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Sarkozy defiende su posición derechista para impedir los extremismos

EFE

París —

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Nicolas Sarkozy defendió hoy sus posiciones netamente derechistas porque si vuelve al Elíseo en 2017 quiere ser “el presidente de una alternancia clara, no de una alianza entre la derecha y la izquierda” que favorece la llegada de extremismos.

En un mitin en París ante unos 6.000 seguidores enfervorizados que no dejaban de clamar su nombre -“¡Nicolás, Nicolás, Nicolás!”- mientras blandían banderas francesas, se reafirmó en sus posiciones duras contra la inmigración, contra el proselitismo del Islam político, pero también para bajar masivamente los impuestos y el gasto público.

El que fuera jefe del Estado entre 2007 y 2012, que pretende ganar el mes próximo las primarias de la derecha y el centro para ser candidato a las presidenciales de abril-mayo de 2017, descartó cualquier alianza con la izquierda porque a su juicio los países que han ensayado esas opciones han acabado con “la victoria de los extremistas”, lo que en Francia significa el Frente Nacional.

Además, consideró que no valen medias tintas dadas las actuales circunstancias: “Francia está demasiado enferma para que se la cure con dosis homeopáticas”.

Cargó contra el actual presidente, el socialista François Hollande, que fue profusamente abucheado por el auditorio cada vez que se lo nombró de forma directa o indirecta, al que acusó del “declive” y del “retroceso” del país.

“Francia -subrayó- merece más que el lugar en que se encuentra”, el de un país que “asiste sin reaccionar a la desbandada europea” y que ha perdido peso en los debates y en las crisis que ha atravesado la UE, la de los refugiados y la inmigración o la del euro.

También culpó Sarkozy a los socialistas en el Gobierno del estado de la educación, que ha dejado atrás la promesa de la escuela pública de convertirse en el ascensor social para convertirse en “la escuela de la desigualdad”, aseguró.

Se mostró particularmente firme en señalar que “nunca (renunciará) a combatir el comunitarismo”, y en particular “la provocación de una minoría que defiende un Islam político”, frente al cual recordó que no se puede transigir en los principios republicanos del laicismo.

En Francia, recordó en medio de los aplausos más nutridos, “los hombres dan la mano a las mujeres, el médico no se elige en función de su sexo”, “la mujer es libre” y “el que quiera integrar la nación debe (...) proclamar el amor a Francia y el amor a la República” al margen del color de la piel, de la religión que se profese.

Reiteró que, si sale elegido presidente en mayo del 2017, convocará un referéndum el 18 de junio de ese mismo año para, en primer lugar, poner fin al reagrupamiento familiar de los inmigrantes mientras no haya unas nuevas reglas europeas para el control de las fronteras.

El segundo sería para permitir encerrar en centros de retención, con un control judicial a posteriori, de las personas fichadas por los servicios secretos que se consideren susceptibles de entrañar algún peligro terrorista aunque no haya elementos para inculparlos.

En una línea paralela, prometió endurecer las penas todos los delincuentes reincidentes, que verían sus penas incrementadas automáticamente: en un 25 % tras tres delitos, en un 50 % tras cinco y en un 100 % si persiste.

Además, también dijo que renegociaría el Convenio Europeo de Derechos Humanos para poder expulsar de forma sistemática a cualquier extranjero condenado a penas de más de cinco años, y que pediría a los británicos que sean ellos los que gestionen el flujo de sin papeles que se concentra en Calais con intención de cruzar al Reino Unido.

Sarkozy advirtió de que si llega a presidente, a los niños que perturban la marcha de las clases, sus padres tendrán que aceptar el ingreso en internados, porque en caso contrario perderán las ayudas familiares.

Además, los que abandonen la escolaridad de forma prematura estarán obligados a efectuar el servicio militar “porque Francia no puede aceptar sin reaccionar que decenas de miles de jóvenes no tengan más perspectiva que la calle”.

Sarkozy se enfrenta al reto de remontar unas encuestas que le siguen situando bien distanciado de su gran rival en las primarias del 20 y del 27 de noviembre, el exprimer ministro Alain Juppé.

Según un sondeo de Odoxa publicado hoy por “France 2”, Juppé recibiría en la primera vuelta de esas primarias el 39 % de los votos, dos puntos porcentuales más que a finales de agosto, mientras que Sarkozy se tendría que conformar con el 31 %, cuatro puntos más.

En la segunda vuelta, Juppé ganaría con el 59,5 % de los votos, frente al 40,5 % de Sarkozy.

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