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Un documental para rescatar a Salvador: el republicano que firmó 'María de la O' y la dictadura “borró aposta”

El pasaporte de Salvador Valverde extraída del documental

Sara Rojas

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Salvador Valverde desapareció del imaginario colectivo tras el exilio, pero no así sus canciones. Su primer éxito se llamó Olvídame. Y, “triste ironía del destino”, después de abandonar el país en el que había crecido, su figura fue arrojada “aposta” en el cajón del olvido antes de morir.

En España, dejó un legado musical indeleble en las letras de canciones tan populares como María de la OOjos verdes o Ay, Maricruz, cuya autoría está avalada por la Sociedad General de Autores y Editores (SGAE). Sin embargo, con la llegada de la dictadura franquista, su nombre fue literalmente borrado de los medios y los vinilos donde se recogían las coplas que compuso junto a León y Quiroga. Juntos formaron un trío que en la década de los 30 llegó a convertirse en una “fábrica de producir éxitos”, interpretados por las estrellas más importantes de la época, como Concha Piquer o Estrellita Castro.

Pero sus ideales republicanos lo condenaron al término de la Guerra Civil española al exilio y con él, al destierro impuesto de su figura fuera de la memoria de la copla en su país. A partir de ese momento, el nombre de Valverde “terminó olvidado injustamente”, como denuncian los testimonios que recoge ahora el documental Salvador, estrenado mundialmente en el Festival de Sevilla (SEFF). Casi medio siglo después de su muerte, el audiovisual que dirige Maruxa Ruiz del Árbol trata de rescatar del olvido al autor que contribuyó a escribir uno de los capítulos clave de la canción andaluza.

Un documental que “llega tarde”

La historia del coplista llegó a oídos de la productora Torreón de Sol de boca del director del centro cívico de Torreblanca, ubicado precisamente en la Plaza Salvador Valverde de Sevilla, ciudad adoptiva del compositor. Y es en este barrio de la capital andaluza donde arranca el audiovisual. Desde allí, y a lo largo de los 23 minutos que dura el cortometraje documental, se persiguen las escasas huellas que quedan de Valverde en el conocimiento de la gente, aunque sus canciones formen parte del acervo popular.

A pesar de la “muerte civil” que se le declaró a su marcha, la directora del documental pone en valor su capacidad de “mirar hacia delante” y retomar su carrera profesional al otro lado del Atlántico. “Quien vio la injusticia fue su hijo”, apunta Maruxa para recordar la incesante lucha de Salvador Valverde hijo por reparar el daño que el régimen franquista cometió contra la dignidad y reputación de su padre. Daño que fue reparado tímidamente en 2003 cuando, gracias a su perseverancia, el Ayuntamiento hispalense otorgó su nombre a una plaza en el barrio obrero de Torreblanca y en 2007, se instaló una placa conmemorativa en la casa donde vivió entre 1929 y 1930.

Al hilo, Ruiz del Árbol cuenta a elDiario.es Andalucía que el documental giraba en torno al testimonio de su hijo, que a los 97 años “no paró un solo día de luchar” por reivindicar la memoria de su padre. No obstante, 20 días antes de viajar a Argentina para rodar, Salvador Valverde hijo falleció y el proyecto tuvo que reconducirse por completo. Para ello, contaron con la ayuda de los nietos quienes, tomando el testigo de la pelea que libró su padre, se ofrecieron en pleno duelo a formar parte de un documental que “llega tarde”, en sus propias palabras.

Por eso entiende la directora que el audiovisual es en sí mismo “una denuncia” que hace aún más necesario “desempolvar esa historia” como “una reivindicación de memoria histórica”. Cuando llega la democracia, “por desconocimiento o costumbre”, el olvido se perpetúa y la condena se hace “doblemente injusta”. Fruto en parte de la confusión que se generó en los medios, que siguieron atribuyendo la producción de los años 30 que pertenecía al trío inicial, al que se conformó tras el exilio de Valverde, con la incorporación de Quintero.

Por su parte, Salvador continuó componiendo canciones desde Buenos Aires para iconos de la canción española como Imperio Argentina, Lola Flores, Miguel de Molina, Carmen Sevilla o Sarita Montiel. Y, aunque pasó los 35 años en el exilio añorando su tierra y “soñando con volver”, mantuvo “el respeto a su propia palabra”, como alaban sus nietos. “Prometió que no volvería a España mientras estuviera vigente el régimen que lo forzó a abandonar el país que amaba”. Finalmente, murió en noviembre de 1975 y a los pocos días, lo haría el dictador responsable de su muerte civil.

Memoria para hablar de los vivos

En Argentina, con la ayuda de la productora Pez Cine, el equipo dirigido por Maruxa Ruiz del Árbol recogió voces tan valiosas como la de Nuria Madrid, la única superviviente de la tanda de intelectuales republicanos que partieron de España a bordo de barcos a vapor como el Massilia, donde encontró Valverde su única alternativa a la muerte. Desde un teatro vacío de la capital argentina, la artista en el exilio recuerda las actuaciones que allí mismo protagonizaron Conchita Piquer o Lolita Torres. Lo cual demuestra que el nombre y la figura de Salvador dejó de existir para los medios españoles que ya no lo volvieron a mencionar, pero su huella no se borró del recuerdo de los artistas que lo apreciaban y cruzaron el océano para visitarlo y seguir cantando sus canciones. “Aquí no caímos en el olvido, empezamos a ser parte del recuerdo”, reivindica Nuria en el documental.

El testimonio vivo de esta exiliada entronca con la realidad que sufren todavía hoy ciudadanos en todo el mundo que se ven forzados a marcharse de su patria, como quien “arranca una planta sin saber si va a poder transplantar en la misma tierra”, en palabras de Nuria Martín.

Antes del estreno, recordando este momento plasmado en el documental, Maruxa se acuerda de los refugiados ucranianos o afganos, y se pregunta cuántos Salvador Valverde habrá en el exilio tras el éxodo masivo que se ha producido en la historia reciente en otros países como Cuba o Venezuela. De ahí que defienda el documental como una producción que “no solo nos enfrenta con el pasado, sino también con el presente”.

Todos estos elementos, sumado a que el protagonista es un personaje “muy entrañable con una historia universal”. Una historia dramática como lo son sus coplas, que lo llevó a nacer por casualidad en Argentina y allí quiso el azar que volviera a nacer tras la guerra. Una paradoja, la “muerte civil” en el país donde alcanzó la popularidad y el prestigio. Hacer justicia, que se sigan escuchando sus canciones. Reconociendo, ahora sí, al autor que las compuso. 

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