Andalucía Opinión y blogs

Sobre este blog

La portada de mañana
Acceder
Extremadura decide si el órdago de Guardiola la hace más dependiente de Vox
Me hice socia de Revuelta hace un año y esto es lo que pasó con mi dinero
OPINIÓN | 'Los últimos suspiros de la Unión Europea', por Enric González

De Delfos a Instagram: la evolución de los “consejos divinos”

0

En La voz del Oráculo (2025), la historietista sueca Liv Strömquist analiza la obsesión de nuestra sociedad por la felicidad, el bienestar personal y el excesivo culto al “yo” que impera en nuestra cultura, dominada por gurús de las redes sociales.

El oráculo representaba, en la antigua Grecia, la respuesta que una deidad daba a una consulta personal, referida generalmente al futuro, a través de un intermediario y en un lugar sagrado. El oráculo de Delfos fue uno de los más importantes, consultado por reyes (incluido Alejandro Magno), gobernantes y personas comunes en busca de consejos. La pitonisa (sacerdotisa de Apolo) en estado de trance, era la intermediaria que iba revelando, y sobre todo interpretando, las sucesivas respuestas.

La búsqueda de la felicidad, la preocupación por nuestra salud, por nuestra nutrición, disponer de una buena forma física, son necesidades humanas fundamentales. ¿En qué momento estas necesidades se convirtieron en motivos de culto?

La publicidad y los medios de comunicación jugaron un papel crucial en la creación de ideales de belleza y bienestar, promoviendo productos milagrosos, dietas milagrosas y tratamientos rejuvenecedores como soluciones rápidas y efectivas para alcanzar la felicidad y la aceptación social.

Actualmente es difícil encontrar a alguien que antes de pasar por el médico no haya consultado previamente al 'doctor Google', además de fórmulas, recursos, terapias, consejos, sugerencias y alimentos para el alma, suministrados por gurús de todo tipo.

Y también es raro no finalizar una quedada o reunión de amigos o familiares sin que se hayan escuchado términos como: ayuno intermitente, retinol, dieta keto, ácido hialurónico, entrenamiento de fuerza,  eneagrama, desarrollo personal, inflamación, meditación, cortisol, ultraprocesados, aquí y ahora, zona de confort…

En las últimas décadas, el fenómeno de los gurús, influencers y expertos en bienestar se ha multiplicado, en un contexto donde la información (y a veces la desinformación) está al alcance de un clic. La búsqueda de la felicidad y la juventud se han convertido en un mercado millonario, alimentado por la inseguridad, la presión social y la cultura del consumo. La promesa de soluciones fáciles, como dietas milagrosas, productos anti-edad o programas de desarrollo personal, responde a una necesidad profunda de sentirse bien con uno mismo, pero también puede generar expectativas poco realistas. 

Son los verdaderos dioses del momento. ¿O más bien los pitonisos?

En la era de la información resulta paradójico cómo muchas personas se sienten más desorientadas que nunca respecto a cómo cuidar su bienestar, su felicidad o su salud

Desde figuras como Tony Robbins en el ámbito del desarrollo personal, hasta gurús de la nutrición como Joe Wicks o expertos en meditación como Jon Kabat-Zinn, estos personajes han logrado captar la atención de millones de personas. Sus conferencias, seminarios y libros se venden como churros, y sus seguidores los veneran como si fueran estrellas de rock. La diferencia es que, en lugar de llenar estadios con música, llenan auditorios con promesas de transformación, felicidad y bienestar.

Pero lo cierto es que en la era de la información resulta paradójico cómo muchas personas se sienten más desorientadas que nunca respecto a cómo cuidar su bienestar, su felicidad o su salud. Con tanta información nos atragantamos y no podemos digerirla. Porque el conocimiento no sólo requiere de información, sino también de reflexión y de saber contrastar convenientemente las fuentes de donde procede.

Existen recetas de todo tipo y parece que todo vale. En este escenario, los gurús de la felicidad, la nutrición, la meditación, el deporte y la salud han emergido como figuras casi míticas, llenando auditorios, vendiendo libros y terapias varias, y creando comunidades fervientes que siguen sus enseñanzas con devoción. Pero, ¿qué hay detrás de estos personajes? ¿Son verdaderos portadores de sabiduría o, en realidad, se asemejan más a sectas modernas que a fuentes confiables de conocimiento?

Este comportamiento tiene un claro paralelismo con la cultura del espectáculo: el gurú se convierte en un ídolo, en una figura carismática que genera una especie de culto. La audiencia, en muchos casos, no cuestiona sus mensajes, sino que los acepta como verdades absolutas. La confianza en estos líderes se asemeja a la fe religiosa, y el parecido con las sectas modernas no es casual. En muchas ocasiones, los seguidores de estos gurús se adhieren a sus enseñanzas sin un análisis crítico, guiados más por la fe en sus palabras, que por evidencia científica contrastada.

Se echa en falta investigaciones rigurosas que ofrezcan algo de veracidad a tanta terapia, tantas opciones nutricionales y dietas diversas, tanta fórmula para mejorar cualquier parte de tu cuerpo (incluida el alma) y tantas cremas antienvejecimiento

Este fenómeno se ve reforzado por la forma en que estos gurús construyen su imagen: con mensajes simplificados, promesas de soluciones rápidas y una narrativa que apela a las emociones. Y de esta forma,  muchas personas empiezan cuestionando todo lo que huela a  convencional, que no es que esté mal, pero terminan abrazando lo alternativo como un dogma de fé. Se prefiere la certeza que ofrecen estos líderes carismáticos, aunque sea basada en afirmaciones no siempre verificables. Las realidades binarias en las que solemos movernos traen estos desenlaces: “o estoy contigo o estoy contra tí”.

Por otro lado, se echa en falta investigaciones rigurosas que ofrezcan algo de veracidad a tanta terapia, tantas opciones nutricionales y dietas diversas, tanta fórmula para mejorar cualquier parte de tu cuerpo (incluida el alma) y tantas cremas antienvejecimiento. Y es que, a menudo, el avance científico se ve mediatizado y empañado por intereses económicos, sesgos o simplemente por la complejidad de los temas. Como resultado, nos encontramos en una especie de encrucijada: ¿en quién confiar? La respuesta, en muchos casos, termina siendo una especie de fe ciega en el gurú de turno. La ciencia requiere tiempo, dinero y esfuerzo para realizar estudios rigurosos. No todos los temas tienen suficiente financiación o interés para estudios exhaustivos, y algunos resultados pueden tardar años en consolidarse.

No obstante, los influencers también pueden desempeñar un papel positivo en la sociedad. Muchos de ellos utilizan sus canales para que las personas tomen conciencia sobre temas relevantes, como la salud mental, la igualdad o el medio ambiente, entre otros. 

Los verdaderos influencers utilizan su voz para promover valores positivos, generar debate constructivo y contribuir a un cambio social.