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Joaquín Sánchez: “Si en nuestras manos estuviera salvar la vida de Qamar, vamos a contrarreloj”

Joaquín Sánchez, presidente de la asociación Amigos de Ritsona

Elisa Reche

Ahora tienen una urgencia: traer a Qamar, una niña siria de un año y medio ingresada en el hospital de Atenas con un grave problema respiratorio por el que no debería volver al campo. La petición en change.org supera las 2.400 firmas. Sánchez está impacientado, pero haba con tranquilidad y firmeza sobre Qamar, el campo de Ritsona y el olvido en el que puede caer la situación de los refugiados. 

¿Qué le sucede a la niña siria Qamar?

Qamar está en el hospital de Atenas con una insuficiencia respiratoria grave que se complica por vivir en un campo de refugiados en condiciones pésimas, con el polvo y el humo de la leña que necesitan para calentarse, además de que tiene un problema de corazón. Más tarde o más temprano le darán el alta, pero los propios médicos han dicho que no puede volver bajo ninguna circunstancia al campo porque su vida correría peligro.

¿Conoce a Qamar?

Conocimos tanto a la niña como a su familia cuando estuvimos este verano en el campo de refugiados de Ritsona y les cogimos mucho afecto. La única opción que vemos es traerla por razones humanitarias a Murcia y que sea atendida, por ejemplo por Pediatría en la Arrixaca, para que su vida no peligre y pueda vivir con dignidad.

¿Y su familia?

Nos gustaría traer a esta familia a Murcia porque ellos quieren buscar un país europeo y al haber conocido españoles les parece un buen lugar para estar. Tenemos una vinculación afectiva y emocional muy importante con ellos. El padre es ingeniero y  ha montado al lado de su tienda un pequeño huerto que riega con mangueras, su pequeño depósito y canalizó las tuberías para poder regar. Cuando hablan de vivir se refieren a estar en un lugar donde puedan ofrecer seguridad y educación a sus hijos y donde puedan colaborar con un trabajo. La población siria, además, está muy bien cualificada.

¿Qué ha sucedido exactamente para que Qamar termine en un hospital en Atenas en ese estado?

El problema en este caso concreto está en la Cruz Roja en Ritsona porque hay muchas deficiencias sanitarias en este campo y Cruz Roja, en lugar de asumirlas y pedir ayuda al Gobierno griego u otras entidades, decide asumir toda la atención médica. Cuando fue esta niña le dijeron que estaba bien, por ejemplo. Otro ejemplo es que se van a las siete de la tarde y vuelven a las nueve de la mañana y mientras tanto allí no hay nada.

La familia entonces decidió ir al hospital más cercano en la ciudad de Chalkida y el médico la mandó corriendo a Atenas porque su vida peligraba. La niña entró en estado grave, aunque ahora está estable y tenemos miedo de que le den el alta y tenga que volver al campo de refugiados. 

¿Qué han hecho desde la asociación Amigos de Ritsona?

Hemos pedido ya cita con el alcalde de Murcia para que asume esta petición y hemos hablado con el delegado de Gobierno para que medie con el ministerio de Asuntos Exteriores. Si en nuestras manos estuviera salvar esta vida, vamos contrarreloj.

No deberíamos ser nosotros quienes tuviéramos que estar pendiente de Qamar y de otros casos similares. Haces lo que puedes con dolor, impotencia y rabia, pero debería haber mecanismos automáticos humanitarios para estos casos. Pero ya sabemos que los campos de refugiados son un problema que quitarse de en medio para los políticos.

¿Qué impresiones se trajo del campo de Ritsona cuando estuvieron allí el pasado agosto?

Los refugiados nos decían que venían de una guerra donde habían visto morir a vecinos, a hijos de los vecinos que habían visto nacer, y a sus propios hijos. La madre de Qamal por ejemplo nos contó que cuando había bombardeos se metían a una habitación y los cubrían por si tenían que morir que fueran todos juntos porque para ella sería terrible que sus hijos murieran y ella quedarse viva.

Tienen que huir de esa situación a través de las mafias. Decían: “Las mafias son malas, pero son el único medio que tenemos de salir de ahí”. Y lo que se encuentran son unos gobiernos que les ponen vallas y concertinas, que llaman a la policía y al Ejército para impedirles el acceso, y les llevan a campos de refugiados que se convierten en camos de concentración.

Nos decían: “Para mí cada día es un morir”. Recuero la imagen de una madre dándole de mamar a su bebé con una mirada llena de tristeza como si estuviera pensando qué va a ser de este hijo mío. Y se enfadaban mucho cuando decían: “Nosotros no terroristas, nosotros venimos con nuestros hijos a Europa”. Sus palabras clave eran “no molestar”.

Y ha de ser terrible la incertidumbre de no saber cuánto tiempo permanecerán allí

La última vez les dijeron que seguirían en el campamento tres años más. Pero allí no tienen vida, ni actividades ni nada. Tienen que comprarse tarjetas porque no tienen wifi; de modo que hay gente que no puede contactar con su familia en Alepo, no saben si sus padres y hermanos están vivos o muertos.

La falta de información a todos los niveles es tremenda, no tienen horizontes y por tanto viven el día a día con una desesperación tremenda. De hecho, algunos se plantean la posibilidad de volver a Siria a alguna zona con menos conflicto porque aquí no tienen futuro.

No hay escuelas, sólo una ONG que tiene alguna actividad educativa. Los niños están aburridos, no comen ni duermen bien, es más, han envejecido. Y ahora con las lluvias está todo lleno de barro. Tú ves a niños de 7 ú 8 años con una mirada perdida de dolor e incertidumbre, como si fueran adultos.

¿Qué espera que suceda en el futuro?

Vamos a pelear desde Amigos de Ritsona porque esta niña y su familia vengan ya por un motivo de urgencia humanitaria. Estoy muy desanimado con la actitud de nuestros políticos y de su falta de conciencia cuando tratan a los refugiados como un problema, no como a seres humanos.

Nosotros queremos concienciar y sensibilizar en lo que podamos. Lo sentimos con mucho dolor, impotencia y rabia y lo canalizamos con la concienciación y con que venga esta familia, pero somos conscientes de que es una gota en la inmesidad del océano, aunque no deja de ser importante también.

¿Cree que Qamar puede convertirse en un símbolo de la injusticia que viven los refugiados?

Ojalá se abra una puerta hacia la sensibilidad de la gente. La última noche cuando nos despedíamos de ellos se me quedó una frase grabada: “Por favor, no nos olvidéis”, porque ellos son muy conscientes de que el día que dejen de salir en los medios de comunicación y se pase la moda de los refugiados, están perdidos.

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