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Agustín Almodóvar: “Hoy hacer 'La ley del deseo' sería todavía más difícil”

Eusebio Poncela y Antonio Banderas en una escena de 'La ley del deseo' (1987)

Miguel Parra

–Vamos, no tengas miedo, es sólo una palabra.

–¡Fóllame!

Estas dos líneas de diálogo están entre las primeras que el público español de 1987 pudo oír en la película del momento: La ley del deseo, escrita y dirigida por ese hijo de la movida llamado Pedro Almodóvar. La primera, pronunciada por una voz en off masculina; la segunda, por un apuesto muchacho a quien segundos antes habíamos visto besarse y restregar sus genitales enfundados en unos calzoncillos blancos contra un espejo.

En aquella España, como en la de ahora, también había gobernantes que decidían para qué sí o para qué no estaba preparada la ciudadanía, pero como siempre en la cultura, hay talentos libres e independientes que no siguen la moralidad al uso y escriben y ruedan historias que sacuden al espectador.

“No era una película sencilla, provocaba conflictos en la gente, conflictos de rechazo, y sorprendió mucho el éxito del público. También nos sorprendió su recorrido internacional”, confiesa a eldiario.es con motivo del 30º aniversario su productor, Agustín Almodóvar.

“Pedro estaba todavía en la fase de promesa, había llamado mucho la atención con ¿Qué he hecho yo para merecer esto? y Matador, era más o menos conocido entre cinéfilos, pero faltaba todavía el gran público”, recuerda su hermano.

El público empezó a llegar con La ley del deseo, una película de amor trágico. “Yo recuerdo una impresión tremenda”, afirma Jesús Generelo, presidente de la FELGTB (Federación Estatal de Lesbianas, Gais Transexuales y Bisexuales) y periodista cinematográfico en TVE . “Por fin una historia trágica, pero trágica porque era un amor trágico, no por ser homosexuales, es una historia de amor grandiosa entre hombres. La homofobia interiorizada tiene una importancia capital en el desarrollo de la historia, pero no es una película exclusivamente sobre eso”, añade.

La ley del deseo es la historia de un triángulo amoroso con un director de cine al que da vida Eusebio Poncela, personaje que navega al pairo entre un amor difícil pero leal con el personaje de Miki Molina, y una pasión teñida de la psicopatía propia de los armarios sexuales encarnada por un señorito andaluz con el físico de Antonio Banderas. “Yo creo que esta película es, dramáticamente, la más barroca de contenido, al tener un personaje que a su vez inventa historias, como era el que interpretaba Eusebio Poncela”, cuenta Agustín Almodóvar.

Para el escritor Luisgé Martín, autor de La vida del revés, uno de los mejores libros sobre homosexualidad y armario, “el personaje de Eusebio Poncela es en el que se mira Almodóvar y muchos homosexuales de entonces. Evidentemente no podían ir por la calle cogidos de la mano con su novio, ni darse un beso, pero no tenían la sensación de negarse a sí mismos”.

“Luego está el personaje de Antonio Banderas, que es el que se acerca a la psicopatía, el más parecido a cómo viví la homosexualidad, y cómo la vivieron cientos de miles de españoles en toda aquella época, el último franquismo y la Transición. Había quien estaba dentro del armario, pero al mismo tiempo no podía resistir sus instintos y llegaban a hacer todos los excesos que fuesen necesarios por amor”, recuerda Martín.

La ley del deseo marca un hito muy especial”, afirma Jesús Generelo, “porque es la declaración de un artista fundamental en España y en el mundo, la declaración de que él va a hablar claramente de los temas que quiera hablar, sin pedir permiso a nadie, y estamos hablando de un momento en el que el movimiento gay era un movimiento prácticamente marginal. Era una película que apostaba claramente por la libertad individual, y mostraba que esa libertad no tenía consecuencias negativas”.

En este sentido, el productor Agustín Almodóvar comenta “el gran valor de Pedro es exactamente que no está militando en nada”, sino que muestra “las relaciones entre hombres porque para él tienen el mismo motor que el de gente de distinto sexo, la pasión”. Recuerda que mucha gente les cuenta que el filme les ayudó a hacer pública su condición gay y asumirla con dignidad.

Personajes trans de “rompe y rasga”

transY entre esos tres personajes masculinos, una transexual interpretada por Carmen Maura en uno de sus mejores trabajos, con la voz modulada para sonar más grave y el cuerpo vestido para hacer de la sensualidad una señal de libertad. También pone las notas de humor en míticas secuencias como la de la manguera –“¡Riégueme!”, mágica metáfora de la alegría de ser joven–, o frases antológicas como cuando dice a su pequeña hija medio adoptada: “Yo a tu edad también estaba plana”.

“Los personajes trans que ha creado Almodóvar son de rompe y rasga, de yo soy así y aquí estoy”, afirma el presidente de la FLGTB, Jesús Generelo. “Ni tienen que revolucionar el mundo por ser transexuales, ni tienen que responder a unos patrones. Almodóvar daba un paso por delante de películas en las que se habían visto transexuales, como Cambio de sexo, maravilloso título de Vicente Aranda pero que era más explicativo. Almodóvar no se molesta en explicar nada. Sus personajes son como son”, describe.

