El problema siempre ha sido el tiempo, quizás lo único que tenemos, aunque cada vez menos. La ansiedad de la productividad se ha metido en el ocio y la sensación es que cada día tenemos poco tiempo, que el recurso se agota. Quizás por eso no tengamos demasiadas ganas en aprovecharlo para reflexionar sobre lo que vemos y absorbemos. Mientras tanto, las tecnologías avanzan mucho más rápidas de lo que podemos asimilarlas, sobre todo las que rodean al universo complejo de la inteligencia artificial y los procedimientos algorítmicos. Entonces, la humanidad en masa navega entre modelos de interacción digital altamente manipulados y difunde información sin detenerse a preguntarse por qué.
Sobre este contexto surge Bits & Bots. Imaginería digital. Construir la realidad en un mundo generativo, hasta el 7 de septiembre en la sala Cripta del Centro de Historias de Zaragoza. Un trabajo de Fundación Zaragoza Ciudad del Conocimiento con el apoyo del Pacto Digital Europeo que presenta la obra de cinco artistas que trabajan con robótica, programación, arte generativo, biotecnología e inteligencia artificial.
El proyecto total consta de trece obras. El resto se expondrán durante el segundo semestre del año en el Palacio de los Morlanes. Esta división refleja la falta de espacios disponibles en la ciudad para este tipo de exposiciones. O lo que es lo mismo: el vaciamiento de Etopia por parte del Ayuntamiento. “El proyecto tenía una duración de tres años y los artistas que se presentaban tenían que trabajar con los temas del Pacto Digital Europeo. Hubo una convocatoria a nivel europeo y cada centro elegía a los artistas que más les gustaban”, dice Laura Montañés, desde la Fundación Zaragoza del Conocimiento. Etopia acogió en residencia al artista rumano Calin Segal y se encargaría de montar la exposición de todos. Pero no contaban con que la gestión de Natalia Chueca iba a desmantelar el centro sin mayores explicaciones.
Como todas las exposiciones que se curaron en Etopia, esta no es la excepción y propone más preguntas que respuestas cerradas. ¿Cómo se forman las opiniones? ¿Cómo funcionan los modelos de lenguaje que alimentan la inteligencia artificial? ¿Es posible manipular los algoritmos? Y muchas más para repensar nuestra relación con la tecnología y con el mundo digital a través de un recorrido para perderse e interactuar. Con tiempo, sin tiempo, con un tiempo propio.
Escultura del tiempo digital
Silvia Binda es una artista eslovaca que ya expuesto tres veces en Etopia y que, con esta obra, dota de materialidad a la vida digital. O, mejor dicho, la expone, muestra qué materiales necesitamos para ella y cuál es el germen su arquitectura. Stratum es una especie de escultura del tiempo digital, en esa concepción oximorónica, que privilegia lo sensorial y que está integrada por componentes, artefactos, vídeos y datos de la ubicación de los satélites, generadores y transformadores que hacen posible que vivamos, ahora mismo, el tiempo digital. Y con su habitual perspectiva feminista, Binda traza la genealogía del origen del tiempo programado, sus responsables: todos hombres blancos de ascendencia anglosajona.
Una tertulia con avatares
“El artista se pregunta por qué le echamos siempre la culpa al algoritmo en vez de enfocarnos en quiénes manipulan al algoritmo. Qué es lo que dicen y cómo lo dicen hacen que tú estés siempre pendiente de tu dispositivo”, dice Blanca Pérez Ferrer, la curadora de la exposición. En Whispers, el rumano Calin Segal crea cinco actores virtuales con inteligencia artificial a partir de características muy marcadas, como un criptobrother atormentado, una fanática religiosa o una joven no binaria. A través de ellos, propone una experiencia inmersiva en la cual podemos proponerles temas de debate y hacerles preguntas. Cada uno de ellos, en orden aleatorio, responderá según sus valores.
Hacia la Capilla Sixtina de lo no-fáctico
Artista polaca afincada en Berlín Martyna Marciniak viene de trabajar en el área de la arquitectura forense y en Anatomía de lo No-Fáctico presenta la segunda parte de un tríptico con el que, según Blanca Pérez Ferrer, está construyendo una suerte de “Capilla Sixtina de lo no-fáctico”. En esta obra en concreto, parte de imágenes falsas que se viralizaron en redes y, en poco tiempo, se volvieron icónicas, como el Papa de Balenciaga o la explosión del Pentágono. Al descomponer estas imágenes y asociarlas en un diagrama a otras supuestamente reales o no manipuladas, lo que hace la artista, según la curadora de la exposición, es “bajar el hype de que la inteligencia artificial nos va a engañar a todos”. Las imágenes han mentido siempre, claro. Siempre han servido para manipular. Y la artista pone ejemplos de obras de arte canónicas y de fotografías periodísticas. “La problemática que tenemos ahora tiene más que ver con el tiempo que tenemos para procesar el aluvión de imágenes que con las imágenes en sí”, dice Pérez Ferrer.
Romper la cuarta pared de la IA
Entre tanta inmersión e interacción, la exposición también propone romper la cuarta pared teatral a través de una obra generativa e infinita en la que el público puede añadir un par de elementos a la escena para que el director componga. Con The Models, el colectivo británico dmstfctn (que significa y se pronuncia “desmystification”) se inspira en personajes, escenarios e imaginarios de la Commedia dell'Arte, para proponer una obra con dos personajes creados con IA y a los que el público puede modelar según sus gustos. A través de un QR, los visitantes se pueden conectar con el móvil e interactuar con la obra, arrojar tomates o huevos, elegir máscaras o cambiar personajes.
Un robot biónico con células humanas
La última obra de esta exposición la firma Zoran SrdiÄ JanežiÄ, quien viene de Kapelica, una galería de arte eslovena que combina arte contemporáneo con biotecnología y donde los artistas suelen usar sus propios cuerpos como parte de sus obras. Por este motivo, en algunas ocasiones alcanzan puntos de experimentación muy arriesgados que obligan a tener la precaución de colocar ambulancias en la puerta. En DIAYN, el artista esloveno está desarrollando un robot insecto palo con autonomía, sin control externo, con un mini cerebro cultivado con células del propio autor de la obra. En el Centro de Historias se exponen algunas partes del futuro robot, pruebas de impresiones en 3D de las extremidades de lo que será un ser quimérico, extraño, con tres patas, plumas y apariencia de insecto. Una obra que tendrá su propia motricidad y que cuestiona los límites entre lo biológico y lo artificial.