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La “inteligencia artificial” como modelo de Frankenstein contemporáneo, a debate en la Casa de los Poetas

'La novia de Frankenstein'

María del Mar Barceló Rosario

Cuando se menciona a Frankenstein, en el imaginario común aparece la imagen de un monstruo. Sin embargo, Frankenstein es el científico creador de “la criatura”, como él mismo llamó al personaje conocido por todos. Hoy día, con más de 200 años de historia, podemos trasladar la figura de “la criatura” del doctor Frankenstein al mundo contemporáneo y compararla con la “inteligencia artificial” que se está desarrollando. Podemos proyectar nuestro miedo al futuro con el miedo que inspiró entonces y ahora aquella vida creada de la nada.

Porque, tanto “la criatura” de Frankenstein como la inteligencia artificial, “son creaciones hechas por el hombre, por lo cual el horror de hoy y de aquel entonces ha sido la capacidad del hombre para crear vida de la nada replicando o mejorando lo antes creado por Dios”. Así lo expresó Manuel Gregorio González, crítico y escritor que participará en el coloquio Nombres Universales con la novela de la dramaturga inglesa Mary Shelley como centro. Este debate, en el que también participarán los autores Fernando R. Lafuente, Menchu Gutiérrez y Victoria León (como moderadora), es organizado por la Casa de los Poetas y las Letras (CPyL) de Sevilla y se llevará a cabo el 29 de mayo en dicha ubicación (Espacio Santa Clara) a partir de las 20.30 horas, y la entrada es gratuita hasta completar aforo.

Entre los temas a tratar en el coloquio, González mencionó “la historicidad” de la figura de Frankenstein, ya que “Frankenstein no es el mismo en 1920  que en 1970. Tanto la imagen como los diferentes miedos que cada época le ha otorgado a la figura de Frankenstein han evolucionado”. Es por ello que debatirán, entre otros temas, la vigencia que aún tiene esta historia a 200 años de su creación, pues “en la criatura se recoge el miedo a un infinito, a un ingobernable y monstruoso progreso tecnológico y precisamente vivimos en un mundo en constante cambio tecnológico”, apuntó González.

De la realidad a la ficción

“La criatura” de Frankenstein, fue inventada por la mente de Mary Shelley a principios del siglo XIX, y llegó para revolucionar la literatura de terror gótico. Aunque, no mucha gente conoce cómo nació este “monstruo” y cómo la realidad influyó en la mente de Shelley para la creación de su novela.

Durante los primeros años del siglo XIX, Shelley, fascinada por los experimentos científicos ligados a la electricidad, “los cuales consistían en la posibilidad de devolver a la vida la materia muerta gracias a los impulsos eléctricos”, se inspiró para escribir su historia más conocida. Una noche de 1815, junto a un grupo de amigos, se instaló en una Villa, en la cual se tuvieron que quedar una larga temporada a causa de todo el polvo de azufre que se había esparcido por la erupción del volcán Tambora en Sumbawa (Indonesia). Esa noche, que incitaba a escribir, fue testigo del nacimiento de uno de los nombres más conocido del terror mundial: “Frankenstein”. Aunque cada uno creó su propia historia, fue la imaginación de Shelley la que rebasó las paredes de aquella Villa y cobró vida, literalmente.

Shelley cuenta la historia a través del doctor suizo Víctor Frankenstein, quien decidió explorar poderes desconocidos y desvelarle al mundo los misterios de la creación. El doctor estudió la anatomía animal y los procesos de generación, recibiendo una iluminación  que lo hace descubrir “la causa de la generación y la vida”, con lo cual se convence de que era “capaz de infundir vida sobre un cuerpo inanimado”. El monstruo fue creado con distintas partes de cadáveres y de animales, formando un cuerpo humano de gran tamaño. Igual que en la realidad, el doctor intenta darle vida aplicándole impulsos eléctricos. Pero no fue hasta una noche de noviembre, cuando la Criatura, como el doctor Frankenstein llamó a su creación, abrió un ojo y empezó a respirar.

Tan pronto el doctor Frankenstein vio que su experimento había funcionado, en lugar de alegrarse se marchó horrorizado. Esto ocasionó que la Criatura desapareciera y experimentara la soledad y hostilidad de los hombres

“La Criatura” no pidió ser creada, no escogió su cuerpo y no escogió el mundo donde nació. Sin embargo, “busca cumplir su destino en el Paraíso, con un dios que lo rechaza y lo reprueba. Esto significa, entre otras cosas, que la criatura no tiene un pecado original del que lamentarse pero tampoco un Dios (doctor Frankenstein) al que pedir ayuda, pues desde el primer momento lo rechazó”, señaló González sobre la figura del “monstruo sin nombre”.

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