Has elegido la edición de . Verás las noticias de esta portada en el módulo de ediciones locales de la home de elDiario.es.

The Guardian en español

La vivienda como 'medicamento' para indigentes

El senador que ha presentado la medida afirma que muchas de las personas a las que espera dar alojamiento cuestan al sistema sanitario una media de 113.000 euros al año. Sin embargo, el coste de alojar a una persona es de 17.000 euros.

Liz Barney

Honolulu —

Un día del mes pasado, Stephen Williams pidió ayuda a un transeúnte e inmediatamente después se desmayó en la acera. Cuando la ambulancia llegó al centro de Honolulu, su temperatura superaba los 40 grados.

Una peligrosa infección de estafilococos había entrado en su flujo sanguíneo. Williams, que vive en las polvorientas calles de Chinatown, se pasó siete días recibiendo un tratamiento intravenoso que puede costar 37.700 euros, de acuerdo con el hospital que le atendió. Pero Williams no pagó: la factura fue cubierta por el Gobierno mediante el programa Medicaid. Durante los últimos cuatro años, Williams ha ido al hospital 21 veces por infecciones, explica, como consecuencia de brotes de psoriasis provocados en parte por un clima húmedo y condiciones insalubres.

Casos como este han dado lugar a una novedosa propuesta en Hawaii. En lugar de prescribir medicamentos a pacientes indigentes como Williams, ¿qué pasaría si los doctores pudiesen prescribir otra cosa que mejorase la salud de sus pacientes de una forma más efectiva? La prescripción sería una vivienda.

Con este objetivo en mente, un senador del Estado, Josh Green, ha presentado una propuesta de ley para clasificar la indigencia como enfermedad. Green, que también es doctor, afirma que la idea la ha desarrollado como resultado de su propio trabajo en la sala de urgencias, donde ha visto llegar a muchos indigentes en busca de tratamientos básicos a un gran coste, pero sin un beneficio real a largo plazo. “Realmente solo aplico una tirita”, afirma Green sobre su trabajo médico. “Pero estos problemas de salud requieren un apoyo intensivo y a largo plazo”.

Un pequeño número de indigentes necesita una cantidad desproporcionada de tratamientos médicos. Según Green, un reciente estudio interno de una de las principales aseguradoras hawaianas reveló que alrededor de la mitad de la asignación estatal de 1.900 millones de euros en Medicaid fue consumida por una pequeña parte de los usuarios, muchos de los cuales se enfrentan a la indigencia, enfermedades mentales y adicción a las drogas.

Aun así, el informe sugiere que el gasto en sanidad para aquellos que han vivido en la indigencia durante largos periodos de tiempo y que sufren enfermedades mentales y adicciones cae alrededor de un 43% una vez que son alojados en una vivienda y se les facilitan servicios de asistencia. Green afirma que muchas de las personas a las que espera dar alojamiento cuestan al sistema sanitario una media de 113.000 euros al año. Sin embargo, el coste de alojar a una persona es de 17.000 euros. El senador cree que los ahorros totales al Estado podrían ser de cientos de millones de euros al año.

“Medicalización de problemas sociales”

Green concibe un sistema en el que los doctores puedan prescribir alojamiento a sus pacientes en un estudio individual de cada caso. Para poder acceder a ello, el paciente debe haber sido indigente durante al menos seis meses y debe padecer una enfermedad mental o adicción a las drogas.

“Ya nos estamos gastando el dinero en los indigentes. Estamos pagando de la forma más inefectiva y cara posible”, sostiene. “Tenemos mucha capacidad pero carecemos de la voluntad política”.

El proyecto de ley se abre paso en el Senado estatal y se enfrenta a una votación clave. La propuesta ya se ha ganado el apoyo de algunos. “Creo que este proyecto de ley es una gran idea”, señala Daniel Cheng, un enfermero de urgencias en Queen's Medical Center, Honolulu. El año pasado, el tratamiento a indigentes en el hospital costó 85 millones de euros. “Cuando los servicios médicos de urgencias se utilizan en exceso por una parte de la población que está siendo mal atendida, eso lo pagan todos los ciudadanos”, indica Cheng.

