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El rey aboga por “cortar la corrupción” pero evita citar a la infanta

Felipe VI - 2

Gonzalo Cortizo

“Debemos cortar la corrupción sin contemplaciones”. Con frases como estas, pero sin citar la situación procesal de la infanta Cristina, se ha presentado el rey Felipe VI ante las cámaras en su primer discurso navideño. El monarca tenía prisa por abordar la cuestión que más preocupa a los españoles, según las encuestas. En los primeros minutos de su discurso ya había introducido las palabras “indignación” y “desencanto” para explicar el resultado que las conductas reprochables de los políticos generan en una ciudadanía envuelta en la “incertidumbre por su futuro”.

Según el rey, “necesitamos una profunda regeneración de nuestra vida colectiva y en esa tarea la lucha contra la corrupción es un objetivo irrenunciable”. Las palabras del monarca ante los ciudadanos llegan tan solo unos días después de que el juez Castro decidiese sentar a la infanta Cristina en el banquillo por la comisión de presuntos delitos fiscales que podrían reportarle hasta ocho años de prisión. Sobre su hermana, y la posibilidad de que acabe renunciando a sus derechos dinásticos, el monarca no ha dicho ni una sola palabra.

Para intuir referencia alguna a la presunta corrupción en su familia, ha sido necesario leer el discurso del rey entre líneas. Según Felipe VI, “los responsables de esas conductas irregulares están respondiendo de ellas y eso es una prueba del funcionamiento de nuestro Estado de derecho”. No ha habido en esta ocasión un “la justicia es igual para todos” como el que enarboló su padre en el discurso de 2011, con el caso Nóos ya en boca de todo el mundo. El primer discurso navideño del nuevo rey ha sido más sutil en este punto.

“Debemos seguir garantizando nuestro Estado de bienestar”

Las referencias comprensivas ante las dificultades económicas de los ciudadanos han sido constantes en las palabras del nuevo monarca. El rey ha hecho un llamamiento para “proteger especialmente a las personas más desfavorecidas” y, para ello, ha advertido que “debemos seguir garantizando nuestro Estado de bienestar, que ha sido durante estos años de crisis el soporte de nuestra cohesión social”.

Según Felipe VI, “la situación económica continúa siendo un motivo de grave preocupación para todos. Los índices de desempleo son todavía inaceptables y frustran las expectativas de nuestros jóvenes y de muchos más hombres y mujeres que llevan tiempo en el paro. Es cierto que nuestras empresas son punteras en muchos sectores en todo el mundo; pero también lo es que nuestra economía no ha sido capaz, todavía, de resolver de manera definitiva este desequilibrio fundamental”.

Coincidencia con el optimismo del Gobierno

Pese a la comprensión con los más desfavorecidos, el rey da por buenos los datos del Gobierno y augura una recuperación económica que traerá como consecuencia la creación de “empleos de calidad”. Según sus estimaciones, “es un hecho que las principales magnitudes macroeconómicas están mejorando y que hemos recuperado el crecimiento y la creación de empleo. Estos datos son una base nueva para la esperanza de que, en el futuro, puedan generarse de forma sostenible muchos más empleos y, especialmente, empleos de calidad”.

Felipe VI ha hecho un llamamiento a los ciudadanos para “no dejarnos vencer por el pesimismo, el malestar social, o por el desánimo”. La hoja de ruta propuesta por el jefe del Estado se basa en “afrontar con firmeza y eficacia las causas de esos problemas, resolverlos y recuperar el sosiego y la serenidad que requiere y merece una sociedad democrática como la nuestra”.

“Cataluña en el corazón”

Tras los apartados de corrupción y economía, el monarca ha abordado de frente el asunto catalán. En un tono más emocional que jurídico, Felipe VI ha afirmado que “millones de españoles llevan, llevamos, a Cataluña en el corazón. Como también para millones de catalanes los demás españoles forman parte de su propio ser. Por eso me duele y me preocupa que se puedan producir fracturas emocionales, desafectos o rechazos entre familias, amigos o ciudadanos. Nadie en la España de hoy es adversario de nadie”.

Detenido en este punto ha afirmado que el problema catalán “no se trata solo de economía o de intereses sino también y, sobre todo, de sentimientos”.

“Somos una democracia consolidada”, aseguró Felipe VI para concluir que “regenerar nuestra vida política, recuperar la confianza de los ciudadanos en sus instituciones, garantizar nuestro Estado de bienestar y preservar nuestra unidad desde la pluralidad son nuestros grandes retos. No son tareas sencillas. No son retos fáciles. Pero los vamos a superar, sin duda; estoy convencido de ello. Tenemos capacidad y coraje de sobra”.

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