La Cortés y lo valiente

Qué gran verdad ha resultado ser el dicho popular (del pueblo, no del PP) de que lo cortés no quita lo valiente, pues la consejera de Vivienda de Andalucía, Elena Cortés, se ha mostrado muy educada y comedida al anunciar el decreto de la Junta de Andalucía por el que se expropia el uso de viviendas cuando las familias que las habitan están en riesgo de exclusión social, antes llamada pobreza de pedir. La verdad es que siendo comunista ella y socialista su jefe, bien podrían haber ido un poco más allá y haber decretado no sólo la expropiación temporal y parcial de un puñado de pisos, sino haber declarado -por fin- la vivienda como derecho inalienable de todas las personitas humanas, equiparándola a la educación y la sanidad. Para conseguirlo tampoco hubiera tenido que proclamar el Soviet andaluz, ya que todos los pisos que los beneméritos bancos mantienen vacíos son en realidad propiedad de todos nosotros, no en vano han sido rescatados con nuestro dinero.

En cualquier caso, hemos de reconocer que la medida adoptada por la Junta a propuesta de Elena Cortés es un paso valiente en la dirección correcta, como viene a demostrar la reacción desaforada de la Brunete mediática y la Brunete política, que se han empeñado a fondo en descalificar la medida, tachándola de inoperante, de inconstitucional y hasta de bolchevique. Eso sí, entre el desconcierto del PP andaluz, que si no está con los pelos de punta ante la perspectiva de que sus conmilitones madrileños recurran la medida es porque se han pasado con la gomina. Que hasta los militantes populares (del PP, no del pueblo) ven con buenos ojos que las autoridades competentes intenten impedir que los ricos echen de sus casas a los menesterosos.

Además, la valiente iniciativa de IU tiene un beneficio colateral para la propia formación, que a lo mejor los más viejos del lugar nos vamos olvidando de la legislatura de la pinza, cuando Anguita se abrazó al PP para propiciar el sorpasso, que a la larga resultó ser el sorpasso de la oca, ya que los camaradas comunistas acabaron desfilando al son que les marcaron Arenas y Aznar. Por no hablar del pacto contra natura que los comunistas de Extremadura tienen en la actualidad con el Monago de turno, que hace cierto el otro dicho popular de que los extremeños se tocan, con intenciones libidinosas además.

Así que, puestas las cosas en su sitio, debería el Gobierno andaluz de izquierdas dar el siguiente paso, que no es otro que sacar los dineros necesarios para tan magno proyecto de dotar a los andaluces de una vivienda digna a un precio justo y asequible para todos. Para ello, bien está el proyecto de lucha contra el fraude o el nuevo impuesto ecológico, aunque se olvidan otra vez nuestros recién admirados dirigentes de que la pasta gansa está a buen recaudo en las arcas de los bancos, los yates de los constructores y bajo las sotanas de los curas. Y perdonen la redundancia.

Sólo cobrando el IBI a la Iglesia podríamos ahuchar unos seiscientos millones de euros al año, haciendo la cuenta de la vieja, que dan para muchos pisos. Y eso sin atrevernos a cuestionar la aportación que los descreídos ciudadanos andaluces -somos mayoría- nos vemos obligados a hacer para el sostenimiento de la Iglesia católica, de sus pompas y de su Obra, que viene a suponer unos 2.000 millones anuales; para que luego tengamos que estar aguantando procesiones, romerías, manifestaciones contra el aborto y al arzobispo de Granada, que este sí que tiene tarea.