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'La leyenda del tiempo': 40 años del disco que nos enseñó a ser libres sin temor al qué dirán

Camarón de la Isla

Alejandro Luque

Para muchos, fue una puerta de iniciación al flamenco. También los hubo que descubrieron gracias a él los poemas de García Lorca, Omar Khayyam y Fernando Villalón. Para otros, fue un punto de inflexión, el hito que marcaría un antes y un después en el arte jondo. Y hay quien –los menos– todavía piensan que se trata de una herejía imperdonable. Lo cierto es que, justo cuando se cumplen este 16 de junio los 40 años de la salida a la luz de La leyenda del tiempo, el disco que revolucionó la carrera de Camarón de la Isla sigue dando que hablar y alentando a otros muchos creadores, no sólo flamencos. Y no sólo músicos.

Recapitulemos: Camarón, temporalmente separado de la guitarra de Paco de Lucía, se embarca junto al productor Ricardo Pachón en una grabación marcada por una feliz inspiración –en la que no tuvieron poco protagonismo las sustancias piscotrópicas– y un empuje creativo abrumador. Junto a Tomatito, se fueron sumando Kiko Veneno, Raimundo Amador, el sitar de Smash, Gualberto García, la flauta de Jorge Pardo y las percusiones de Rubem Dantas, varios músicos del grupo Alameda… El resultado es algo diferente a todo lo escuchado antes, el encuentro del cante de raíz con sonoridades de una modernidad pasmosa. Un salto tan arriesgado, que los aficionados corrieron en masa a devolver el disco bajo el argumento de que ese no era su Camarón. Como operación comercial fue un desastre; unos años después, era elevado a la categoría de álbum de culto, dando pie a un sinfín de versiones y homenajes.

Mente libre

A la gaditana María La Mónica le quedan aún cinco años para nacer cuando se produjo este lanzamiento, pero se crió en el cante del de La Isla como si fuera un espacio amniótico. “Mi abuela me contaba de pequeñita que Camarón pasaba mucho por su casa de Chiclana con Rancapino, porque ambos eran muy amigos de mi tío Manolo. Ella le daba un plato de puchero a cambio de un cantecito”, evoca. “Así me crié yo escuchando los discos de Camarón y Paco de Lucía. Pero luego La leyenda del tiempo no sólo mostró al cantaor, sino también a la persona. Con este disco nos transmitió la libertad de un flamenco que se atreve a incorporar nuevos instrumentos, nuevas formas, sabiendo que se exponía a la crítica. Pero ahí es donde se ve al verdadero artista, que defiende lo que siente y que transmite lo que es. Nos marcó a los que queríamos ser flamencos, pero con una mente mucho más libre”.

La artista gaditana, que acaba de grabar su flamante primer disco Carretera y mantra, ya rindió homenaje a Camarón en un espectáculo titulado Ay José. “Sabía que era un atrevimiento, porque como Camarón es un genio, parece que nadie tiene el derecho a homenajearlo. Pero en eso sí me quise parecer a él: no me importan las críticas y hago las cosas porque las vivo”.

Una libertad de la que también participa Isaki Lacuesta, cineasta gerundense que decidió titular en su segundo largometraje, rodado en Cádiz, precisamente La leyenda del tiempo. “Como mucha gente, llegué tarde al disco: yo era un niño cuando salió, y además no vengo del entorno flamenco”, recuerda. “Pero con él se me abrió una puerta, descubrí un arte que tenía más energía que el rock y el punk que me gustaban entonces”.

“La forma de plantearse ese disco me ha sido útil para el cine”, prosigue Lacuesta. “se trata de hacer lo que quieres hacer, sin miedo a equivocarte. Estar abierto a cualquier cosa, da igual de donde venga: ya conseguirás que suene a ti. En eso Camarón no tenía ningún miedo, trabajó con Kiko Veneno como con las percusiones de Rubem Dantas, con ingredientes a priori alejados de él”. Para el director, “en el fondo, un disco como ese, con los poemas de Lorca, también contribuye a descubrir un paisaje. Cuando viajo por Andalucía, busco los lugares de esas letras”.

Tiempo de descaro

Un compañero de Lacuesta en el gremio cinematográfico, José Sánchez-Montes, pudo evaluar el impacto que tuvo el disco a lo largo de los años tras dirigir Tiempo de leyenda, el documental que recreaba la gestación del álbum. “La leyenda del tiempo cambió mucho el pensamiento de la gente, sobre todo la más joven, que lo oyó después”, explica. “Hay que analizar el disco en el contexto histórico en que se produce, justo después de las primeras elecciones democráticas, con la Constitución recién nacida, viniendo de un flamenco asociado a la dictadura… Ahí encontramos un choque. Había experimentos anteriores de los Smash, de Lole y Manuel, pero aquí hablamos de otra cosa. Aunque el disco no se vendiera, la gente empezó a ver que se trataba de algo serio. Y lo importante fue descubrir cómo había sido posible: por la capacidad de aglutinar talentos, y por el descaro de un grupo de gente muy joven”.

“Camarón tenía la ventaja de que podía permitírselo: ya era un ídolo. En ese sentido, este trabajo tiene mucho que ver con el Omega que años después haría Enrique Morente. Ambos exploran territorios similares partiendo de un primerísimo nivel, ambos arriesgan con inteligencia y conocimiento, pero arriesgan mucho”, concluye Sánchez-Montes, que también se ocupó del cantaor granadino en otro documental.

De lo que no cabe duda es de que el Camarón de La leyenda del tiempo, con aquellas fotos, pasó a convertirse en un poderoso icono gráfico. El pintor Carlos Jorkareli recuerda que estaba en Nueva York cuando recibió la noticia de la muerte del cantaor. Allí mismo montó el caballete y no pudo parar de darle a los pinceles. “Nació mi primer homenaje a Camarón de la Isla en forma de obra plástica. En el lienzo quedó su imagen y aquella lapidaria frase de una de sus letras: Viviré mientras que el alma me suene…aquí estoy para morir, cuando me llegue”, recuerda el artista, que ha dedicado al de La Isla notables obras.

“Hablar de Camarón y Paco, que han sido capaces de ir más allá, que han roto moldes para desde la más profunda sinceridad – imprescindible en el arte – alcanzar, notas, voces, cotas… en definitiva, piezas emanadas de un arte tan respetable como el flamenco, capaces de traspasar fronteras y emocionar, son siempre y serán fuente de inspiración”, asegura Jorkareli. “¿De qué fuente iríamos a beber con agua más pura, sino de aquella cuyo manantial se encuentra en lo más sincero y genuino que el ser tiene? Su verdad. De esa verdad me nutro y así han influido en mi arte”, apostilla.

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