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El agridulce regreso a Jánovas, el pueblo que estuvo a punto de ser tragado por un embalse: “Hemos pagado por recuperar ruinas”

Fachadas Rufas y Jalle en Jánovas

Candela Canales

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“Cuando en 1984 desahuciaron a mi abuela María yo tenía ocho años. Desde 1978 ella pasaba temporadas en Jánovas, y eso nos permitió a mi hermana Maite y a mí disfrutar de los primeros veranos de nuestra infancia en aquel idílico pueblo”. Tras la expropiación, la familia se trasladó a Barcelona, aunque “mi abuela volvía siempre que podía a Jánovas, donde seguían los Garcés, Emilio y Francisca, que vivían allí de forma permanente y a los que queríamos como si fueran también nuestros abuelos”. Así relata Eva Muñoz Buisán su relación con el pueblo en Jánovas: agua y población, editado por el Instituto de Estudios Altoaragoneses.

Tal y como explica Muñoz, ella desciende de una familia que fue expropiada para la construcción del embalse de Jánovas: “Hace 23 años, cuando acabé mis estudios en Barcelona, volví a la comarca del Sobrarbe y desde entonces estoy vinculada de forma muy directa a la lucha y reivindicación de la historia”. 

Fue el 14 de febrero de 1984 cuando varios miembros de la Guardia Civil y empleados de la empresa “se presentaron en casa de mi abuela con una orden del gobernador civil de la provincia de Huesca, Miguel Godia. Sin darle apenas tiempo para recoger sus pertenencias, los agentes se encargaron de sacar sus enseres personales a la calle y mientras tanto los trabajadores empezaron a picar los suelos de la casa para finalmente, con una pala excavadora, tirar el tejado. Aquel año terminaron mis veranos allí”, relata Muñoz en la nota de la autora. 

Explica que la expropiación se vivió “con muchísima tristeza” por el desarraigo que supone el abandono de las casas y con “mucha impotencia”. Sin embargo, compara la situación de entonces con la actual con el proceso de reversión: “Tenemos los mismos sentimientos de impotencia, fue tan injusta la expropiación en la que se bajaron la categoría de las tierras para pagar menos, como lo ha sido en la reversión que se ha intentado por estrategias de divide y vencerás para hacernos pagar por devolvernos ruinas”. 

Este libro se enfoca en las dos últimas décadas, las que han tenido menor proyección en los medios de comunicación, según Muñoz. “Se ha hablado mucho de la expropiación pero actualmente hemos sufrido los mismos métodos pero en vez de con dinamita con papeles”. La reversión ha durado casi 14 años en los que los vecinos y vecinas han tenido que contratar abogados, peritos y arquitectos “para demostrar que lo que nos estaban devolviendo eran ruinas”. 

La autora de 'Jánovas: agua y población' explica que la cifra que solicitó inicialmente Endesa para venderles las casas multiplicaba por 34 el valor que se les pagó durante la expropiación. “Nos hemos enfrentado a un proceso administrativo muy complicado en el que ha sido necesario contar con profesionales para constatar lo evidente, que lo que íbamos a recuperar había sufrido un menoscabo importante y estaba en ruinas”. Añade también que no ha sido uniforme y que “los precios para cada familia eran distintos. Endesa de vanagloriaba en prensa que se habían dejado las casas a un euro el metro cuadrado, sin contar que las casas las tenemos que reconstruir a nuestra costa. Cuando mi abuela se marchó de Jánovas las casas estaban en pie, ahora son ruinas”. 

Muñoz considera que, igual que se silenció en su momento la expropiación de los vecinos y vecinas de Jánovas, “también ha sido silenciada toda la historia de la reversión. No se ha explicado realmente todo lo que había detrás, ha sido una estafa, hemos pagado por recuperar ruinas y nos han dejado el pueblo devastado”. 

El proyecto del embalse de Jánovas se descartó en 2001 y se declaró la reversión de los terrenos para que los antiguos habitantes pudieran recuperar sus patrimonios y, por tanto, asentar población. “Lejos de facilitar el retorno e indemnizar por el daño causado, la hidroeléctrica no ha tenido en cuenta el menoscabo sufrido por la propiedad y ha fijado un precio abusivo por devolver ruinas”, expone Muñoz en el libro.

El libro consta de dos partes. La primera está contada por el personaje de Amira, una periodista que debe recabar datos e información para elaborar un reportaje sobre la historia de Jánovas a raíz del fallecimiento de Francisca Castillo. La segunda parte es un artículo en el que la historia de Jánovas sirve para apuntar el problema de la despoblación en Sobrarbe y el reciente debate en torno a la población de esa España vacía o vaciada. 

Muñoz explica que escogió este formato por toda la carga emocional que le suponía enfrentarse a la historia, “para alejarme de la historia a través de un personaje que me permitiría explicar desde otro lugar, aunque respetando la parte académica”.

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