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Una investigadora reclama reforzar el vínculo materno-filial ante la violencia machista

Una investigadora reclama reforzar el vínculo materno-filial ante la violencia machista

EFE

Bilbao —

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La violencia de género tiene un alto impacto no solo en las mujeres, sino que también afecta a los niños de forma directa, incluso durante el embarazo o en el vínculo materno-filial, por lo que es importante llevar a cabo programas especializados para reforzar esta relación.

“Es imprescindible recuperar la autoestima de las mujeres, reparar las consecuencias de la violencia, pero algunos programas olvidan la parte maternal”, ha asegurado en una entrevista con Efe la doctora en Psicología Social Montserrat Plaza I Aleu, presidenta de la Asociación Conexus, que agrupa a psicólogos especialistas en relaciones familiares y que investiga sobre la violencia machista.

“Durante el embarazo se alteran las hormonas, por lo que el proceso de gestación se ve absolutamente truncado” en situaciones de violencia de género, ha indicado.

Montserrat Plaza, que ha participado en unas jornadas organizadas por el Ayuntamiento de Bilbao con motivo de celebrarse el próximo 25 de noviembre el Día Internacional contra la Violencia hacia las Mujeres, ha explicado las conclusiones de su investigación sobre “El impacto de la violencia de género en la maternidad”.

Según ha dicho, se deben aplicar programas dedicados a las madres que se centren sobre todo en el vínculo materno-filial, en hablar de cómo la violencia de género afecta a la relación con los hijos, para recuperar ese vínculo y reforzar su rol maternal.

Plaza ha indicado que la maternidad es una de las áreas de la mujer que queda más afectada por la violencia de género: “Es por lo que lucha y aguanta, por eso, cuando se ve afectada esa área de su personalidad, el daño es muy grande”.

Por eso, los programas de atención a las madres “son básicos para ayudar a estas mujeres a que puedan recuperar la confianza en su rol de maternidad, volver a recuperar la autoridad y legitimarse como personas capaces de criar a sus hijos”, ha precisado.

En su investigación, Plaza relacionado la violencia de género con la maternidad, para observar cómo la violencia machista influye en la relación de la madre con sus hijos.

“Las mujeres entrevistadas en mi investigación estaban participando en programas de recuperación para madres, y se pudo ver que las respuestas de las mujeres han sido buenas, ellas dicen que han podido recuperar su lugar como madres y que la relación con sus hijos mejora muchísimo”, ha puntualizado.

Plaza también considera “imprescindible” atender a los hijos, pero “siempre con su madre”, porque si no “el vínculo materno-filial se olvida y se vuelve invisible”.

Además, vivir en un contexto de violencia machista supone una “sobrecarga emocional brutal” para los niños: “Se dice que la forma de hacer más daño a una madre es hacer daño a sus hijos, pero podemos decirlo a la inversa; la forma de hacer más daño a los hijos es hacer daño a sus madres”.

Para las mujeres, además de sufrir todas las consecuencias de ser víctima de violencia de género, se le añaden otras por el hecho de ser madres, como tener una “autoestima muy deteriorada al no sentirse legitimadas para educar” o el daño en el área social, ya que “se quedan sin red de apoyo, por lo que la educación de sus hijos es mucho más complicada”.

Por eso, estas mujeres están “doblemente invisibilizadas”. Según Montserrat Plaza, “socialmente cuesta identificar a estas mujeres, y además sufren otra invisibilización, que es la de la maternidad: son mujeres que han sufrido violencia, pero que además son madres, por lo que se oculta este rol tan importante en sus vidas”.

Todos estos factores hacen que estas mujeres sufran un deterioro de la capacidad maternal: “Consiste en tener que lidiar por ejemplo con cómo vuelven los hijos de las visitas con el padre; se le está recordando a la madre que ese agresor sigue allí, por los que las madres no pueden 'separarse del todo' porque los hijos les unen a ellos”, ha afirmado.

Este deterioro hace que empeore la relación con sus hijos, y que incluso las afectadas se vean a ellas mismas como “malas madres”.

Para que se puedan recuperar “es básico que todo el mundo entienda que la mujer que sufre violencia de género no es mala madre, sino que las dificultades que tiene son propias del contexto que vive, no de sus capacidades; no es una falta de capacidad, sino una dificultad del contexto en el que vive”, ha sentenciado.

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