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'Banderita española' y 'Paquito el chocolatero', en los actos de la Policía 3.0 de Cosidó

Pedro Águeda

Teatro Romea de Murcia. Primera hora de la noche del pasado 30 de septiembre. En la víspera a los actos centrales del Día de la Policía, que se celebraron este año en la capital murciana, la Fundación Policía Española organiza una gala para entregar sus premios anuales. El acto concluye con la intervención de la banda sinfónica de la Policía Nacional que, acompañada de una cantante ataviada con mantón, acomete ‘Banderita’, el pasodoble escrito en 1919 y cuya letra arranca: “Allá por tierra mora, allá por tierra africana, un soldadito español, de esta manera cantaba…”.

El fragmento de la actuación corre estos días de teléfono en teléfono de policías de diferentes escalas, entre el choteo y el bochorno de quienes lo contemplan. “Banderita tú eres roja, banderita tú eres gualda, llevas sangre, llevas oro, en el fondo de tu alma”, reza el pasodoble, obra del maestro Francisco Alonso en la partitura, y de los libretistas Enrique Paradas y Joaquín Jiménez.

El 6 de octubre de 1979, José Bergamín escribía en El País, en un artículo dedicado a la versión española del chauvinismo, que “no todo el mundo sabe, cuando escucha los alegres y garbosos sones del banderita, tú eres roja; banderita, tú eres gualda, que este pasodoble jaranero pertenece a una zarzuelilla, más bien revistilla pornográfica (entonces se decía sicalíptica), titulada Las corsarias, que se estrenó y se hizo cartelera en el madrileño teatro Martín, dedicado a esa especie del ‘género chico’ al que los hermanos Álvarez Quintero -sus creadores, con Vega, Arniches, López Silva, Fernández Shaw, Perrin y Palacios...- habían denominado ‘género ínfimo’, cuando se empequeñecía demasiado en su propósito teatral”.

Fuentes policiales aseguran que un punto habitual de conexión entre la banda de la Policía Nacional y el público asistente a los actos y juras llega con los acordes de Paquito el chocolatero, otro pasodoble de reconocida identificación con un determinado concepto de españolidad que los familiares de los policías corean con entusiasmo, movimiento pélvico incluido.

Pero más allá del dudoso gusto en la elección de la Policía para amenizar sus actos de encuentro con la sociedad civil está la cuestión de la militarización del Cuerpo a lo largo de esta legislatura. Con el director adjunto operativo, Eugenio Pino, como principal abanderado, la Policía ha empezado a entonar la marcha militar “La muerte no es el final” en sus actos, en los que también se pasa revista con el recuperado bastón de mando. Alrededor de 3 millones de euros costó cambiar las insignias de hombro y pecho de los agentes para tomar elementos de una clara naturaleza militar.

La imposición del saludo castrense o las instrucciones internas de guardar la “debida compostura” y extremar el “aseo personal” ante la autoridad judicial han sido objeto de órdenes internas. Hasta su denominación ha cambiado para pasar de Cuerpo Nacional de Policía a Policía Nacional.

Capítulo aparte merece la vinculación del Cuerpo con la religión que ha fomentado el ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz, quien ha condecorado a la Virgen en dos ocasiones desde que ocupa la cartera.

La Dirección General compagina todo ello con la difusión de una imagen de Cuerpo que se llama asimismo 'Policía 3.0', como en el ciclo de conferencias impartidas en el mismo marco que los premios de la Fundación. El mismo director general, Ignacio Cosidó, es asiduo a los actos convocados para celebrar el número de seguidores de la Policía en Twitter -1.860.000 en la actualidad- , el segundo en el ranking de fuerzas de seguridad mundiales, solo por detrás del FBI.

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