Claves del cine almodovariano

Personajes dentro de una historia que reunía muchas de las claves de estilo que habían aparecido en los trabajos del director, unas señas de identidad propias de alguien que ha devorado cine, como es el caso de Pedro Almodóvar.

“Sus maestros también vienen de España, Berlanga y Buñuel e internacionalmente Hitchcock, y luego todo el cine clásico de los cincuenta que Pedro ha perseguido siempre, con el technicolor, con ese dramatismo que tenían las películas llenas de color, que eran muy pop pero a la vez muy dramáticas”, cuenta Agustín Almodóvar.

Otra de las constantes de Almodóvar con un gran peso en La ley del deseo es Madrid. “Se muestra una ciudad anterior a la que vivimos ahora, al Madrid invadido por el urbanismo depredador y por el turismo invasivo, yo creo que es un Madrid de antes de Internet y de antes de los móviles en el que la gente joven sale y se relaciona”.

Por otro lado, también destaca la reivindicación del bolero, como recuerda el escritor Luisgé Martín: “Yo creo que Almodóvar lo hizo todo para recuperar, dignificar y modernizar ese tipo de música”, con una escena final “magnífica” con la canción Lo dudo.

Y con la ley, llegó El Deseo

La película recibió el apoyo de más de 780.000 espectadores y consolidó una productora que se ha convertido en un referente dentro del cine español. “Fuimos así de insensatos, los dos estábamos empezando la aventura de productores, con una película que iba a levantar ampollas”, cuenta Agustín Almodóvar.

El productor recuerda que “no fue fácil”. “Nos negaban las subvenciones, nos las negaron por dos veces, teniendo en cuenta que nosotros necesitábamos las ayudas a la producción porque ni Pedro ni yo teníamos recursos. Cuando estrenamos fuimos a oír las nominaciones a los Goya, que las necesitábamos como agua bendita, y tuvimos cero nominaciones. No es que estuvieran allí los compañeros con los brazos abiertos, pero yo creo que hoy sería todavía más difícil”, afirma.

En ese momento, deciden coger las riendas de la producción. “Fue el momento perfecto”, afirma Agustín, “porque al final Pedro desbordaba a los productores con los que había trabajado”.

El éxito del cine de Almodóvar ha permitido a El Deseo mantenerse entre las principales compañías de producción, con cineastas como Álex de la Iglesia, Guillermo del Toro, Lucrecia Martel o Isabel Coixet. Según Esther García, encargada de la producción de El Deseo, siguen siendo “un referente de libertad a la hora de elegir los proyectos, sin necesidad de buscar una absoluta comercialidad”, eso sí, siempre con la producción de Pedro Almodóvar en el centro.

Los tiempos cambian

Hoy el cine de autor no convive con, sino que sobrevive entre las películas evento y franquicias de superhéroes ante los que los largometrajes más atrevidos quedan sepultados bajo la dictadura del entretenimiento, chapapote que mantiene a la gente a flote negándoles la posibilidad de nadar, de avanzar, de hacer algo tan sano como dialogar con la película, como sí ocurre en La ley del deseo tanto en los momentos cómicos como en los dramáticos.

“Esa libertad que expira la película por cada poro, yo creo que ahora sería muy difícil, y en aquel entonces era casi una necesidad”, afirma Esther García, de El Deseo. Coincide con ella Agustín Almodóvar: “Entonces nosotros teníamos el público, y yo creo que ese público hoy es más errático. Lo vemos también por el tipo de cosas que triunfan. Neruda lleva 80.000 euros y es una de las mejores obras del cine mundial, El club llegó a 250.000, las películas de Haneke ya ves dónde se quedan. Una película como La ley del deseo yo creo que hoy lograría 70.000 espectadores y nos daríamos con un canto en los dientes, y además tendríamos algún tipo de campaña en contra, de algún grupo religioso que se da por molestado, alguna campaña de haters también en las redes que nos lo haría muy complicado”.

Tal vez tiene razón el escritor Luisgé Martín cuando afirma que “el mundo se ha vuelto mucho más pacato”. “Hay un triunfo, que ha venido de Estados Unidos, de lo políticamente correcto en ciertas áreas sociales conflictivas, la homosexualidad es una de ellas, el feminismo otra, en la que hemos llegado a unos niveles de censura y autocensura lamentables”, asegura.

“Antes una Caja de Ahorros podía organizar una exposición de cuadros porno, y les parecía modernísimo y estupendo, y ahora ni se les ocurriría”, recuerda.

¿Quién se atreve ahora a poner a un joven guardia civil de confidente de un homosexual y revelando al protagonista que “Juan le quería”? ¿O a rodar una escena de sexo anal entre hombres como lo hizo Almodóvar en 1987? 30 años después, La ley del deseo sigue a la vanguardia.

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