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Tendamos puentes y no vallas

La valla de Melilla/ Jesús Blasco de Avellaneda.

Arantxa Freire

Alianza por la Solidaridad —

Existe la creencia de que las políticas migratorias se solucionan poniendo muros. Así lo demuestra la valla que cubre casi un tercio de la frontera entre EEUU y México. Las últimamente mediáticas ciudades de Ceuta y Melilla tienen 8 y 12 kilómetrosde alambrada respectivamente, cercando sus fronteras con la finalidad de evitar que entren inmigrantes. Y así hasta 14 muros creados entre países para protegerse de los “otros”.

La ideología importa a la hora de intentar solucionar el fenómeno migratorio. El enfoque conservador apela a la seguridad. Cuando unos políticos hablan de avalancha, invasión o asalto, llevan detrás un discurso político que busca infundir miedo. Miedo que justifique seguridad. La Unión Europea creó hace unos años una agencia que se ha convertido en los porteros de estas fronteras. No se oye hablar mucho de ella, pero se llama Frontex.

En 2013 recibió casi 100 millones de euros. Distintas organizaciones de la sociedad civil han creado la campaña europea Frontexit, que busca difundir el impacto del Frontex en lo que respecta a los derechos humanos de los migrantes. Como vemos, esta es una opción de parar a los migrantes, pero no de acabar con las razones profundas que producen las migraciones.

Lo más grave, es que el ejecutivo español, mientras refuerza las vallas y pide dinero para reforzar las fronteras, recorta derechos en Sanidad, Educación y hasta un un 70% de la cooperación española a pesar de que la sociedad española sigue apoyandola.

El enfoque progresista busca la solución más allá de la seguridad. Las verdaderas avalanchas e invasiones peligrosas no son las de estas personas que saltan la valla para buscar trabajo y una vida mejor para sus familias (ojo a la propaganda, la entrada de inmigrantes ilegales ha bajado un 90% desde 2005). Esas no tienen ningún peligro para el planeta.

El peligro viene de esas avalanchas de hombres de negro que entran legalmente en los países africanos, con políticas de deudas externas inmorales, acaparamientos de tierra y mares, o ajustes estructurales que han causado y causan el empobrecimiento. Esos que negocian acuerdos que dejan malviviendo a millones de africanos y que no son otros que los que hoy nos dictan en Europa las mismas recetas.

El desmantelamiento de las políticas públicas que garantizan derechos como la educación (cuyos presupuestos ha caído en más de un 20%) , la sanidad (que ha bajado un 35% desde el año pasado) ya las estamos sufriendo en España, pero las sufre África desde hace años. Y son esos ajustes los que producen migraciones. Y las que ya actualmente producen la emigración de los jóvenes españoles.

Decía Rosa Montero en un artículo sobre los sueños que matan que “seguirán viniendo y seguirán muriendo, porque la historia ha demostrado que no hay muro capaz de contener los sueños”. No nos contentemos con el discurso del miedo y de la seguridad. Cooperemos por una justicia global. Y recordemos a los partidos políticos en las elecciones europeas que vale la pena no ser cortoplacistas en este asunto. Construyamos puentes y no muros.

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