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Un jerezano en la carrera más rica del mundo

Las carreras de caballos son una 'industria' que atraen a muchísmos turistas.

Paco Cepeda

Este sábado, en el hipódromo de Gulfstream Park, cerca de Miami, en Estados Unidos, se corre una prueba muy especial, la G1 Pegasus world cup. Le llaman la carrera más rica del mundo, con 12 millones de dólares de bolsa, un 10% de ese premio será para el jockey que triunfe, uno entre doce, junto a unos caballos, cuyos propietarios han tenido que poner un millón cada uno para tener acceso a esta prueba de máximo nivel. Entre los escogidos jockeys que tendrán la opción de optar al triunfo final está el jerezano Antonio Alonso Gallardo, el Pecas, que supera con creces ya un lustro en Estados Unidos, pasando de dormir en el suelo a ser uno de esos jockeys que se rifan las grandes cuadras para lucir a sus caballos.

Antonio (29 años) encarna el espíritu del sueño americano, pero en versión andaluza. Cuando era un crío, en el madrileño hipódromo de la Zarzuela, se rompió el hígado en dos, tras una aparatosa caída. La cosa pintaba feísima, pero salió, y pudo volver a montar, que al final era su única aspiración en ese momento. Ahora es padre de familia con dos hijos que le dan otro sentido a lo que hace.

Antes de disputar este sábado la G1 Pegasus, El Pecas ha pasado por innumerables vicisitudes. Era tal su talento, que España se le quedaba muy pequeña en este deporte, pero no se adaptaba bien a los cambios lejos de su entorno familiar, de su Jerez natal, y ni en Inglaterra ni en Francia, donde se corre todos los días y se puede vivir de la monta de caballos, pudo sacar lo que lleva dentro. Su sitió en el mundo estaba al calor de Miami. Precisamente ese factor climatológico le hizo decidirse por probar en las carreras de Estados Unidos. Huía del frío, era su kriptonita, y aunque no quería emigrar más, al final se decidió, empujado casi, y cruzó el charco para probar, hace ya más de un lustro.

Tampoco fue llegar y besar el santo. Los primeros días, pese a las recomendaciones de España, no pudo ni ver un caballo. Luego, montando lo peor de cada cuadra, sin posibilidad de triunfo alguno, se mataba en sesiones maratonianas para sacar un jornal que no le llegaba ni para tener una habitación propia donde dormir ni por supuesto con un coche para recorrer las enormes distancias que tenía que hacer cada día. Muy poco a poco fue cogiendo un nombre, sobre todo porque se especializó, obligado, a montar caballos de los difíciles, con mucho carácter, pero con calidad. Y llegaron los triunfos, las consideraciones de mejor jockey del mes donde la competencia es brutal (hay más de 15.000 licencias profesionales) y la posibilidad de escoger, de seleccionar y de sólo competir, que allí es todos los días y muchas veces.

Ahora, un buen año ,acaba perfectamente con más de 350 victorias. Pero todavía le restan muchos retos, por ejemplo disputar la Triple Corona (Derby de Kentucky, Preakness Stakes de Baltimore y Belmont Stakes en Nueva York), pero este sábado estará entre los elegidos en una carrera para la historia. Lo demás, llegará cuando aparezca ese caballo distinto que le ayude a dar otro salto de calidad más.

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