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El doctor House, Georges Clooney y el bipartidismo valenciano

José Manuel Rambla

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Definitivamente, el PP valenciano está hundido. Nunca lo había visto tan claro, pero ahora ya no hay la menor duda. Se nota que la materia gris de los populares ha perdido la visión estratégica de Rafael Blasco. Y Alberto Fabra no es más que un mojigato de provincias, un timorato desbordado por los acontecimientos que espera con ansiedad las instrucciones de su coach. Y a las pruebas me remito: cuando todavía resonaban las sentenciosas palabras del portavoz popular en Les Corts, Jorge Bellver, sobre la “enfermedad” que supondrá la llegada de un hipotético tripartito progresista, aterriza en la ciudad, nada más y nada menos, que el doctor House y el molt honorable deja escapar la oportunidad de ficharlo para detener la epidemia. En su lugar, el sagaz Francisco Camps ya habría anunciado el nombramiento de Hugh Laurie como director de la Nueva Fe o del hospital de Alzira.

Así que no hay duda alguna. Por mucho que mismo Bellver nos asegure que sus aportaciones al programa electoral para las europeas van a “valencianizar” Europa, el PP valenciano está definitivamente hundido. Por eso no es extraño que los nervios se hayan trasladado también al otro lado y los socialistas anden preocupados por cómo van a rentabilizar al máximo el declive del imperio pepero, sin caer en la dependencia de los bárbaros de EU, Compromís y los voluntariosos rebeldes del mediático y alternativo Pablo Iglesias.

Ignoro si para ello han sido más avispados que Fabra y han podido consultar al doctor House sobre el mejor tratamiento para el gripazo crónico que arrastran desde hace lustros. Aunque al parecer, los socialistas del ex País Valencià han preferido apostar por un buen casting que les permita encandilar al respetable público con un buen rostro que enganche, tal vez influenciados por la sonrisa de George Clooney que estos días anda escurridiza también por Valencia.

Casting, eso sí, participativo. Es así como las anunciadas primarias esperan convertirse en el primer acto del anhelado reencuentro socialista con la confianza de la ciudadanía. Una elección directa del candidato -abierta a los simpatizantes dispuestos a desprenderse de un par de eurillos para participar- que se confirma como la propuesta de renovación democrática que más entusiasmo logra despertar entre los demócratas de bien. No en vano, el “invento yankee” que diría el castellano viejo de Cayo Lara, resulta mucho más glamouroso que la asamblea sudada a lo “perroflauta” y permite mejores fotos.

En cualquier caso, bienvenidas sean las novedades y las consultas en estas tierras tan acostumbradas al inmovilismo. Ahora habrá que esperar para saber si el posible regreso de los socialistas al poder viene de la mano de ese lermismo renovándose a sí mismo que es Ximo Puig, o llega por el viento nuevo que el alcalde de Faura, Toni Gaspar, lleva ya tiempo intentando insuflar en Blanquerías. Porque al final, estas primarias volverán a presentarse como una nueva revisión de la pugna entre David y el Goliat aparatich de tan tristes recuerdos en el universo socialista desde las remotas osadías de Josep Borrell o Joan Romero.

La solución: el 9 de marzo. Mientras tanto, nos quedamos con una duda: ¿por qué las primarias son democráticamente envidiables mientras que la consulta catalana se hace merecedora de excomunión? Bueno, por lo pronto, confiemos en que Fabra no termine consultando a House y todos los esfuerzos sean en vano.

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