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Reflexiones para los no tratantes de seres humanos

Desarticulada una organización por tráfico de drogas y trata de seres humanos

Elisa Barrientos Blanca, directora del Instituto de la Mujer, Imex

Hablar de trata de seres humanos no es demasiado frecuente en nuestras vidas, nuestra sociedad suele practicar la tan común estrategia de mirar para otro lado, de mirar sin ver o, peor aún, de mirar y despreciar. ¿Por qué?, porque asumir que hoy, en nuestras ciudades, en nuestra modelo cultural, permitimos la esclavitud es casi como reconocer que no estamos tan avanzados ni somos tan ejemplares como constantemente proclamamos, especialmente cuando nos comparamos con los otros (otros continentes, otras culturas, otras religiones…)

Pero la trata es una realidad que salpica las ciudades y las carreteras de España, también las de Extremadura, sobre todo en su manifestación más frecuente y consentida, la explotación sexual de mujeres y de menores.

Deberíamos preguntarnos por esa gran mayoría de mujeres prostituidas en burdeles, clubes, pisos, chalets, polígonos, calles, descampados, chabolas, hoteles e incluso en nuestras propias casas. Y también por toda esa red que las conduce engañadas desde sus hogares a nuestra realidad.

La trata no se ciñe a la organización criminal que se lucra explotando sexualmente a mujeres, no es solo la captación, el desplazamiento, las amenazas, el secuestro, el “contrato”, las deudas, los malos tratos, la droga…. La trata empieza y termina en la demanda de mujeres como objeto sexual, en los consumidores de sexo previo pago que como prostituidores eligen y exigen una determinada mercancía que los tratantes se encargan de obtener: más jóvenes, más exóticas, más vulnerables y siempre con ninguna capacidad de decidir sobre las prácticas sexuales exigidas.

Eso la ha convertido en un negocio tan lucrativo que se sitúa a la par del tráfico de armas y de drogas y que se caracteriza por producir mucho, muy rápido y a bajo costo a costa de las vidas de las víctimas. Es además un negocio seguro porque apenas nos preocupamos por las prostitutas, no hay alarma social, no hay empatía ciudadana, no existe percepción del riesgo real que corren las mujeres y los menores. Es una muestra más de lo tremendamente tolerantes que nos mostramos con respecto a la violencia hacia las mujeres.

La trata de seres humanos con fines de explotación sexual no es nueva, es un negocio de siglos, lo que ha cambiado en los últimos años es reconocer que en el siglo XXI sigue existiendo la esclavitud. Esa es la única denominación que podemos dar a una situación donde unas personas tienen control completo sobre la vida de otras personas: control sobre su libertad de movimiento, sobre sus elecciones, sobre su residencia, sobre su economía, sobre su salud...

Lo nuevo es que muchos movimientos sociales y los gobiernos están llamándonos como sociedad a erradicarla, a reconocerla por lo que es y no dejarnos engañar por falsas apariencias revestidas de supuesta libertad de elección de las mujeres esclavizadas.

En Extremadura, desde luego, ese compromiso es cada día más real y se ha terminado materializando ahora en el “I Plan Extremeño de Prevención y de Sensibilización contra la Trata de Mujeres con fines de explotación sexual 2017-2019”, fruto de un largo de debate iniciado en 2008 en el que se han ido incorporando distintos sectores de las administraciones públicas que podemos colaborar en esta lucha en favor de las víctimas de trata.

Sensibilizar y prevenir para empezar a ver a las víctimas, a reconocer que existe el problema y buscar las soluciones. Soluciones que pasan, sin duda, por la educación. Educación en su más amplia y generosa definición en la que el aprendizaje no es sólo de conocimientos, también de actitudes y valores. Educación en la que participan todos los agentes sociales de manera formal e informal y de manera clave en las escuelas y en los medios de comunicación, porque la transmisión del respeto a las personas y a la dignidad inherente a todo ser humano deben empezar a ser más visibles y reales.

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