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Ruper Ordorika: “Ahora, lo extraordinario es el silencio”

El intérprete en un momento de la entrevista./eldiarionorte.es

Txema G. Crespo

‘Azukre koxkorrak’, recupera en forma de tributo doce canciones que recorren parte de la memoria musical del cantautor Ruper Ordorika (Oñati, 1956). Ahora convertido en intérprete de las músicas de sus amigos. “He tocado, es cierto, con casi todos”, comenta. Hertzainak, Txomin Artola y Delirium Tremens, Itoiz y Oskorri, Kortatu o Balerdi Balerdi... En la memoria, de un modo u otro, quedan Mikel Laboa, Xabier Lete, Koxka, Errobi y más allá en el tiempo el bardo xiberotarra Etxahun-Iruri, el guiño a la tradición de este álbum grabado en directo, que desprende austeridad sonora e intensidad emocional, recuerdo de otra manera de entender la música.

Pregunta. El título del disco nos da una pista de lo que nos vamos a encontrar, doce recuerdos íntimos de una época, canciones en euskera, pero de quien ha bebido sobre todo de la música anglosajona. ¿Ejercicio de nostalgia?

Respuesta. Yo relaciono la nostalgia con algo que ya ha acabado, pero la mayoría de la música que recojo, aunque algunos autores ya no estén en activo, sigue viva. Entonces hablaría más desde el concepto de tributo, como se dice ahora. Todo nace de un doble disco homenaje a Mikel Laboa. Con muchas dudas, porque no me considero un intérprete, siempre he cantado mis canciones, colaboré con una canción para ese disco. Creo que el resultado fue bueno y me dio pie para afrontar este disco.

P. Hay una vinculación afectiva con los autores de estas canciones.

R. Sí. Ahora tengo la sensación (lo acabé en marzo) de que este trabajo llevaba mucho tiempo en algún lado de mi cabeza. Me siento como descansado. He sido telonero de casi todos los grupos e intérpretes que aparecen en el disco y con todos he mantenido una relación cercana. He producido con Hertzainak [que abre el disco con una versión de “Sigarrillos Amariyos”], he tocado con Itoiz, fui el invitado de los últimos conciertos de Kortatu...

P. ¿Cómo fue el proceso de selección de las canciones?

R. Hay algunos que nunca llegaron a editar en CD, como Koska, una banda de lo que se conocía como rock progresivo, cuyos elepes han desaparecido, se llamaban también Expresión Sonora. Muy buenos, los escuchaba en las verbenas de mi juventud. Lo de Xabier Lete, por ejemplo, viene de su faceta poética. El año pasado me invitaron a cantar poesía en un encuentro sobre poesía gallega. Incluí poemas de Bernardo Atxaga, Joseba Sarrionaindia, Luigi Anselmi y también de Lete. Entonces decidí que de Lete tenía que cantar una de sus canciones, y entonces se empezó a desenredar la madeja, hablé con los músicos y les dije que teníamos que trabajar en ese camino de recuperar canciones que marcaron un momento. Sin una razón determinada, sencillamente porque lo necesitaba.

P. Llama la atención “Ezekielen prophezia”, de Itoiz.

R. Para mí, una de sus mejores canciones, que contiene un deseo poético, una intuición melódica únicos. Esa canción la tenía clara. Como la de Gabriel Aresti y Oskorri (“Emazurtz”), a quien tuve la oportunidad de conocer gracias a Natxo de Felipe, en un encuentro inolvidable, con 18 años...

P. A propósito, se observa una confluencia de grupos y músicos de referencia con poetas (Joseba Alkalde, Pello Lizarralde, Joxan Artze)

R. Eso ha sido casual, no lo pensé. Habla de la relación que en aquel momento había entre música y literatura, muy intensa.

P. Y en cuanto a la versión de “Sarri, Sarri”, de Kortatu, es inevitable acordarse de Pott, el grupo literario en el que participabas con Bernardo Atxaga, Joxemari Iturralde, Manu Ertzilla, Jon Juaristi y el propio Sarrionandia, a quien está dedicada la canción.

R. Es cierto que en el momento de la grabación estuve con Kortatu, que me llamaron para colaborar, pero es que el tema tiene una fuerza indudable, más allá de la anécdota. Ahí pensé, 'Kortatu hace una versión de Toots and the Maytals, ¿por qué no hacemos una versión de aquellos grupos que inspiraron a Toots, aquello que se llamaba mento, que eran más tranquilo?, así que lo que lo que he tratado ha sido hacer una versión anterior.

P. La selección de canciones es sólo en euskera, cuando tus influencias son sobre todo anglosajonas.

R. Ya he dicho que no me considero intérprete. Antes de esto, sólo había grabado dos canciones no mías en todos estos años, una de Robert Wyatt, y otra, de John Martin. Y si no, canción tradicional, con Hiru Truku y en donde me considero un “pureta”. En este disco, sólo con “Ama Euskadi” del bardo Etxahun -Iruri , toco ese campo más tradicional, y me he atrevido a llevarla a mi terreno. Esa canción es un referente para mí, todavía recuerdo cuando cayó en mis manos aquella recopilación “Zuberoa” en la que se encontraba este tema, fue una revelación, cuando yo escuchaba a Rory Gallagher o a la Creedence. Igual tendré que hacer un nuevo disco,“ The sugarcubes”, en tributo a esas influencias anglosajonas.

P. ¿Echas de menos los tiempos del vinilo?

R. Curiosamente, varias de estas canciones nunca llegaron a salir en CD. Creo que reflejan bien el cambio que ha vivido la música desde la aparición de la cibernética, que no podemos medir ahora, aunque sí podemos aventurar que estamos ante un cambio extraordinario en la función de la música.

P. ¿En qué sentido?

R. Antes, era excepcional que un grupo grabara un disco, del mismo modo que la música sólo estaba relacionada con momentos especiales en la vida de las personas: las fiestas, el funeral, las celebraciones, el encuentro con los amigos... Ahora, cualquiera puede grabar y en todo momento escuchamos música, las 24 horas del día, de un modo u otro. Ahora, lo extraordinario es el silencio.

P. ¿ Esto supone la banalización de la música?

R. No, es un cambio de paradigma, que se refleja por ejemplo en la marginación del producto frente a los derechos de autor. Aquí sí que veo un fondo oscuro. Ya no interesa la parte creativa, la edición de nueva música en un soporte de calidad, sino los derechos de autor. La pregunta es por qué la propia industria ha ido minusvalorando sus productos. Sólo pensar que cualquiera en su casa puede grabar con una calidad 15 veces mayor a un CD, que es notablemente superior a la que ofrece un mp3, soporte en el que se escucha habitualmente, da idea de dónde estamos. Y es sólo el comienzo.

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