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Amnistía Internacional es un movimiento global de más de 7 millones de socios, socias, activistas y simpatizantes que se toman la lucha contra las injusticias como algo personal. Combatimos los abusos contra los derechos humanos de víctimas con nombre y apellido a través de la investigación y el activismo.

Estamos presentes en casi todos los países del mundo, y somos independientes de todo Gobierno, ideología política, interés económico o credo religioso.

No quiero empuñar un fusil de asalto y apuntar con él a otro ser humano

El ejército israelí destruye los hogares y corrales de población palestina en Hadidiya, marzo de 2008. © AI

Josefina Salomon

Periodista de Amnistía Internacional Londres —

Desde que era niño, el joven árabe israelí Omar Saad sabía que cumplir los 18 no iba a ser fácil.

Pocos días después de su cumpleaños, el 17 de noviembre, el ejército israelí llamó a su padre y le dijo que Omar tenía que comenzar la instrucción militar el 4 de diciembre.

La llamada no le sorprendió, porque el servicio militar es obligatorio para la mayoría de los ciudadanos de Israel, pero lo que ocurriera ese día podía marcarlo para siempre.

Omar se ha manifestado para expresar su objeción a participar en violaciones de derechos humanos cometidas por el ejército israelí contra la población de los Territorios Palestinos Ocupados.

Ha sido una manifestación diferente.

Su hermana, sus dos hermanos y él, que forman el cuarteto de cuerda Galilea, interpretaron “Feliz Navidad” delante de la oficina donde debía presentarse, tras lo cual Omar se negó a alistarse.

Era muy probable que el ejército lo detuviera y que lo condenaran como mínimo a 28 días de prisión, prorrogables cada vez que rehúse alistarse. Y así ha sido: finalmente Omar ha sido detenido el pasado 5 de diciembre en la prisión militar Nº6 y tendrá que cumplir, al menos, 20 días de detención.

Me niego a empuñar un fusil de asalto y apuntar con él a otro ser humano. Detesto esta violencia y todo lo relacionado con la violencia. Aborrezco y odio toda forma de violencia”, ha explicado a Amnistía Internacional.

“No quiero ser parte de ejército israelí, porque el gobierno de Israel es responsable de la ocupación [de los territorios palestinos]. Como druso árabe me considero parte del pueblo palestino, así que ¿cómo voy a ser parte de un ejército que ocupa a mi pueblo? No voy a renunciar a todas mis creencias y mi identidad por nadie”

Omar es de Maghar, pueblo druso del norte de Israel. Su lucha comenzó cuando era niño y sabía ya que al cumplir los 18 lo obligarían a hacerse soldado.

El año pasado lo llamaron para hacerle un reconocimiento médico y confirmar que era apto para cumplir el servicio militar obligatorio en Israel.

En señal de protesta, escribió una carta abierta al primer ministro y el ministro de Defensa, en la que decía: “Me niego porque soy hombre de paz y odio todas las formas de violencia, y la institución militar representa para mí el colmo de la violencia física y psicológica.”

Desde entonces se cierne sobre él la amenaza de la detención.

Cuestión de conciencia

Con excepción de los drusos y los circasianos, los ciudadanos árabes de Israel están exentos del servicio militar obligatorio, y a la mayoría se les disuade incluso de alistarse voluntariamente en el ejército.

Sin embargo, a lo largo del tiempo muchos jóvenes drusos como Omar se han negado a cumplir el servicio militar por considerar que equivale a combatir en una guerra contra su propio pueblo. Así pues, todos los años se envía a prisión a varios adolescentes israelíes por negarse a prestar servicio en el ejército de su país por motivos de conciencia.

Ajuad Zidan, ex objetor druso encarcelado por sus creencias, explicó así su negativa a alistarse durante 2010: “La soledad de la celda de la prisión es mil veces mejor que ponerme delante de mi pueblo apuntándole con un arma o imponerle el toque de queda.”

Aunque en el ejército israelí existe un “comité de conciencia” encargado de decidir si los objetores de conciencia están exentos, normalmente sólo se reconoce tal derecho a los que se niegan a cumplir el servicio militar por motivos religiosos.

La legislación israelí prevé que los pacifistas estén exentos, pero en tal caso el sujeto tiene que exponer sus argumentos ante el “comité de conciencia”, cuyos miembros son funcionarios judiciales militares, que rechazan invariablemente todos los casos.

Las organizaciones de derechos humanos, incluida Amnistía Internacional, llevan mucho tiempo denunciando ante las autoridades israelíes el trato que se dispensa a los objetores de conciencia.

El derecho de objeción al servicio militar por motivos de conciencia está protegido por el artículo 18 de la Declaración Universal de Derechos Humanos y el artículo 18 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, en el que Israel es parte.

En 2003, el Comité de Derechos Humanos de la ONU pidió al gobierno israelí que revisara su legislación para ajustarla al derecho internacional de los derechos humanos.

“Omar Saad no debe ser encarcelado. Si las autoridades israelíes deciden detenerlo, será preso de conciencia y haremos campaña para que sea puesto en libertad de inmediato”, ha señalado Philip Luther, director del Programa de Amnistía Internacional para Oriente Medio y el Norte de África.

“En vez de perseguir a quienes formulan una objeción moral al servicio militar, las autoridades deberían establecer un órgano imparcial e independiente para evaluar de manera justa y transparente las reclamaciones del derecho de objeción de conciencia.”

Amnistía Internacional llama también la atención sobre el contraste entre las medidas punitivas de las autoridades contra los objetores de conciencia y su falta general de disposiciones con que hacer rendir cuentas a los militares israelíes acusados de violaciones de derechos humanos.

Muchas personas de todo el mundo me apoyan. Apoyan lo que pienso y me respaldarán. Eso me da fuerza para resistir”, ha explicado Omar a Amnistía Internacional mientras se prepara para el día más difícil de su vida.

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