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Del cuaderno y el lápiz a la tablet: ¿tiene consecuencias que niños y niñas dejen de escribir a mano en los colegios?

Alumnos atienden desde su ordenador clases virtuales impartidas en el Colegio Ábaco, en Madrid.

Patricia Gea

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Hasta hace no muchos años, el gesto natural de un alumno o alumna al llegar a clase era el de poner encima de la mesa el cuaderno y el boli, pasar las páginas y ponerse a escribir. Tenía que apresurarse para seguir el dictado del docente, se equivocaba, tachaba, tomaba apuntes de los esquemas de la pizarra. En las aulas de hoy, superado el umbral de aprendizaje de lectura y escritura, las notas a mano están dejando paso al teclear, al deslizar con el dedo, borrar con un solo botón, compartir archivos.

Como en tantos otros terrenos, en el educativo, los dispositivos tecnológicos han ido ocupando el espacio del trabajo artesanal. Más que por una cuestión práctica se hace para preparar a los niños y niñas para lo que se espera que sea un mundo futuro enteramente digital. ¿Pero hay algún coste de oportunidad en este cambio en una etapa tan temprana? ¿Tiene algún impacto en el desarrollo o el aprendizaje que dejen de escribir a mano?

El neurobiólogo e investigador en psicología cognitiva Héctor Ruiz explica que la primera cuestión que hay que distinguir es si estamos hablando de aprender a escribir o de mantener la escritura cuando ya se ha aprendido. “Porque en realidad lo que sabemos es la importancia que tiene en lo primero, en aprender. Que no se escriba a mano de los 10 años en adelante tampoco es un drama”. Sin embargo, dice, el niño o la niña sí que dejará de beneficiarse de algunas ventajas que la escritura a mano, e incluso la lectura y manipulación de un libro en papel, tienen sobre el aprendizaje.

Para recordar mejor

“Uno de los puntos importantes, que está comprobado, es que escribir a mano permite retener mejor la información. ¿Por qué? Por una cuestión de esfuerzo: al tener que ir más despacio, tomar más tiempo y completar una tarea compleja tienes que prestar más atención y la retentiva es mayor”, señala Ramón Nogueras, psicólogo, profesor universitario y divulgador. “Si ya dominas el teclado, se escribe mucho más rápido y puede salirte incluso automático. Los apuntes que tome el alumno pueden ser una reproducción literal de lo que ha dicho el profesor”, añade Ruiz. Es decir, se elimina el trabajo de evocación y reelaboración del contenido y se crea una copia directa. “Escribir a mano suele requerir cierta sintetización de lo que el profesor está explicando”, apunta Nogueras.

Es lo mismo que sucede al estudiar, que recordamos mejor cuando escribimos a mano porque añadimos más sentido al aprendizaje, estamos utilizando el movimiento y por lo tanto incrementando el número de trazas en la memoria, que son las que, mediante asociaciones, te permiten recordar mejor. Así lo habría comprobado, por ejemplo, un estudio publicado en la revista Psychological Science, con más de 300 estudiantes universitarios que durante un tiempo tomaron los apuntes a mano, la mitad de ellos, y con un portátil, la otra. Los primeros fueron después capaces de responder mejor a las preguntas sobre lo que habían tratado en las sesiones que los segundos. Y en etapas más tempranas, como la infantil, en la que entra el juego el aprendizaje, este proceso de elaboración de la escritura cobra aún mayor relevancia.

Según los expertos consultados, dibujar las letras a mano ayuda a los y las niñas a, por una parte, reconocerlas y, por otra, a recordarlas mejor, por tanto, a desarrollar mejor su capacidad lectora. Héctor Ruiz cita un estudio comparativo, publicado por el Centro Nacional para la Información Biotecnológica de EEUU, en el que expertos en neurociencia crearon dos grupos piloto de 38 niños de 3 a 5 años para aprender cada uno el alfabeto a mano, o tecleándolo. Después de tres semanas practicando se les realizaron dos pruebas y los resultados mostraron que los niños que habían aprendido a mano reconocieron mejor las letras que los que las habían mecanografiado. Nogueras añade que “hay investigadores que postulan que incluso el hecho de corregir a mano, tachando, funciona como recordatorio de las fases por las que has ido pasando en la elaboración de la escritura y que contribuye a la retentiva”. 

La capacidad lectora

Aprender a escribir y a leer están íntimamente relacionados. Explica el neurobiólogo que “cuando escribes no solo interviene la percepción, sino también los movimientos que tienes que realizar para dibujar una letra, que están ligados a su aspecto, y que sin embargo no tienes que trabajar para nada cuando pulsas un botón”. Así, cuando un niño escribe el alfabeto en realidad está trabajando su capacidad para reconocerlo y “esta es una de las primeras competencias esenciales para desarrollar la capacidad lectora”. Ruiz afirma que hay estudios de neuroimagen donde se ve que cuando los niños escriben se activan partes del cerebro relacionadas con el aprendizaje de la lectura.

¿Y durante cuánto tiempo un niño o niña está aprendiendo a leer? ¿Hasta cuándo es recomendable que siga escribiendo principalmente a mano? El del aprendizaje de la lectura es un proceso que se divide en etapas, explica Ruiz. “Primero pasamos por la conciencia fonológica, la capacidad para apreciar que el lenguaje que hablas está formado por un conjunto de sonidos, que se van combinando y que se asocian a representaciones gráficas: las letras. Cuando ya hemos codificado y automatizado esto, automáticamente al ver una letra la decodificamos, y luego palabras enteras, y así hasta que aprendemos a leer”.

“Después hay otras fases más ligadas a la comprensión lingüística del mensaje, como la automatización de qué palabra puede venir detrás de otra”, prosigue. De la misma forma es beneficioso el soporte material a la hora de leer, señala Nogueras, ya que es más fácil retener la información en formato papel. “Entre otras cosas a la hora de procesar la información utilizamos no solo claves visuales sino también táctiles, o su posición en la página, o el peso del libro en nuestra mano que nos da una pista de en qué punto nos encontramos”.

Con la escritura sucede más o menos lo mismo: pone en marcha toda una maquinaria que activa más regiones del cerebro que las empleadas con el teclado. Y es esta la razón de que, en general, escribir a mano reporte mayores beneficios para el aprendizaje y la lectura, ofreciendo una ventaja frente a los dispositivos tecnológicos, que seguirán ganando terreno. Pero aun así, concluyen los expertos, no hay motivo para alarmarse porque “tal y como está planteado el sistema ahora no hay ningún colegio en el que no se enseñe a escribir a mano, que es lo más importante”.

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