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Susana Díaz no acepta presidir el PSOE para evitar la imagen de bicefalia

Pedro Sánchez y Susana Díaz caminando por las inmediaciones de la calle Ferraz

Gonzalo Cortizo

Casi todo lo que el PSOE se juega este fin de semana está ya contado. El Congreso extraordinario de los socialistas arranca este sábado en un hotel madrileño con la mayor parte de las cartas boca arriba. La última incógnita que faltaba por aclarar era la relativa a quién presidirá el PSOE de Pedro Sánchez. Incógnita resuelta: será Micaela Navarro, lo que supone el primer plantón de Susana Díaz a un Pedro Sánchez que insistió hasta la saciedad para convencer a la presidenta andaluza de que aceptase el cargo.

Navarro es persona de confianza de Susana Díaz, quien ya la aupó a la presidencia del PSOE andaluz. Su nombramiento se produce por la negativa de Díaz. Unas primeras calabazas para Sánchez que tienen clara lectura política.

Al negarse a aceptar el cargo, Susana Díaz apuesta por seguir con las manos libres y evitar conflictos en el seno de la ejecutiva. Históricos dirigentes socialistas le aconsejaron que no aceptase el encargo de Sánchez. El argumento tras esa recomendación se basa en la necesidad de evitar que cualquier discrepancia entre Díaz y Sánchez fuese interpretada como una crisis en el seno de la dirección socialista.

Con su paso atrás, la presidenta andaluza se permirte mantener su libertad para opinar y presionar a la nueva dirección y ejercer su poder en la sombra sin las componendas que supone aceptar las decisiones colegiadas de la ejecutiva.

Por delante quedan muchas decisiones que tomar y Díaz quiere participar en todas ellas. La presidenta andaluza y el nuevo líder socialista mantienen a día de hoy muy buena sintonía pero a nadie en Ferraz se le escapa el importante detalle de que apenas se conocen. Ambos dirigentes han profundizado en sus relaciones a lo largo del último mes; tiempo insuficiente, señalan fuentes socialistas, para fiar todo el futuro a la buena marcha de esa relación.

Además de todo ello, el gesto de Díaz de no aceptar el encargo de su nuevo secretario general tiene otra clara lectura: la andaluza no renuncia a jugar sus cartas si en el futuro el calendario le favorece más de cara a intentar el salto a un hipotética candidatura a la Moncloa.

Pese a los compromisos cerrados con la federación andaluza, Pedro Sánchez planea poner a Díaz al frente del comité regional, lo que le daría entrada en la ejecutiva aunque no como miembro nato de la misma. Ese cargo lo ocupaba hasta la fecha el asturiano Javier Fernández, pero su apoyo a Madina en el proceso podría haberle pasado factura.

El poder andaluz

Díaz ha dicho no a la presidencia del PSOE, pero ha impuesto a alguien de su máxima confianza, dejando una vez más claro que Andalucía es la comunidad con mayor poder en la esfera socialista. Junto al nombre de Micaela Navarro, en las últimas horas sonaron otros como el de Carmen Alborch. El nombramiento de Navarro supondrá el tercero consecutivo de un andaluz para presidir el PSOE y será la primera vez en la historia del partido que una mujer ostenta esa responsabilidad.

Pedro Sánchez se verá obligado a dotar a la presidencia del PSOE de un nuevo cariz. Tras escoger a César Luena como número dos, el PSOE ya ha ocupado con hombres sus dos primeros cargos en el escalafón. En breve, Sánchez nombrará portavoces parlamentarios: en el Congreso será una mujer y está por ver si Elena Valenciano consigue mantenerse al frente de la delegación socialista en Bruselas.

Más allá de esta decisión, Sánchez tiene prácticamente configurada su ejecutiva en la que destaca la presencia de Carme Chacón y Patxi López. El poder territorial estará representado por los principales barones (Valencia, Castilla La Mancha, Madrid, etc).

Este fin de semana el PSOE se reúne con vocación de reconstrucción. Sin sorpresas anunciadas, Sánchez prepara ya su discurso del domingo, el primero como secretario general y en el que hilvanará sus recetas para que el partido recupere votos en la izquierda y el centro.

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