca la pluralidad del movimiento vecinal y que sea transparente, donde las decisiones que se acuerden puedan tener carácter vinculante”. Para Fem Rambla, estamos ante una nueva era de participación ciudadana donde la gente ya no se conforma con ser un sujeto pasivo. “El Ayuntamiento nos había dicho por activa y por pasiva que no había dinero para hacer un proceso participativo y hemos demostrado que no es una cuestión de dinero, sino de voluntad”, explica Karmele.

La suspensión de licencias en estas dos zonas de la ciudad es un importante precedente que puede alimentar la lucha de otros barrios ante la masificación turística y los intereses especulativos que genera. Decenas de barrios están en movimiento y la realidad les ha llevado a ir un paso más allá de la queja y tomar la iniciativa. En Gràcia, por ejemplo, el Distrito también ha elaborado recientemente un Plan de Usos sin abrir ningún diálogo con el tejido vecinal y asociativo de la zona. Ahora, la AV del barrio, asociaciones diversas y la asamblea de la Villa de Gracia han impulsado la plataforma ¿Gracia, hacia donde vas?, que como Som Paral·lel o Fem Rambla, denuncia la proliferación de terrazas y la falta de ordenación de hoteles y pisos turísticos. El reto de los diferentes colectivos movilizados es ir tejido, poco a poco, una respuesta en clave de ciudad a un conflicto que, de momento, se está combatiendo desde los barrios.

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