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Los trabajadores de telemarketing hablan: “Muchas horas, muy poco descanso, y sin días libres”

No sirve de nada enfadarse con el operador

María Trapiello

“Servicio de Vodafone 121, ¿en qué puedo ayudarle?” Así solía comenzar la jornada laboral de Ángeles, una trabajadora en un servicio de atención telefónica de la compañía telefónica Vodafone, cuando hace 15 años se sentaba de 4 de la tarde a 12 de la noche a atender llamadas de información general. Aunque tiene buen recuerdo del trabajo, reconoce que no estaba muy bien pagado y, al cabo de 6 meses, lo dejó porque le surgió otra cosa.

Otros trabajadores no opinan lo mismo que Ángeles, y se encuentran con un trabajo monótono, estresante e inestable. Ante esta situación, las organizaciones sindicales CGT, CCOO y UGT han convocado en todo el sector una segunda jornada de huelga el próximo lunes, después de dos años de negociación colectiva sin frutos.

“Prefiero estar en la calle o de becaria que volver”, comenta I.M.A, una estudiante de último año de universidad que ha trabajado como teleoperadora y ha participado en algunas de las protestas por las precarias condiciones laborales que sufren los teleoperadores como la del próximo lunes.

“Me fui porque estaba muy descontenta, las condiciones eran horribles, y después de ocho años trabajando, no veía siquiera posibilidad de promoción interna, además de que no estaba bien pagado”, comenta.

Las subidas salariales son una de las peticiones principales de la huelga, así como la contratación estable. Ahora, se quejan los sindicatos, la mayoría de contratos son temporales de obra y servicio.

Con menos de 700 euros de salario base, I.M.A a veces tenía que trabajar en fin de de semana (por un plus de veinte euros por todo el sábado y el domingo), y en horarios nocturnos (unos diez euros por noche). De media, este tipo de contratos de seis horas suponen entre 600 y 800 euros al mes, sin bonificaciones.

Su empresa funciona con incentivos. Para ello, se estudia si la persona cumple con los protocolos de recepción, si se dirige a la persona un mínimo de tres veces por llamada, si utiliza o no muletillas, etc. Así, obtienen una nota (de 1 a 5) y a partir de 4,7 le corresponden incentivos. “Desde enero no hemos cobrado nuestros incentivos sin explicación alguna”, comenta I.M.A, que está considerando reclamarlo por vía legal.

Además de estos programas de incentivos, que determinan los 200-300 euros con los que las personas del sector llegan o no a fin de mes, está el tema de los objetivos. “Siempre estás en riesgo de que se te acabe el trabajo; si llevas seis meses vendiendo bien y tienes un mes malo, te puedes ir a la calle igualmente”, comenta una extrabajadora de 43 años de una operadora virtual de Valladolid, que prefiere no revelar su identidad.

Cuando no renovaron a esta trabajadora con un contrato de seis horas y 780 euros de sueldo base, comenta que casi se alegró: “Por un lado quería que se acabara porque no me motivaba pero por otro me daba de comer, aunque creo que casi me hicieron un favor”. Aunque no está de acuerdo con las condiciones, reconoce que le costaría participar en la huelga por ser en su empresa de las pocas o la única en ir. “Estamos en momentos de mucha necesidad, y las que tenemos contratos temporales sentimos mucho miedo y agradecimiento de estar allí”, concluye.

Un trabajo monótono y precario

Tal como comenta María, una mujer de 57 años que lleva 13 trabajando como teleoperadora en una empresa de prestación de servicios bancarios, “se trata de un trabajo muy monótono, que no estaría mal pagado si no hubiera que trabajar con tanta presión y estrés”. Los 700 euros que cobra por sus 6 horas de trabajo diarias no pagan las muchas situaciones incómodas por las tienen que pasar. A esto se le suma la falta de motivación, pues no existe realmente la posibilidad de promoción interna: “No hay esperanza para ascender, el puesto de coordinadora es muy difícil de obtener” comenta María. Algo corroborado por I.M.A: “En los pocos casos en los que la ha habido, ha sido a dedo”.

La huelga convocada para el próximo lunes está también motivada por estas jornadas parciales en el sector de telemarketing, los turnos donde se trabajan hasta once días seguidos y por que cada vez haya más subcontratación a través de empresas de trabajo temporal (ETT) o empresas multiservicios.

Sin embargo, María no participará en la movilización: “Últimamente no participo en las huelgas porque no me veo defendida por los sindicatos que tenemos y considero que están mas volcados a favor de la empresa que del trabajador”.

“Son trabajos muy monótonos, demasiado, un guion que te aprendes y tienes que repetirlo una y otra vez tras otra luchando y rezando para que te lo cojan y te toque alguien agradable; quizás lo peor es que se trabaja con objetivos, que suelen ser muy altos y difíciles de alcanzar”, cuenta Mónica, estudiante de último año de universidad que trabajó unos pocos meses en una empresa familiar como teleoperadora.

Así lo afirma también Natalia, estudiante de economía y periodismo que estuvo atendiendo llamadas cinco meses en unos grandes almacenes, aunque su contrato no especificaba sus tareas: “Es muy monótono y cansa mucho. Yo no quería nunca que se acabara una llamada porque sabía que en cuanto colgara iba a tener otra”. Natalia lo dejó por las razones más aducidas: “Muchas horas, muy difícil y muy poco descanso, además de que nunca te daban días libres ni podías elegir el periodo de vacaciones”.

Según cuenta Natalia, los primeros meses tenían que lidiar con llamadas a morosos, que a veces devolvían recibos de un seguro que no sabían que estaban pagando: “Me causaba la sensación de estar discutiendo con un cliente que tenía razón”, dice Natalia.

Además de todo esto, todos comparten el poco tiempo de descanso. “Quitando los tres minutos para ir al baño, no había descanso. Se hacen contratos de 6 horas y 40 minutos, en vez de ocho, para evitar el descanso obligatorio”, recuerda.

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