Cheng explica que habitualmente ve a los pacientes indigentes que necesitan tratamiento por problemas psiquiátricos, infecciones, problemas relacionados con el abuso de drogas y problemas médicos generales como dolores de pecho y estómago. A menudo, los pacientes vuelven con la misma infección una semana después de haber sido tratados, explica. “En lugar de pagar por un antibiótico, aprovechemos esos 4.700 euros de consulta en pagar alojamiento. Estaríamos mucho mejor”.

A ojos de Cheng, los hospitales deben hacerse cargo también de las enfermedades sociales. “Hemos visto una clara medicalización de problemas sociales como el alcoholismo y la indigencia”, señala. “La gente intoxicada ya no va a los centros de rehabilitación, vienen al hospital. Se ha convertido en un tratamiento médico”.

Pero no todo el mundo está de acuerdo en que las viviendas sean parte de la farmacopea. En declaraciones el mes pasado, el departamento hawaiano de desarrollo de recursos humanos, que controla varios servicios sociales, sugirió que el alojamiento va más allá del alcance y las competencias del sistema sanitario.

Y existen preocupaciones de que este enfoque pueda desperdiciar unos recursos estatales escasos. “Hay una parte de los indigentes [para los cuales] es una enfermedad: los que hacen un uso abusivo de drogas y los enfermos mentales. Pero aparte de eso, el resto me parece excesivo”, declaró el mes pasado Bob McDermott, un legislador republicano.

“Nueve de cada 10 volverán a la calle”

El mayor asistente de indigentes de Honolulu está de acuerdo. “No es conveniente ampliarlo demasiado”, advierte Kimo Carvalho, portavoz del Instituto de Servicios Humanos. Carvalho indica que sin unos parámetros estrictos, los indigentes más sanos podrían aprovecharse y vaciar el sistema.

Otra preocupación: los abandonos. “Si das alojamiento a gente con problemas mentales, nueve de cada 10 simplemente se irán y volverán a la calle”, afirma Carvalho. El portavoz añade que cree que el mejor uso de Medicaid es alojamiento selectivo para personas con necesidades especiales, tales como hogares colectivos de salud mental o viviendas de recuperación de la adicción, porque muchas de las personas más necesitadas objeto de la propuesta de ley de Green puede que rechacen el alojamiento.

Una mujer de este colectivo necesitado estaba sentada a las puertas de una farmacia en el centro de Honolulu, jugando con los hilos de su muumuu [vestido típico hawaiano] turquesa. Justin Phillips, un coordinador de asistencia a los indigentes de la zona, explica que buenos samaritanos llevan frecuentemente a la mujer al hospital para recibir tratamiento psiquiátrico cuando la encuentran deambulando por las ajetreadas calles incapaz de comunicarse.

A pesar de los altos costes para el sistema médico, la mujer ha rechazado durante años los servicios de acogida, indica Phillips. De hecho, atacó al último trabajador humanitario que le ofreció asistencia y salió recientemente del abarrotado hospital mental del Estado.

“Hasta que reciba medicación, no es lo suficientemente estable para vivir en una vivienda, e incluso allí necesitará un mayor nivel de atención”, señala Phillips.

Sea cual sea el caso, algunas de las personas con problemas de salud y en circunstancias complicadas lo tienen bien claro. Williams, el hombre que sufrió la infección de estafilococos, descansa sus piernas hinchadas sobre un muro de ladrillo a las afueras de Chinatown. “Para mí está claro. Si tuviese un lugar donde quedarme no tendría que ir al hospital tan a menudo”.

Traducido por Javier Biosca Azcoiti

Etiquetas
stats