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Que les quiten la placa y el arma ya

Captura del chat de policías municipales

Antón Losada

“Que se muera la zorra vieja ya”, pedía un policía municipal en el chat del odio y la vergüenza que comparten cien policías locales madrileños, entre los cuales solo uno se atrevió a denunciar semejante orgía de fascismo, machismo, sexismo, racismo, xenofobia, ignorancia y todas las estupideces más ignominiosas que imaginarse puedan.

La cuestión ya no reside en si supera o no los límites de la crítica política llamarle “Hija de la grandísima puta roja de mierda mal parida” a quien no piensa como tú. O si constituye o no delito amenazar o desear la peor muerte posible a quien no comparte tus ideas. El juez dirá si hay delito o no cuando corresponda y habrá de tener en cuenta que no se insulta y agrede sólo a la ciudadana Manuela Carmena, se amenaza a la autoridad que es la Alcaldesa de Madrid.

La cuestión grave y urgente ahora es que se trata de amenazas y discursos del odio vertidos por personas que son agentes de la ley y disponen del monopolio legítimo del uso de la violencia. Uno se hace llamar fhürer y sostiene que Hitler sí que sabía hacer bien las cosas, otro dice que le fascismo es alegría, otro avisa que los comunistas tienen los días contados y otro pide tirar al mar a la “panda de hijos de la gran puta, los moros y los que le defienden”; cualquiera de ellos puede cruzarse mañana en su camino y pedirle que se identifique, piénselo y dígame cómo se le queda el cuerpo.

Se trata de un caso de legítima defensa ciudadana y pura supervivencia democrática. Urge la necesidad de que se les retire la placa y el arma a unos individuos que constituyen una clara y directa amenaza para la seguridad de los ciudadanos que juraron proteger. La Fiscalía ya debería estar actuando de oficio, con la misma prontitud que ha dedicado al Fiscal Maza porque Manuela Carmena es, además de una ciudadana que debe ser protegida, una autoridad que debe ser respetada.

La actitud de los sindicatos policiales encubriendo a sus colegas, invocando el contexto o hablando de “traicionera filtración” solo puede ser calificada de una manera: una puta vergüenza.

El Ayuntamiento, además de averiguar cómo han podido llegar a tener una placa y un arma, ya debe estar identificando y expedientando para inhabilitar a semejantes energúmenos. Lo único que les diferencia de un posible terrorista supremacista es que les protege una placa y llevan legalmente un arma que están autorizados a emplear; pueden multarte, denunciarte, cachearte, detenerte, escribir lo que quieran en un atestado con la presunción de veracidad a su favor o pegarte un porrazo o un tiro porque “estamos donde debemos, en la calle. Matar es nuestro lema”.

No es casualidad que le haya vuelto a tocar a Manuela Carmena. Ella reúne todas las condiciones para ser el objetivo número uno del odio que, como bien explicó Oscar Wilde, alimenta a todos los depravados que cuentan el patriotismo como su virtud: es progresista, es mujer, es mayor y, por si eso fuera poco, ha demostrado independencia y tener criterio propio. Si tienen alguna duda pregúntele a Pablo Casado; el Leif Garret del PP lo tiene claro: “No me gusta que se insulte a la señora Carmena (...) igual que hay concejalas que invaden o atacan capillas”… progresista, mujer y con criterio; imperdonable, a por ellas.

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