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ETA: de dar miedo a dar risa

José María Calleja

Con esa parla narcisista, retruécana y anacoluta con la que nos tienen torturados desde hace años los del pistolón, nos cuentan ahora, en su último comunicado, que han procedido al “desmantelamiento de las estructuras logísticas y operativas derivadas de la práctica de la lucha armada”.

Por los andares de la frase, deducimos que siguen derrotados, pero sin reconocerlo explícitamente, que asumen que ninguno de sus objetivos han sido alcanzados y que ahora que han dejado de asesinar, solo les queda una retórica que siempre fue solipsista, propia del autorregate, de quien está dispuesto a soltarte una batallita aunque le hayas preguntado la hora. Podíamos decir que con la frase nos informan, una vez más, de que cierran la barraca.

“Se está conformando una estructura técnico-logística que tendrá como labor completar el sellado de armamento”, y ahí ya piensas que te hablan de una pintura al gotelé, previo tapado de los poros de la pared. Nula épica.El caso es que en unos pocos años estos tíos han pasado de dar miedo a dar risa. Hemos pasado de leer sus comunicados minuciosamente, desde el punto de vista comparado, con análisis sintáctico, morfológico, desmenuzando hasta el significante de los conectores -de solteros, conjunciones copulativas-, a que nos den la risa con sus supuestas entregas de armas por fascículos.

Aquella escena -febrero pasado- del kit con las pistolitas, que se ven pero no se tocan, que se recuperan y se vuelven a empaquetar una vez exhibidas, quién sabe si a la espera de una nueva exposición, fue caricaturizada en las redes, provocó hilaridad por grotesca y alcanzó la portada de El Jueves, como se puede ver aquí.

De manera que hemos pasado de escudriñar hasta los silencios de los matarifes a que la gente se parta la caja de la risa con los del pistolón y haga de su entrega de armas -la puntita nada más, simulada, diferida-, una viñeta chistosa, con ventosas, pistolas y metralletas de plástico. Hemos pasado de estupefactos, a estupefacientes. Los del pistolón nos confirman ahora, de nuevo, que siempre han sido un fin en sí mismos, que eso de que estaban al servicio del pueblo era pura retórica para hacerse necesarios. Vean: “se mantendrán las estructuras necesarias para garantizar el funcionamiento interno”, dicen también en su último comunicado.

De ahí dan un salto cualitativo (sintagma que les chifla) y pretenden pasar de la dialéctica clásica de enfrentamiento entre el PNV y HB, por ver quién manda entre los nacionalistas, a ofrecerse casi como tercera vía cuando anuncian que “se reforzará la estructura dirigida a realizar las labores políticas de Eta (¿?), así como las que tienen como objetivo propiciar conversaciones entre las diferentes partes para avanzar en el proceso de paz”. Batallitas delirantes del derrotado que se niega a admitir que los ciudadanos y la policía le han sacado del tablero.

Del antiguo “amnistía ez da negoziaten” (la amnistía no se negocia) de los ochenta, hemos pasado a sálvese quién pueda, viva la vía individual y tonto el último que se acoja a la reinserción, del 2011 en adelante.Del “jo ta ke, irabazi arte” (dale que te pego, hasta la victoria), hemos pasado a la derrota mayúscula, a intentar salvar un par de muebles y que las interminables penas de cárcel que les quedan por delante no se cumplan tan lejos de casa. Todo ello, ¡menudo balance!, con militantes con trienios dentro de la banda, decenas de personas asesinadas con sus manos y encarcelados desde hace más de veinte años, que aborrecen del terrorismo y certifican, dolidos y fracasados, su inutilidad. (Kepa Pikabea, documental “Al final del túnel”, de Eterio Ortega).

El 31 de Julio de 1959, día de san Ignacio de Loyola, hace 45 años, se fundó Eta, más o menos cerca de un seminario, dentro de pleno de la hinchazón de curas, de la visión religiosa (de religas, atadura) que siempre ha definido a este país y a los que se consideraban sus salvadores. Hoy han sido derrotados, han fracasado en su sangriento proyecto totalitario de hacerse con el poder. Si hubieran podido hubieran asesinado más, aterrorizado más, extorsionado más, provocado más dolor y más miedo, pero han perdido. Han perdido y han pasado de dar miedo a dar risa.

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